Aquel pequeño busto se guardó en el despacho del alcalde, junto al de Miguel de Unamuno, el lehendakari José Antonio Agirre y Blas de Otero, todos nombres ilustres de la ciudad. Pero el que reflejaba el semblante de un hombre de cara redondeada, serio y con un evidente sobrepeso, rompía la serie que a todos unía. Indalecio Prieto no era de 'el Botxo', pero ya se sabe que los de Bilbao nacen donde quieren. El histórico líder socialista eligió Oviedo, en 1883. Era apenas un niño cuando se trasladó junto a su familia a la ciudad que amaría como propia y por la que no sólo sintió devoción sino que defendió e impulsó como concejal antes de ocupar hasta cuatro ministerios en el Gobierno de la II República.

Aquel gesto que en febrero de 2013 el PSE tuvo con el Consistorio y con su entonces alcalde, Iñaki Azkuna, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento de Prieto, ponía fin a un enfrentamiento ocurrido seis años atrás. La 'guerra del callejero' que estos días asoma en nuestro país, y que en esta ocasión tiene a Madrid como epicentro -Vox y PP apoyan retirar las calles a Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero-, ya tuvo su precedente en Bilbao.

Esta vez no fue una calle, sino una estación y no fue por retirar un nombre sino por imponerlo. En el centro de la ciudad la antigua Estación del Norte hace décadas que se denomina Estación de Abando, en referencia al céntrico barrio sobre la que se levanta, en pleno corazón financiero y comercial de la ciudad. En esta terminal intermodal tienen hoy su término las líneas ferroviarias de cercanías y largo recorrido y su conexión con el metro. Sobre ella está ya en marcha la construcción de una profunda reforma para acoger la llegada, de forma soterrada, del tren de alta velocidad. Una operación que requerirá de una de las mayores y más costosas obras de ingeniería y arquitectura, presupuestada en alrededor de 700 millones de euros.

Una calle y una estación

En la capital vizcaína Indalecio Prieto cuenta hoy con una calle, una avenida en uno de los barrios obreros más emblemáticos de la ciudad. A ello suma desde 2006 la estación ferroviaria central, cuya denominación se modificó para rebautizarla como 'Estación de Abando-Indalecio Prieto'. Es en realidad un intento fallido de la entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que inauguró la reasignación de nombre a la terminal sin el respaldo de ningún otro partido, salvo el PSE, y sin haber logrado su propósito entre la ciudadanía.

Y no, no fue por cuestionar la figura de Prieto, ni su pasado socialista o su trayectoria como ministro de Hacienda (1916-31), Obras Públicas (1931-1933), Marina y Aire (1937-1938) o Defensa (1937-1938) durante la II República. Lo que suscitó el rechazo y enfado fue la decisión unánime, sin consensuar, adoptada por Fomento, titular de la Estación a través de Adif, de 'rebautizar' la terminal de Abando por decisión unilateral y sin previa consulta. La Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Bilbao se opuso e incluso el propio alcalde Azkuna hizo un llamamiento a los bilbaínos para que no emplearan la nueva denominación y siguieran llamando a la terminal Estación de Abando: "Indalecio Prieto fue muy importante pero algunos de sus sucesores se han equivocado", aseguró molesto.

Vidriera que preside la Estación de Abando-Indalecio Prieto de Bilbao

Transcurridos casi tres lustros desde el cambio de nombre, pocos son los vecinos de la ciudad que se refieren a la estación como la de Indalecio Prieto. En Bilbao continúa siendo la Estación de Abando. Ni siquiera la profusión de cartelería con la nueva denominación que se instaló hace ya quince años ha logrado el propósito de Álvarez. Al cambio de nombre le siguió, con idéntica soledad en el PSE, la colocación de un busto gigante de Indalecio Prieto en la estación. Son tres metros de bronce, obra del escultor Lucas Alcalde, sobre la que figura una sencilla placa recordando su condición de ministro de Hacienda y Obras Públicas entre 1931 y 1933, con el que se topan todos los viajeros a la entrada o salida de las canceladoras.

Ignorada por la ciudadanía

Colocado bajo la imponente vidriera policromada que preside la estación, la monumental imagen de Prieto no ha logrado que en el uso ciudadano la Estación de Abando de Bilbao continúe siendo sólo eso 'de Abando'. Cada día miles de personas transitan por sus andenes sin prestar atención a la escultura. Una infraestructura reformada recientemente y que data de 1948, obra de Alfonso Fungairiño.

Pese al malestar que provocó su nueva denominación, "con una llamada hubiera bastado", dijo el alcalde, al contrario que en Madrid, en Bilbao nadie ha solicitado retirar la calle al dirigente socialista. Tampoco el PP. El vínculo con la ciudad que siempre demostró, en la que creció y se afilió al PSOE con apenas 16 años, y su apuesta e impulso por las infraestructuras ferroviarias, es aún especialmente valorada.

Prieto, además de concejal fue diputado en Cortes por Vizcaya antes de ocupar los ministerios de la República o la presidencia del PSOE entre 1948 y 1951. Murió en México, lejos de Bilbao, a la que no pudo regresar tras caer la República e huir al exilio. Falleció en México el 11 de febrero de 1962. Años más tarde, la familia Prieto trajo a Bilbao sus restos, donde reposan junto a otros familiares en el cementerio civil.