Las casas de análisis intentan estimar a tientas cómo de grande será el golpe económico que traerá la crisis sanitaria del coronavirus, pero lo que está claro es que nadie librará a España de una recesión. Con la incertidumbre de la mano y presionados por los supervisores, los bancos están empezando a recortar sus dividendos y algunos objetivos de negocio en vista de la contracción del negocio que viene.

Y no es para menos. Los bancos españoles se verán afectados en primer lugar por la recesión que azotará el país, que aún no está claro qué tamaño tendrá. Algunos analistas creen que la contracción del Producto Interior Bruto (PIB) estará en torno al 2%, mientras que otros mucho más pesimistas creen que el golpe rozará el 10%

Sea cual sea la magnitud de la recesión, impactará a los bancos, cuyos ingresos se verán mermados por la pérdida de poder adquisitivo de sus clientes. UBS estimaba en un informe publicado esta semana que los seis bancos del Ibex 35 ganarán un 56% menos de lo que preveía antes. Los más afectados en opinión de la firma suiza serán Bankia y Sabadell, que entrarán en pérdidas este año, según sus previsiones.

“El rápido deterioro del entorno operativo se traducirá en menores ingresos por la caída de volúmenes en todas las líneas de negocio”, explica Marco Troiano, subdirector de instituciones financieras en Scope Ratings. Los bancos, en su opinión, deberán recomponerse tras meses de ingresos perdidos, lo que finalmente “derivará en un deterioro de la calidad del crédito para la banca europea a no ser que sus clientes más vulnerables sean apoyados por garantías del Gobierno y medidas por parte de la Seguridad Social”.

En España, el Gobierno ha dirigido sus medidas económicas a proporcionar liquidez a las empresas para evitar cierres e insolvencias. A pesar de haber cedido a avalar la mayor parte del crédito que se conceda en estas circunstancias, los bancos no se libran de asumir una parte del riesgo, lo que más adelante puede traducirse en un aumento de la morosidad y, en consecuencia, de sus dotaciones de provisiones.

“El balance de riesgos cambiará durante la crisis, con un riesgo operativo y de ciberseguridad más relevante en la primera fase debido al impacto directo del virus en las operaciones”, explica Troiano.

Oleada de profit warnings

Fruto de esta situación, desde Scope Ratings prevén para la banca una oleada de profit warnings, es decir, actualizaciones de sus objetivos. CaixaBank ya ha anunciado que rebaja sus objetivos de capital desde el 12% al 11,5% para adaptarse a esta nueva situación, pero los analistas esperan que otros bancos tomen decisiones similares y rebajen expectativas, si no ahora, de cara a la próxima presentación de resultados, que tendrá lugar a finales de abril.

De hecho, Bankia ya anunció hace unos meses que no podría cumplir el objetivo de beneficio de su plan estratégico de ganar 1.300 millones de euros este año debido al escenario de bajos tipos de interés más prolongado en el tiempo de lo esperado cuando se diseñó el plan.

En este contexto, vuelve a aparecerse el fantasma de las fusiones que siempre sobrevuela al sector. Si antes de que el coronavirus marcara el día a día de España ya se hablaba de la posibilidad de la consolidación, ahora muchas miradas se dirigen automáticamente ahí, especialmente debido a las bajos precios a los que cotizan las entidades. “Los reguladores van a ver las fusiones como una vía para facilitar la salida de los jugadores débiles del mercado”, afirma Troiano.

Recorte de dividendos

Para suavizar el impacto, los supervisores están pidiendo a los bancos que dejen de repartir dividendos al menos hasta el próximo mes de octubre. Así lo hicieron ayer el Banco Central Europeo y el Banco de España, que solicitaron a los bancos, además, que no recurran a las recompras de títulos para remunerar al accionista.

Algunas entidades españolas se habían adelantado ya. Santander anunció hace unos días que revisará el dividendo de este año y CaixaBank anunció un recorte a la mitad de la retribución al accionista correspondiente a 2019 y del payout de la de 2020. Bankia, por su parte, ha tenido que renunciar a pagar el superdividendo que prometía en su plan estratégico.