¿Cuántas veces hemos entrado en un bar y nos ha servido aquello que fuéramos a tomar un hombre o una mujer de mucha edad, con visible cansancio e incluso apatía? ¿Quién no ha pensado al ver a un tendero o al repartidor de turno, achacoso, que por qué no se jubila?
En muchas ocasiones aman su trabajo, pero en muchas otras no pueden permitirse dejar de trabajar porque si lo hicieran su pensión no sería sustento suficiente. Son esa parte de los trabajadores que, dentro de un sistema público de pensiones de los mejores de Europa, no se pueden jubilar.
De un lado, los trabajadores se jubilan en torno a los 64 años de media en España, pese a que la reforma de las pensiones de 2011 elevó la edad legal de retiro desde los 65 hasta los 67 años, planteando un incremento gradual hasta 2027: en la actualidad esta marca se sitúa en los 65 años y 6 meses.
Eso explica que al margen de las cifras promedio, muchos trabajadores agoten la edad legal de jubilación y que cada vez más trabajadores se jubilen pasados los 65 o incluso los 70 años. Sin embargo, el factor más determinante no es ese, sino la necesidad de muchos autónomos de seguir trabajando al no contar con una pensión pública suficiente después de años cotizando por las bases mínimas.
Según la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre del año, hay en España un total de 197.400 ocupados de más de 65 años, de los que hasta 47.000 tienen más de 70 años. De estos, 105.900 trabajadores, más de la mitad eran empleados por cuenta propia.
Considerando la evolución de ambos vectores y tomando como referencia los terceros trimestres de cada años, se observa que el total de empleados mayores de 65 años comenzó a crecer desde 2013 --descendió entre 2011 y 2013 pese a la reforma de las pensiones del PSOE-- y suma ya un repunte total de más del 46%, desde los 135.200 a los 197.400 ocupados en cinco años.
Los autónomos se jubilan más tarde
¿Y qué peso tienen los autónomos en estas cifras? Uno muy importante, aunque su incremento ha sido inferior en estos años, del 35,9%. Por ello, la cuota que representan ha pasado del 57,8% en 2013 al 53,6% en 2018. Una cifra nada desdeñable pese a todo.
Ahora bien, si se toma solo el último año, el repunte de los trabajadores autónomos de más de 65 años ha sido notable y superior que la media (del 10,3% frente al 9% total), por lo que su peso entre los trabajadores más senior se ha incrementado ligeramente desde el 53% al 53,6%, por encima de su peso relativo sobre el total de los ocupados, que es actualmente ronda el 15% tras un progresivo descenso desde el 18% que representaban en 2013.
Los datos del INE solo ofrecen datos por edades por intervalos de más de 65 años hasta 70 y de esa cifra en adelante. Sin embargo, estudios del Instituto Santalucía reflejan que los autónomos se jubilan dos años más tarde de media que los asalariados, por lo que cabría pensar que la mayoría se situarían en un retiro promedio de 66 años.
No obstante, atendiendo a los datos únicamente a partir de los 70 años, el peso de los autónomos sobre el total de trabajadores es aún mayor, de hasta el 71%, proporción que ha incrementado ligeramente desde 2013.
El problema de las bases mínimas de cotización
La principal razón por la que los autónomos tienen un peso mayor entre los trabajadores que siguen en activo tras cumplir 65 o 70 años es que aún hoy más del 85% elige cotizar por las bases mínimas para poder disponer de mayor liquidez en su día a día. Sin embargo, la contrapartida de esta decisión es llegar a la vejez sin haber generado una pensión suficiente.
Comparando las pensión media de los trabajadores asalariados y la de los autónomos resulta que estos cobran algo más de la mitad que los primeros. Si en el Régimen General se alcanza un promedio de 1.248,1 euros, en el caso de los autónomos no se superan los 738 euros mensuales.
Es por ello que, como indican estudios también del Instituto Santalucía, el 79% de los autónomos se reconoce preocupado porque tendrá que trabajar más allá de los 67 años, el 80,7% teme no haber cotizado lo suficiente y el 85,3%, no tener margen para completar su pensión con ahorro privado.
¿Qué hacer?
Los autónomos cotizan actualmente por contingencias comunes e incapacidad temporal, con un tipo de cotización conjunto del 29,8%, y con una base mínima de 932,7 euros mensuales. Es voluntario cotizar por cese de actividad (el paro) y por contingencias profesionales (algunos sí están obligados, pero no todos).
Desde la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), la opción más conveniente sería establecer estímulos fiscales (similares a los vigentes para incentivar la contratar planes privados) para aquellos que opten por cotizar por bases superiores.
Sin embargo, el Ministerio de Trabajo ha trasladado dos propuestas a las organizaciones más representativas de autónomos para incrementar las bases mínimas de cotización, aunque rebajando los tipos. No obstante, todo ello pasando por una cotización obligatoria por los cuatro conceptos citados más un quinto para formación.
Es por ello que la resultante es un incremento de las cuotas a pagar de unos 20 euros al mes. La buena noticia, en todo caso, sería que los autónomos que pudieran aguantar el tirón tendrán en el futuro mejores pensiones y tal vez se pudieran jubilar a una edad más temprana.
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