Para media Polonia, la capital seguirá siendo Varsovia. Para la derecha polaca, será Toruń el centro de la toma de decisiones. En esta bellísima ciudad medieval del norte del país nació Nicolás Copérnico y tiene su bastión Sławomir Mentzen, líder de Konfederacja, el candidato revelación en las presidenciales, aunque quedara tercero en la primera vuelta.

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Las elecciones presidenciales polacas, que concluyeron con la segunda vuelta el domingo con la victoria del candidato populista, Karol Nawrocki, apoyado por Ley y Justicia (PiS), en la oposición, abren un período de reflexión dentro de la coalición gubernamental, liderada por Donald Tusk. Una mayoría de los polacos no confía en el candidato oficialista, y ha votado al candidato de la oposición. Es una situación normal dentro de cualquier Estado.

Una vez lograda la victoria presidencial, Ley y Justicia (PiS) ha centrado toda la atención en un órdago al gobierno. El líder del PiS, Jarosław Kaczyński, cometió un error al pedir un gobierno técnico porque tiró un guante que fue respondido por el candidato de Konfederacja, el ultraderechista Sławomir Mentzen. De forma irónica, Mentzen le decía que dudaba que el líder del PiS supiera sumar ya que la oposición al gobierno de Tusk no cuenta con apoyos suficientes para que pierda la moción de confianza.

Mentzen además le emplazaba a hablarlo en Toruń, donde está su pub, donde charló amistosamente con el candidato liberal, Rafał Trzaskowski, y el ministro de Exteriores, Radosław Sikorski, tras su entrevista en YouTube antes de la segunda vuelta. Kaczyński le dijo que por experiencia y por apoyos políticos tendría que ser Mentzen quien viajara.

La respuesta de Mentzen fue rápidamente viralizada en redes sociales. Así se abre la cuestión hasta qué punto el centro de poder de la derecha polaca está en Varsovia, o se encuentra en Toruń, de donde proviene Mentzen. En el PiS han necesitado al votante de Konfederacja (y del antisemita Braun) para ganar las elecciones presidenciales, y necesitarán los escaños del partido de Mentzen para volver a gobernar algún día y sumar mayoría en el Sejm. La otra opción sería un débil gobierno en minoría, donde también estarán condicionados a pactar constantemente con ellos.

Si Donald Tusk supera la moción de confianza el 11 de junio, en principio no habría elecciones hasta 2027. Y en dos años puede pasar de todo. Debemos recordar que en primera vuelta Nawrocki, apoyado por el PiS, quedó segundo y logró un 29,5%, mientras Mentzen quedó tercero con el 14.81% de apoyos. Hace cinco años el PiS obtuvo en primera vuelta con Andrzej Duda el 43.50% del voto, y Konfederacja el 6.78% con otro cabeza de cartel, Krzysztof Bosak. En las elecciones al Sejm de hace dos años, el PiS consiguió el 35,3% de los votos, y Konfederacja el 7,1%.

Las últimas encuestas, de este 30 de mayo, sitúan a Konfederacja con el 13,9% y al PiS con el 29,6%. La tendencia es clara, y si bien Donald Tusk hoy podría perder la mayoría parlamentaria por la desaparición de sus aliados, no lo tiene más fácil la oposición que está en plena lucha fratricida. En este enfrentamiento los de Kaczyński tienen las de perder, no porque no convenzan lo suficiente, sino porque están jugando las cartas del populismo. Se vanaglorian del bloqueo institucional que provocan y se hinchan de ultranacionalismo. Son las cartas que ya jugaba Konfederacja, y los partidos que la integran muchos años antes que el PiS. Y como bien sabemos, la gente siempre irá al original antes que a la copia. 

Además, hay que tener en cuenta que hay una brecha generacional. Muchos jóvenes votan opciones extremistas en Polonia, apoyan a "los que nunca han gobernado". Creen que no lo harán "como los de siempre". Al PiS, sin embargo, le acechan escándalos de supuesta corrupción y mala gestión. Además, el presidente electo presume de tener buena relación con Trump. En algunos perfiles en redes de simpatizantes de Konfederacja se podía leer que, si bien Tusk está bajo los mandatos de la UE, Nawrocki está para lo que le diga Trump que haga. Jugar la carta nacionalista le puede pasar factura al PiS por este motivo, ya hay quien va más allá que ellos. Y tampoco son nuevos en la gestión porque han gobernado una década el país. Incluso con presidente de la República y primer ministro del mismo partido, como la etapa del presidente Duda, y el primer ministro Mateusz Morawiecki.

"La joven democracia polaca está pasando su prueba de estrés en estos tiempos convulsos"

La primera vuelta de las primeras elecciones parcialmente libres se celebró en Polonia el 4 de junio de 1989. Podemos considerar que la joven democracia polaca está pasando su prueba de estrés en estos tiempos convulsos. La entrada de la antipolítica en escena impulsada por las redes sociales, la cohabitación entre los principales grandes partidos políticos desde 2005, y la crisis política que atraviesa el PiS ahora a favor de una opción más ultra, no se tiene que ver como una flaqueza, sino como una transformación del sistema político polaco.

Es un escenario similar al de la crisis de los partidos políticos en Italia en 1995, el de la primera cohabitación de 1986 en Francia, o el de la refundación de la derecha en España entre 1983 y 1989. El parlamentarismo polaco, a pesar de ser joven, se puede considerar a la par del que existe en otros países de Europa Central y Europa Occidental. Esos partidos europeos no miraron a otros para fortalecerse y refundarse, sino dentro de sí mismos, algo que ha de tener en cuenta el PiS si no quiere desaparecer en un mar de siglas y facciones.

Termino con las palabras del primer ministro Tadeusz Mazowiecki frente la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 1990, donde advirtió de los peligros ocultos de simpatizar, o incluso promover, la ola reaccionaria como está haciendo ahora el PiS: "En muchos países, los partidarios del viejo orden han perdido la capacidad de prejuzgar el curso de los acontecimientos, aunque pueden obstaculizarlo. En otros, están a la defensiva, pero no han perdido ni la esperanza ni la capacidad de recuperar su posición".


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. 

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