"Una fusión con el Partido Popular sería una buena solución para que el partido se rearme. Si no lo hacemos, Sánchez se va a eternizar en la Moncloa. Y para Ciudadanos será el fin". Es el diagnóstico que hace un importante dirigente de la formación liberal, que prefiere permanecer en el anonimato por las fuertes tensiones que se respiran intramuros estos días en la formación que dirige Inés Arrimadas. La de abordar una "reunificación" con el PP es una idea que, no obstante, comparten diversos cargos naranjas, desde diputados autonómicos a senadores o concejales. Pero ninguna de estas voces 'críticas' con la dirección se atreve a dar el paso y abrir el debate públicamente, porque quien lo haga estará firmando su sentencia de su continuidad dentro de Ciudadanos. "Quien lo haga está muerto", sentencia el mencionado dirigente, que no duda en criticar el "cesarismo" imperante en la actual dirección del partido.

Y no es el único. La tensión entre esta corriente crítica y el 'núcleo duro' del partido se puede cortar con un cuchillo. "Nadie quiere ser el primero en disparar", coincide otro cargo territorial de Ciudadanos. Tal y como informó El Independiente, hace semanas que una facción del partido comenzó a plantear, entonces tímidamente, la idea de una "reagrupación" con el PP "con condiciones" si todos los malos pronósticos se confirmaban y Ciudadanos se desangraba en Cataluña, su principal feudo político. El desastre no sólo se confirmó, sino que se agravó: los liberales han conservado únicamente seis de los 36 diputados que tenía en el Parlament, una caída que ni tan siquiera pronosticaron los sondeos más pesimistas. En consecuencia, el sector de la formación que cree en esa fusión con el PP como "única solución" para evitar la muerte de Ciudadanos ha crecido de un modo significativo.

Las elecciones catalanas han sido la "tormenta perfecta, en la que se están poniendo las nubes y en la que el suelo empieza a echar humo. La única opción que el centro liberal derecha tiene de ganar a Sánchez es el de construir un partido fuerte de centro, y eso pasa por la fusión de Cs y PP", comentan las fuentes consultadas. "Me puede gustar más o menos... pero o ensanchas la base de votantes o ya es imposible ganar", coincide otro dirigente naranja. Pero ni la dirección, con Inés Arrimadas al frente, ni los afines a la líder liberal quieren oír hablar de tal posibilidad.

De hecho, durante la tensa reunión de la ejecutiva naranja del pasado lunes, la presidenta reivindicó el de Cs como un "proyecto autónomo" y, en los días siguientes, algunos dirigentes próximos a la líder criticaron duramente la intención declarada de Casado de absorber al partido naranja. "El principal fracaso del PP en Cataluña es que no ha arañado un sólo escaño a Ciudadanos. No es el mejor aliciente para intentar la absorción sin que se te atragante", comenta un miembro de la ejecutiva.

La de absorber a Ciudadanos más pronto que tarde se ha convertido en una de las tareas pendientes de Pablo Casado, en cuyo entorno se concibe la fusión como "única salida" para destronar a Sánchez con la reunificación del centroderecha bajo unas mismas siglas. Pero Arrimadas se niega rotundamente a estudiar esta posibilidad por las propias diferencias entre ambas posiciones. "Ciudadanos es un partido de centro de verdad, que es limpio y no tiene que cambiar de sede", deslizó, añadiendo un órdago directo a la decisión de Casado de abandonar la histórica sede de Génova para romper definitivamente con el pasado corrupto del PP.

A juicio de Inés Arrimadas, tanto ella como el propio proyecto cuentan con el suficiente "apoyo" dentro del partido como para "seguir adelante" pese al batacazo en Cataluña. Pero el fuerte seísmo interno derivado del fracaso sin paliativos el 14-F y la ausencia de autocrítica amenaza el propio liderazgo de Arrimadas. Existe un movimiento interno que busca promover una suerte de "revolución" que tiene como objetivo último o bien forzar a que la presidenta ejecute cambios de calado tanto a nivel organizativo como estratégico para "salvar el partido", o bien barrer la actual dirección, incluyendo a Inés Arrimadas. Si esta rebelión finalmente no sale adelante -se necesita de entrada que un tercio de los militantes promuevan un congreso extraordinario-, las fuentes consultadas pronostican que "habrá muchas bajas".

"Están completamente cegados, están fuera de la realidad", insisten los críticos, en relación a al 'núcleo duro' del partido, compuesto entre otros por los número dos y tres de Arrimadas, Carlos Cuadrado y José María Espejo, los "guardianes chusqueros" del fuerte naranja. La presidenta de Ciudadanos se negó a cesar a sus hombres fuertes pese al fuerte clamor interno que, en público y en privado, pedían sus cabezas, así como una redefinición de la estrategia que para algunos pasan por esa plataforma conjunta con el PP. "Están enrocados", lamentan las fuentes consultadas. "Si no se mueven, Ciudadanos está muerto".