A menudo es una moneda al albur del juego político. Su flujo mide en muchos casos la salud de las relaciones entre países vecinos. La crisis que desde este lunes ha elevado la tensión entre Marruecos y España ha vuelto a arrojar luz sobre una realidad humana que está por encima de disputas geoestratégicas. Los más de 8.000 niños, mujeres y hombres que estas últimas horas han cruzado la frontera en Ceuta muestran el drama socioeconómico que vive la sociedad alauí y que la pandemia ha agravado. Muchos marroquíes ven desde hace años en nuestro país una oportunidad para abandonar la precariedad y la falta de oportunidades en Marruecos.

Las familias marroquíes que se lanzan a intentar el “sueño español” no ha dejado de crecer en los últimos años. El cierre de la frontera con Ceuta, uno de los motores económicos para la zona, ha supuestos un duro revés para todo el entorno. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística muestran una tendencia creciente de llegada de ciudadanos marroquíes a nuestro país desde 2014. En estos años se ha llegado a triplicar el flujo migratorio procedente de Marruecos. El pico anterior se alcanzó en 2008, con 71.660 marroquíes que llegaron a España y desde entonces la cifra fue en descenso hasta los poco más de 20.000 que se registraron en 2014.

Desde entonces, el flujo entre el país vecino y el nuestro no ha dejado de aumentar, tanto por vía terrestre como por el mar. En 2019 se alcanzó la cifra récord en la llegada de inmigración marroquí con 73.348 ciudadanos procedentes de Marruecos. No en vano, representan la comunidad inmigrante más importante de nuestro país. En total, actualmente algo más de 711.000 ciudadanos marroquíes viven en España.  

A Madrid y Barcelona

Lo sucedido en Ceuta estos días es una excepción, tanto por su dimensión y como por el momento en el que sucede. Históricamente la llegada de inmigración irregular por mar en España no tiene a Ceuta como uno de sus puntos más habituales. Así, hasta abril de este año llegaron a España a través del mar, a bordo de pateras, algo más de 40.000 inmigrantes, pero más de la mitad, 23.000 lo hicieron a alguna de las Islas Canarias. Así, en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla en los cuatro primeros meses del año pasado las cifras de llegada de inmigrantes se situó entre las más bajas de los últimos cinco años, con apenas 1.750 casos.

Tampoco mayo es el mes con mayor flujo de inmigración por vía marítima. En los últimos tres años apenas un millar de inmigrantes llegaron a nuestras costas en el mes de mayo. Sólo estos días en Ceuta la cifra supera ya las 8.000. La mayor parte ya ha sido entregado de nuevo a las autoridades marroquíes y sólo los menores y algunos adultos lograrán continuar su camino en España.

El destino final de toda la población marroquí se concentra en gran medida en las grandes ciudades, que soportan una mayor presencia de ciudadanos procedentes del extranjero. Los hombres y mujeres procedentes de Marruecos representan el mayor cupo de los 6,3 millones de ciudadanos inmigrantes que residen en España. Ciudades como Barcelona y Madrid tienen las tasas más elevadas de inmigración, junto con Canarias y la Comunidad Valenciana. En el extremo opuesto aparecen Extremadura, Asturias, Castilla y León o Cantabria, con los índices de inmigración más bajos.

Miles de niños

Las imágenes que estos últimos días se han visto de la crisis en la frontera de Ceuta han mostrado cómo un buen número de quienes han intentado llegar a nuestro país en busca de una oportunidad mejor eran jóvenes, incluso niños. Cada año alrededor de entre 7.000 y 8.000 menores no acompañados o acompañados llegan a España. Los marroquíes son la comunidad extranjera más extensa seguida por los rumanos y ecuatorianos.

Una población inmigrante que hasta la llegada de la pandemia y el cierre de fronteras se incrementó en su ritmo de llegada a España de forma muy importante. Desde 2013 se ha triplicado la llegada anual. Los apenas 127.000 inmigrantes que acogió España fueron aumentando en número año tras año hasta alcanzar en 2019 la cifra récord de 400.000, según datos del Instituto nacional de Estadística.