Los datos que publicó esta semana el Ministerio de Hacienda no servirán para calcular las balanzas fiscales ni tampoco para zanjar el debate sobre la financiación autonómica. El Gobierno ha dado a conocer estos datos, que no publicaba desde 2014, en un ejercicio de transparencia después de pactarlo así con Junts para que los catalanes votasen a favor de la convalidación de las medidas anticrisis. No está claro de qué manera los utilizarán los independentistas, pero los expertos consultados por este medio coinciden en que son del todo insuficientes para poder calcular cuál es la diferencia entre lo que cada región aporta a la Administración central y lo que recibe de la misma. Se trata de un cálculo difícil que tampoco servirá para reformar el reparto de recursos a los territorios, que está más relacionado con los criterios de redistribución del Estado. 

¿Qué son las balanzas fiscales?

La balanza fiscal es la diferencia entre la contribución que los ciudadanos de un territorio hacen a la Administración a partir de sus impuestos, frente a los beneficios que reciben gracias a la actuación de una administración. Se podría resumir con cuántos impuestos pago y qué me aporta el Estado en materia de transportes, sanidad o pensiones, por poner algunos ejemplos. 

Ángel De la Fuente, el considerado como el mayor experto en la financiación autonómica española, explica en un documento publicado en 2019 que para calcular esa balanza fiscal “resulta necesario coger todos y cada uno de los programas de gasto de la Administración Central y los múltiples tributos que los financian y repartir sus dotaciones y rendimientos entre los distintos territorios de acuerdo con algún criterio que permita cuantificar qué parte de cada partida le corresponde a cada uno de ellos”.

Pero aquí empiezan los problemas. Como reconoce el economista en el mismo documento, “el dato tiene un cierto interés para el estudio del impacto redistributivo de los flujos fiscales interregionales, pero se presta con demasiada facilidad a un análisis muy superficial y se ha utilizado con frecuencia para excitar sentimientos de agravio comparativo con la esperanza de obtener rendimientos electorales”. Incide en esto el economista e inspector de Hacienda Francisco De la Torre: “Evidencian que Madrid es la comunidad autónoma con mayor PIB per cápita, pero porque muchas multinacionales lo ingresan todo en Madrid. Por eso el tema de las balanzas fiscales tiene una utilidad más que relativa”, subraya.

De hecho, existen distintos métodos para calcular esa balanza fiscal y este es uno de los motivos por los que el Ministerio de Hacienda se habría limitado a proporcionar los datos brutos, en lugar de dar el cálculo ya hecho. Los expertos consultados por este periódico explican que se trata de un trabajo complejo que llevará meses resolver a los expertos de cada comunidad autónoma. “El cálculo no es inminente”, resume el economista Guillem López Casasnovas, también experto en este asunto, en una conversación con este periódico.

¿Qué aportan los datos publicados por Hacienda?

Si no tenemos el cálculo, ¿qué aportan los datos que ha hecho públicos ahora el Ministerio de Hacienda? Para empezar, se trata de un compromiso político que el PSOE firmó con Junts y que el partido catalán ha recibido como una oportunidad para calcular las balanzas fiscales. Sin embargo, desde el Govern y, en concreto, desde la Conselleria de Hacienda de la Generalitat han sido más críticos: “La información publicada hoy por el Estado no aporta ninguna novedad”.

En la misma línea se pronuncia López Casasnovas, que considera que los datos recopilados por el departamento que dirige María Jesús Montero ya eran públicos y que, además, no todos están territorializados, por lo que el cálculo de la inversión recibida por el Estado no es sencilla. “Hay una parte muy necesaria que no se ha publicado”, añade De la Fuente, en declaraciones a El Independiente. “El nivel de detalle y el desglose territorial son muy limitados”, asegura el experto.

En cambio, para el catedrático de Economía Aplicada, profesor en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla e investigador de Fedea Diego Martínez López, la publicación de los datos es positiva a efectos de favorecer la investigación académica, pero insiste, al igual que el resto de expertos consultados, que para hacer un cálculo razonablemente bueno van a hacer falta semanas, y que los diferentes métodos complican la misión.

¿Por qué es complicado calcular las balanzas fiscales?

“La construcción de balanzas fiscales regionales es una tarea trabajosa y complicada que está muy lejos de ser una ciencia exacta”, resume De la Fuente. El problema es que cientos de partidas -que comprenden miles de millones de euros- que aparecen en los datos facilitados por Hacienda no están divididos por regiones. Algunos ejemplos son el gasto en seguridad vial o el gasto en cooperación al desarrollo internacional, o el déficit. ¿Cómo repartirlos entre habitantes? 

