Como lo ha explicado muy bien el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ya no es posible usar eufemismos en el caso de Venezuela, este país pasó de ser una “democracia imperfecta”, previo al advenimiento de Hugo Chávez, a un régimen híbrido tras la imposición de la bota de este militar. Solo los altísimos precios del petróleo le daban una excusa internacional para soportarle al régimen chavista sus tropelías y atrocidades.

La comunidad internacional callaba, mientras las legiones de revolucionarios armados asesinaban en las calles a los opositores, bajo la premisa de que los pobres ahora si comían tres comidas al día, mientras Hugo Chávez paseaba en la alfombra roja de Cannes, con supermodelos.

No había quien no dijera: “Es indudable el bienestar que le ha dado Chávez a los mas pobres”, sin importar que Chávez nunca tuvo alguna intención de enseñar a su pueblo a pescar, si podía mantenerlo cebado a fuerza de pescado importado de cara a las innumerables elecciones que necesitaba ganar. Pero tras la bonanza, tras la burbuja de los altos precios, llegó el pinchazo y ahora el 86% de los venezolanos quiere sacar a patadas al nefasto régimen. Por eso se acabó la única máscara que soportaba el régimen chavista, el respeto a la voluntad popular y las elecciones. Al ocurrir esto, sencillamente se paso de un régimen híbrido a una dictadura típica.

Tras la bonanza, llegó el pinchazo y ahora el 86% de los venezolanos quiere sacar a patadas al nefasto régimen

Ya el mundo se dio cuenta que el modelo chavista fue una ilusión. El proyecto revolucionario hizo que Venezuela creciera por debajo del crecimiento de población a tal nivel que sencillamente se quedó estancado en el tiempo. El maquillaje de los barrios marginales, gracias al barril de petróleo se descascaró demostrando que los pobres nunca salieron de su pobreza. 350.000 empresarios, nada menos que el 60% de la capacidad empleadora privada, fueron a la quiebra; dos terceras partes de las empresas industriales privadas cerraron sus puertas; y siete millones de hectáreas de tierra productiva fueron arrancadas al sector privado y por eso ahora solo a los simpatizantes del régimen les reparten una bolsa de comida importada.

Pero el futuro es aún más aterrador, la mayor universidad del país da cuenta de que el 60% de sus profesores se ha marchado de Venezuela junto con más de la mitad de los profesionales jóvenes y el 50% de los médicos y especialistas. El chavismo fue el mayor genocidio de intelecto en la historia de América Latina.

Pero finalmente hablamos de un régimen que, luego de perder estrepitosamente las elecciones, ahora se sostiene ilegalmente e inconstitucionalmente en el poder. La Asamblea Nacional ha sido barrida de la faz de la tierra, ninguna de sus iniciativas ha sido aceptada, los sueldos de los parlamentarios han sido cortados como la electricidad, pues las tenues bombillas del Parlamento son encendidos por apenas algunas horas con la ayuda de un generador eléctrico. El país parece marchar a paso firme, a ser uno mas de los Estados fallidos bajo el Trópico de Cáncer.

Thays Peñalver es abogada y autora de La conspiración de los 12 golpes.