La sequía ha sido la gran protagonista de la 40º vendimia en la Denominación de Origen Ribera del Duero, donde se han cosechado 105 millones de kilos, casi un 5% menos que en 2021. También ha sido la tercera más larga de la historia de la DO (74 días).

"Hemos conseguido poca en volumen, pero de calidad", explica a El Independiente el director general de la D.O., Miguel Ángel Sanz. La merma en la cosecha ha encarecido la materia prima. Y eso unido a los sobrecostes que deben hacer frente las bodegas desde hace meses (cartón, vidrio, energía, transporte...), apunta a una subida de precios.

Pero ese es un factor que no preocupa especialmente en una denominación con una cuota de mercado en tinto del 16,4% en volumen (según datos de Nielsen). "El consumo no sabemos cómo va a evolucionar, pero no creemos que se hunda por el tipo de producto y por la estrategia que tenemos", responde rotundo sobre la actual coyuntura que también está llevando a los consumidores a desplegar estrategias de ahorro.

Desde la DO aducen que el vino no es producto de primera necesidad, sino que está más asociado a momentos de ocio o disfrute. "Nosotros llevamos tiempo reorientando la estrategia hacia vinos de calidad o de valor de diferenciado. Por lo tanto, Ribera del Duero no entra en la competición del vino más barato, sino en un consumidor dispuesto a pagar algo más por la calidad", afirma.

Además, cuentan con el hecho de que la mayoría de sus vinos están diseñados sobre todo para guarda, no como en otras zonas productoras donde todo lo que se produce hay que venderlo al año siguiente.

En cuanto a los precios finales, en esta añada se suman varios factores al margen del precio de la uva. Las bodegas están soportando varios sobrecostes; desde el precio del cartón o el vidrio, al precio de la energía o el transporte. "Eso hace que se esté encareciendo la producción del vino", abunda Sanz, aunque no puedan repercutirlo todo en el precio final. "Va a ser un año complicado para las bodegas", dice.

Sanz reconoce "errores" de la D.O. durante sus cuatro décadas de andadura, pero defiende que en estos momentos "siguen llegando bodegas". En este sentido, dice que ahora mismo se está produciendo "un cambio radical" que será la semilla de lo que podrá verse en la próxima década en una DO que cuenta con 7.551 viticultores y 26.188,95 hectáreas inscritas. "Los vinos ahora son más afrutados, más elegantes y fáciles de beber. Tampoco hay dos que sepan igual", resume.

El foco está puesto en la internacionalización, con acciones de promoción fuerte en los once mercados que representan el 76% de sus exportaciones: Estados Unidos, Canadá, México, Puerto Rico, China, Suiza, Alemania, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Reino Unido. Fundamentalmente de vinos crianzas, reservas y de autor. "El mercado internacional busca algo único y diferenciado del resto", remata.

Además, Sanz presume de que jóvenes autóctonos de la zona con estudios en enología y estancias fuera de España están volviendo a la tierra para montar proyectos propios. En total, se venden 100 millones de botellas de Ribera del Duero al año que salen de 311 bodegas. A pesar del impacto de la pandemia, sigue siendo la tercera región vitivinícola más visitada de España. Y ese es otro de los ejes de crecimiento, potenciando las actividades experienciales para fidelizar al consumidor. "Tenemos que conseguir que la gente venga a vivir el vino", concluye.

La vendimia se realizó manualmente, reduciéndose el empleo de máquinas, con solo el 27,9% de la superficie total. Un dato testimonial que deja constancia del predominio de la vendimia manual. Desde la DO señalan que los vinos blancos y rosados estarán caracterizados por una relevante intensidad aromática y por una gran frescura, aptos para conjugar con breves y medias estancias en barricas que puedan aportar mayor complejidad aromática y estructura gustativa. Por su parte, dará lugar también a vinos tintos cálidos, muy estructurados y complejos desde el punto de vista aromático e ideales para combinar con cortas, medias y largas estancias en barricas.