La clave está en los aguacates. No van a ser las advertencias del FMI, ni los editoriales del Financial Times ni mucho menos el presidente chino Xi Jinping en Davos alzando la voz en defensa de la globalización. No. Lo que realmente podría hacer dudar a los votantes de Donald Trump de que sea buena idea imponer aranceles a México son los aguacates.

El nuevo presidente de EEUU ha prometido a sus votantes hacer America great again implantando medidas proteccionistas que disminuyan las importaciones mexicanas. Lo que no les ha explicado es que, de llevar a cabo sus amenazas arancelarias, los nachos con guacamole del descanso de la Super Bowl corren el peligro de convertirse en un artículo de lujo. Y eso no hay posverdad que lo resista.

Lo que podría hacer dudar a los votantes de la política arancelaria de Trump son los aguacates

Coincidiendo con la gran final de la liga de fútbol americano (NFL), que será el 5 de febrero en Houston, la demanda del aguacate michacano se dispara en EEUU más de 750% (pasa de 18.000 a 150.000 toneladas por semana). El año pasado se batió el récord con 278 millones de aguacates vendidos para el gran día, la celebración en la que más alimentos se consumen en Estados Unidos después del Día de Acción de Gracias.

La creciente demanda estadounidense, que se ha disparado en los últimos cinco años, ha convertido el aguacate en el producto estrella del campo mexicano. Es su mayor productor mundial (con 1,5 millones de toneladas) y destina a EEUU el 80% de su cosecha, según la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM).

Y en el último año, el aumento de la demanda mundial de esta fruta de moda, que tiene más de cinco millones de fotografías etiquetadas en Instagram con su nombre, sumado a los problemas en la producción, han duplicado su precio.

Si el nuevo presidente cumple su amenaza electoral de imponer a México un arancel de 35% (luego ha planteado un “impuesto fronterizo” sin precisar), podría dispararse su cotización en EEUU. Hasta ahora,  su retórica proteccionista se ha centrado en los fabricantes de automóviles. Pero la industria agrícola está expectante por lo que pueda pasar.

Las alarmas nacionales llegan por las cosas más insospechadas: en el Brexit fue la salsa Marmite

En el punto de mira está el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio que derribó las barreras arancelarias entre EEUU, México y Canadá, en vigor desde que Bill Clinton lo firmara en 1993.

Los agricultores mexicanos aseguran que el éxito del producto está beneficiando también a los granjeros estadounidenses, porque el aumento de la demanda ha puesto de moda un cultivo rentable para el que México invierte mucho en su promoción (llevan tres años anunciándose en la Super Bowl, el único producto agrícola que lo hace) y cuya demanda no sería capaz de abastecer. Pero ya están preparándose para buscar nuevos mercados por si acaso.

No van a ser las advertencias de los expertos lo que conciencie a la población de los riesgos de las políticas proteccionistas. En tiempo de la posverdad, las alarmas llegan por las cosas más insospechadas. Y el estómago es una de ellas. En Reino Unido fue la subida de precio del Marmite: la peculiar salsa británica para untar encarnó el pasado otoño el símbolo del miedo a la inflación por el Brexit.

Habrá que estar muy pendientes de lo que le pase con el aguacate. Si Trump renegocia el NAFTA, ni siquiera estará a salvo algo tan americano como la final de la Super Bowl.