No son buenos tiempos para el negocio bancario. La conjunción de un escenario de crecimiento económico modesto y tipos de interés en mínimos mantiene al sector desde hace años en una difícil lucha por la supervivencia, en la que arañar algo de rentabilidad se ha convertido en un desafío crítico. Las pérdidas del 45% en bolsa que arrastra la banca europea en los últimos tres años son una muestra suficientemente elocuente de esta difícil coyuntura.

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