Para solucionar este escollo, los investigadores han desarrollado dos formas de cálculo: el flujo monetario y el de carga-beneficio. El primero imputa el gasto del Estado en base a su destino geográfico. El segundo tiene en cuenta la residencia de las personas que se benefician de esa inversión. Pero ninguno de los dos ni está aceptado en la literatura académica española, ni existe en la investigación académica de otros países, recalca el profesor Martínez López.

Si se observan las diferencias en partidas de gasto como la defensa o las relaciones exteriores, “en estos casos, el enfoque de flujo monetario atribuye el gasto únicamente a las regiones en las que éste se materializa (lo que plantea un problema obvio en el caso del gasto realizado en el extranjero), mientras que el enfoque de carga-beneficio lo reparte entre todas las regiones en proporción a algún indicador (generalmente la población) que intenta capturar la participación de cada una de ellas en los beneficios relevantes”, describe De la Fuente.

El experto defiende el método de carga-beneficio, porque considera que el flujo monetario tiene en cuenta los efectos indirectos de esas inversiones sobre la actividad económica de los territorios. En este sentido, opina que “los posibles efectos indirectos del gasto estatal sobre el empleo y la actividad económica deberían ser una consideración muy secundaria en el mejor de los casos”, porque esas inversiones no tienen como objetivo potenciar las economías autonómicas, en la mayoría de los casos.

¿Por qué no son una imagen fija de la inversión del Estado?

Como advertía este economista, las balanzas fiscales son manipulables y difícilmente muestran una imagen real de la inversión del Estado, ya que como hemos visto, computar los gastos sigue siendo una cuestión de debate. “Muchas partidas presupuestarias benefician a ciudadanos que viven en regiones distintas de aquella donde se materializa físicamente el gasto o en la que se localiza el domicilio social de la entidad o empresa receptora de una subvención”, explica De la Fuente. 

Además, los datos ofrecidos por Hacienda esta semana hacen referencia al ejercicio de 2021. El experto justifica este “desfase de unos años” porque conseguir esos datos lleva tiempo y, seguramente, los de 2022 no están disponibles y los de 2023, no lo están, afirma con seguridad. Por otra parte, el ciclo económico o las inversiones puntuales pueden distorsionar la imagen que proporcionan las balanzas fiscales.

En épocas de recesión el Gobierno central gasta mucho más de lo que ingresa"

ÁNGEL DE LA FUENTE, DIRECTOR EJECUTIVO DE FEDEA

“El saldo presupuestario de la Administración Central varía mucho con el ciclo económico y esto tiene un efecto muy directo sobre los saldos fiscales regionales. En épocas de recesión el Gobierno central gasta mucho más de lo que ingresa, lo que tiende a mejorar los saldos fiscales de todas las regiones a la vez, mientras que en épocas de expansión el fenómeno tiende a invertirse. Esto hace que los saldos fiscales de distintos ejercicios no sean fácilmente comparables entre sí y tiende a dificultar la interpretación de los resultados de cualquier ejercicio dado”, argumentaba en el documento de 2019.

¿Sirven estos datos para reformar la financiación autonómica?

La impresión de los expertos es que no, por diferentes motivos. En parte, porque la mayor parte de la diferencia entre lo que los habitantes de una región aportan a la Administración y lo que reciben ni siquiera tiene que ver con la financiación autonómica, sino con el sistema de redistribución del Estado -que, por ejemplo, lleva a que los más ricos paguen más IRPF, entre muchos otros ejemplos-. Y en parte porque no está claro de qué manera va a aportar conocer que una región contribuye más o que otra recibe más que otra.

“No va a facilitar el debate, ahora mismo la gente está cogiendo las cerezas que más les gustan”, lamenta Martínez López, en referencia a los titulares publicados esta semana que resaltan estas diferencias entre regiones. “Y además, si vamos a discutir las balanzas fiscales, ¿Qué queremos, quitar la progresividad al sistema fiscal?”, se pregunta. “Tampoco tendría sentido diseñar el modelo de financiación para buscar determinados efectos sobre las balanzas fiscales”, añade Ángel De la Fuente.

“Solucionar en sí no soluciona nada. Desde el punto de vista más técnico no aporta nada, sirve para reforzar el discurso de ‘tenemos que conseguir la independencia’”, opina también De la Torre. 

Ahora la pregunta es a dónde llevará la publicación de estos datos. Por el momento, Hacienda ha cumplido con su promesa, pero está por ver qué dirección tomará Junts en base a la interpretación que haga de las cifras. La impresión de los expertos es que posiblemente el Gobierno no emita su propio cálculo de las balanzas fiscales; simplemente los datos servirán para poner de nuevo sobre la mesa el debate de la financiación autonómica, que antes o después debe abrirse.