Las nuevas tecnologías y la digitalización ya forman parte de nuestras vidas. Son muchas las empresas o profesionales autónomos que buscan renovarse y dar un paso al frente en este sentido. Sobre todo para no perder competitividad y aumentar las posibilidad de llegar a más y nuevos clientes.

Pero todo esto podría estar también afectando negativamente a algunos trabajadores por cuenta propia. Por todos son conocidos casos como los 'riders' y otras profesiones similares que se encuentran, en muchos casos, en situaciones precarias. Dependiendo del uso que se haga de la Inteligencia Artifical se podría ahondar más en estas circunstancias. El Profesor Doctor José Luis Goñi Sein, Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Navarra, ha analizado esta cuestión durante su discurso inaugural del curso académico 2019 - 2020, aportando interesantes reflexiones al respecto.

Para Goñi, el mal diseño de un algoritmo puede “propagar sesgos a escala masiva y acelerada”. Y esto es lo que ocurre en plataformas conocidas como Glovo o Deliveroo, en las que el autónomo es un mero transportista entre el vendedor del producto y del cliente.

Para elegir al 'rider' que hace el servicio estas plataformas utilizan la inteligencia artificial que se basa en determinados parámetros. Se tienen en cuenta la reputación del trabajador (que sube o baja según la valoración del cliente), la puntuación de la propia empresa que ofrece le producto o servicio, la eficiencia y las horas de alta demanda y las posibilidades de continuidad del autónomo en la propia plataforma.

Deshumanización de quien realiza el trabajo

En este sentido, el Doctor señala que no se trata ya sólo de un posible sesgo o discriminación, sino que se aplica una deshumanización total a la persona que realiza el reparto. Para él “la inteligencia artificial puede socavar la dignidad de la persona, porque al autómata toma el sitio del empleador y muchas veces las operaciones del sistema general resultados contrarios a la honorabilidad y estabilidad en el empleo del trabajador, sin que este pueda participar en el proceso de toma de decisión ni impugnar tal decisión”.

Y el problema no es sólo este. Goñi también apunta a que este 'modus operandi' implica que ya se estén realizando, por parte de las corporaciones, otro tipo de acciones poco éticas. Por ejemplo vigilancias injustificadas, abusos de orden laboral (trabajadores que tienen que hacerse autónomos sin ningún tipo de protección y salarios micro), gran falta de justificación de las decisiones porque se hacen de forma autómata y, además, con poca capacidad de reacción, etc.

IA sí. Pero bajo un marco ético

Es por ello que las empresas deberían utilizar la inteligencia artificial garantizando un marco tanto ético como jurídico que tenga como base los derechos fundamentales de la Unión Europea y la legislación internacional en Derechos Humanos.

Aunque de momento no existe una legislación sobre el tema, la UE ya ha decidido tomar cartas en el asunto creando un Grupo de Expertos de Alto Nivel. Este grupo publicó el pasado mes de abril un documento con los cuatro principios éticos que se deberían cumplir y que puede que sirvan de base para una futura norma o ley referente a la inteligencia artificial y el uso que hacen las empresas en la actualidad.

Los principios señalados en el documento son: el respeto a la autonomía humana, la prevención del daño, la equidad y la explicabilidad. Si bien no son vinculantes, las empresas deberían tomar nota para que la precarización del autónomo quede en una simple anécdota y se puedan mejorar sus condiciones laborales.