Las dos grandes eléctricas españolas tienen visiones muy diferentes sobre el futuro del sector en pleno choque con el Gobierno por el cierre de centrales eléctricas. Iberdrola acaba de lanzar un órdago al Ministerio de Energía solicitando el cierre de sus dos últimas centrales de carbón y amenaza con hacer lo mismo con todas sus nucleares si no se mejora la rentabilidad de las plantas con mayores retribuciones y/o menores impuestos.

Endesa, por el contrario, sigue defendiendo la necesidad de mantener el funcionamiento de las centrales nucleares a largo plazo para que el sistema eléctrico español tenga suficiente potencia estable y también de seguir con al menos parte de sus centrales de carbón. Una posición que Endesa defiende no sólo de manera teórica sino también con dinero sobre la mesa: con un plan de inversiones de 700 millones de euros hasta 2020.

Endesa acaba de presentar una actualización de su plan estratégico y en la nueva hoja de ruta compromete inversiones de 400 millones de euros en sus centrales nucleares españolas y otros 300 millones más en adaptar sus centrales térmicas a nuevos requisitos medioambientales sobre emisiones que impone Bruselas. La compañía sí se marca como objetivo que toda su generación eléctrica esté libre de emisiones de CO2 en 2050.

Nucleares a 50 años

Endesa da por hecho que sus centrales nucleares acabarán funcionando 50 años. Tan segura está la dirección de la compañía eléctrica, el mayor operador nuclear de España, que desde finales de 2014 elabora su cuenta de resultados calculando la depreciación y amortización de sus centrales con un periodo de funcionamiento de cinco décadas, frente a los 40 años con los que lo hacía hasta entonces.

La eléctrica condena al cierre sólo a sus dos centrales que queman carbón nacional

El cambio en la metodología de cálculo le sirve a la compañía, controlada por la italiana Enel, para reducir los fondos destinados cada a año a amortizar sus activos nucleares y, con ello, mejora a la postre sus beneficios. Con la nueva fórmula de cálculo como si las plantas fueran a funcionar 50 años, la eléctrica ha reducido los fondos destinados a amortizarlas en unos 200 millones de euros desde el último trimestre de 2014 hasta ahora.

Con este convencimiento de mantenimiento de la operación de sus centrales nucleares a largo plazo, Endesa compromete inversiones por 400 millones para los próximos tres años para garantizar la seguridad de su funcionamiento. En su anterior plan estratégico, que comprendía el periodo entre 2016 y 2019, se incluía una previsión de inversiones en sus nucleares de 500 millones de euros, pero entonces se incluía los trabajos ligados a la posible reapertura de la central de Garoña que el Gobierno finalmente ha vetado.

Carbón sí… y no

Los planes de Endesa para sus centrales de carbón pasan por cerrar unas y potenciar otras. La compañía pretende realizar las inversiones necesarias para garantizar la continuidad de las plantas que utilizan carbón extranjero, como la de Litoral de Almería o la de As Pontes, porque introduciendo mejoras ambientales las instalaciones serán capaces de ser sostenibles.

Sin embargo, la hoja de ruta de Endesa sigue sin contemplar ejecutar inversiones para salvar sus dos centrales que queman carbón nacional. La compañía no prevé invertir en las centrales de Compostilla (León) y Andorra (Teruel) para adaptarlas a los requisitos ambientales, por lo que tendrían que dejar de funcionar en 2020.

No obstante, Endesa sigue sin confirmar oficialmente que ambas centrales estén condenadas ya al cierre. El consejero delegado de la compañía, José Bogas, se ha mostrado prudente en una conferencia de analistas y ha apuntado que la empresa no tomará una decisión hasta conocer la redacción final del real decreto con el que el Gobierno quiere poder vetar el cierre de centrales eléctricas y a la planificación energética de España hasta 2030 y 2050.