A pesar de que los bancos han llegado a esta pandemia mejor preparados que nunca en términos de solvencia y liquidez, no van a poder librarse de la gran ola de impagos que amenaza con instalarse en los próximos meses. Las entidades han empezado ya a protegerse contra la alta morosidad que registrarán a través de provisiones récord, pero tendrán que ampliar sus planes de contingencia por si la economía sufre un segundo golpe debido a un rebrote de los contagios por Covid-19 o a una recuperación más lenta de lo esperado.

Los seis bancos más grandes del país cerraron el primer trimestre con un sacrificio de gran parte de su beneficio en favor de las necesarias provisiones que tuvieron que empezar a dotar por el miedo a los impagos que vendrán tras la pandemia, que dejará en España una tasa de desempleo del 19% este año y del 17,2% el que viene, según los cálculos del propio Gobierno.

Esta fuerte dotación ascendió, a nivel de grupo, a 1.600 millones en el caso de Santander, 1.443 millones en el de BBVA, 400 millones en el de CaixaBank, 125 millones en el de Bankia, 213 millones en el de Sabadell y 107,3 millones en el de Bankinter. Algunos de los primeros espadas de estas entidades reconocieron posteriormente que la dotación de provisiones deberá ampliarse a lo largo del año, aunque la incertidumbre que genera el perfil sanitario de esta crisis complica las estimaciones.

Los bancos van a empezar a ser más estrictos en el análisis de riesgos a la hora de dar un crédito

Provisionar responsablemente es una obligación para los bancos en previsión del gran aumento que experimentará la mora, que el Banco de España aún no se ha atrevido a cifrar, pero que algunos expertos estiman que se situará en torno al 7% este año, una proyección negativa para el sector, pero aún lejos del máximo histórico registrado en 2013, cercano al 14%. Actualmente, la mora del conjunto de entidades se encuentra en torno al 5%, según los datos del supervisor.

Esta no será la única decisión que tomen para protegerse. Los bancos serán más estrictos tras la pandemia a la hora de conceder un crédito, especialmente hipotecario, de acuerdo con fuentes financieras. La necesidad de evitar al máximo los impagos les hará ser más exigentes en el momento de valorar el riesgo que asumen cuando dan un crédito y, particularmente, en relación con los requisitos laborales que reclaman a sus clientes para valorar el riesgo de prestarles dinero.

Además, los bancos tomarán otra clase de decisiones para mejorar su eficiencia, como reducir su capacidad, una medida que el Banco Central Europeo (BCE) lleva mucho tiempo reclamando. Estos días se conocía que Sabadell, que ya tenía previsto reducir su red en dos centenares de sucursales (en torno al 13% de su franquicia), acelerará estos planes por la crisis del Covid-19, según publicaba Reuters.

La mora del consumo llegará primero

Sea cual sea el porcentaje sobre el crédito total que termine siendo impagado, lo que se adivina ya es que los impagos empezarán por el crédito al consumo, es decir, el que se pide para financiar necesidades personales, como la compra de un coche, por importes relativamente bajos, hasta 75.000 euros. Este tipo de préstamos son siempre los primeros que se dejan de pagar, antes que las hipotecas, que suponen un esfuerzo económico mucho más relevante para las familias.

La exposición de los bancos a este tipo de créditos no ha variado mucho desde la crisis. Los préstamos al consumo fueron representando cada vez menos proporción en la cartera crediticia de los bancos tras la crisis financiera, pero los tipos bajos han obligado a las entidades a recurrir de nuevo a este tipo de crédito, hasta el punto de superar su exposición respecto a la que tenían en 2009, según datos del Banco de España.

De este tipo de crédito los bancos pueden obtener mayores ingresos, pero también mayor mora en momentos de tensión. El Banco de España advirtió en varias ocasiones al sector antes de la crisis del Covid-19 de los peligros de recurrir masivamente a este tipo de créditos, aunque en todo caso nunca consideró su exposición demasiado alta ni preocupante.

En su último Informe de Estabilidad, publicado ya en el marco de esta crisis, el supervisor explicaba que la mora llegará primero desde este segmento. "Los impagos en crédito al consumo se producirán en una fase más temprana que en el crédito hipotecario para los hogares que combinan distintos productos de préstamo", señalaba. Sin embargo, tampoco hay previsiones de la institución sobre la mora que podría registrar este segmento.

Pese a la evolución que tenga la devolución de los créditos al consumo, juega a favor de la banca que, además de encontrarse mucho mejor capitalizada, está menos expuesta a los sectores empresariales que se convirtieron en problemáticos en la anterior crisis, pues su exposición al inmobiliario y la construcción ha caído un 12% y un 15%, respectivamente, entre 2009 y 2019, con datos del Banco de España.

Por estos y otros factores, los expertos dan una baja probabilidad a que se materialice la amenaza de una crisis financiera, al menos si no hay cambios sobre la previsión de que la economía sufrirá un impacto muy fuerte este año, pero se recuperará a partir del siguiente. De hecho, los temores son ahora menores, como destacan desde Berenberg: "Con la reducción de los confinamientos desde finales de abril, el riesgo potencial de que la pandemia y la megarrecesión resultante puedan transformarse en una crisis financiera ha disminuido considerablemente".

Eso sí, estas previsiones optimistas podrían venirse abajo en el caso de que se materialice una segunda oleada de contagios por Covid-19 que lleve a nuevas restricciones de la movilidad o una recuperación más lenta de lo esperado. Cualquier de estas dos situaciones podría ser el detonante para que los bancos terminen sufriendo las peores consecuencias.