Irene Montero y Macarena Olona no han tenido una bronca ni feminista ni antifeminista, sino un turno de obra en esa Comisión de Reconstrucción a la que no se va a reconstruir nada, sino a aprovechar el abundante ladrillo dogmático, ladrillo enrejado como de Alcázar toledano, que ha dejado por el suelo la ruina. Si Pablo Iglesias sacó golpes de Estado, Irene Montero sacó su feminismo de sacerdotisa, municiones como de catapulta que ya no dejan posibilidad de reconstruir nada, sólo de preguntarles de qué van, o irse mosqueado, quizá en busca de un diccionario gaélico para druidas. A ver qué se va a reconstruir con el propio Gobierno ahí lanzándote cascotes viejos, caballos muertos y muros llenos de jeroglíficos, como si estuvieran sitiados. A lo mejor es eso, que están sitiados.
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