El desastre electoral de Unidas Podemos en Castilla y León al pasar de dos procuradores a uno, “no es culpa de Yolanda Díaz”. Así al menos lo afirman en el entorno de la vicepresidenta segunda, empeñada desde hace meses en marcar distancias con los morados y más si las noticias no son buenas. Bien es cierto que ella se desvinculó de la campaña electoral a conciencia. La complicada negociación para buscar apoyos a la reforma laboral fue la justificación perfecta para explicar su casi nula implicación en apoyo de Pablo Fernández.

Acudió a un acto electoral y arrastrando los pies, pero no fue ella, puntualizan, “la que organizó la campaña”. De hecho, llegan a apuntar que la reclamaron lo justo, dos versiones contradictorias que dan una buena muestra de la dificultad de las relaciones instalada entre el espacio morado y la también ministra de Trabajo.

A pesar de los buenos augurios del catastrófico CIS de Tezanos, que les vaticinó entre 3 y 5 diputados a Unidas Podemos, éstos manejaban sondeos internos que les llegaba a situar fuera del parlamento autonómico. Salvaron el escaño de Fernández y no sin polémica, pues eligió encabezar la candidatura de Valladolid, donde más opciones había de sacar escaño, y no la de León, su ciudad de origen.

“Ella es una mujer libre”, dicen en su entorno

Es más, el fracaso de Podemos limita a este partido sus opciones de pretender siquiera tutelar a la gallega. “Ella es una mujer libre”, advierten las mismas fuentes. El divorcio entre Díaz y los morados es cada vez más evidente. Ya no forman parte de un mismo sector en el Gobierno. Aunque la vicepresidenta teóricamente los capitanea, Ione Belarra e Irene Montero sienten cada vez menos afinidades con ella. Este alejamiento no se les ha escapado a otros ministros socialistas en el café que precede las reuniones de los Consejos de Ministros.

El 13-F “ha cerrado una etapa” y el proyecto de país que defiende “debe ir más allá de esas formaciones políticas. Abrirse y trayendo nuevas energías y nueva sabia. Eso es así, un proyecto para la gente y con la gente que más de los partidos. Castilla y León ha señalado las urgencia de los deberes”, subrayan distintas fuentes del entorno de la también ministra de Trabajo.

Esos intentos de tutelaje quedaron de manifiesto en la reacción de Pablo Iglesias a los resultados en Castilla y León. Lejos de atribuírselos a la formación que lideró hasta el año pasado, pretendió marcarle el camino a su sucesora al afirmar en Rac1 que con el frente amplio “no basta” sino que hay que dar la “batalla ideológica”, mensaje que le equipara a Isabel Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo.

Podemos asume que Díaz es una de sus pocas opciones para salir mejor parados de las próximas generales

En todo caso, Podemos mantiene su apoyo a la sucesora que señaló Iglesias, aunque si finalmente aspira a la candidatura a la presidencia del Gobierno deberá abrir un proceso de primarias, aunque no es previsible que nadie con posibilidades de hacerle frente se meta en esa batalla.

Podemos asume que la candidatura de Díaz a las elecciones generales es una de sus pocas opciones para salir bien parados de las próximas generales y aspirar a un nuevo gobierno de coalición con el PSOE de Pedro Sánchez si dan los números. Ella, por su parte, va a arrancar en breve su campaña de “escucha”, ya urgente, ante el deterioro electoral del espacio morado, tal y como adelantó este martes El Independiente.

Los suyos admiten que la izquierda “se deja votos. Hay que estudiarlo y tomarlo en serio”. Del mismo modo, ponen el acento en el carácter “instrumental” de los partidos, una forma como otra cualquiera de señalarle a Podemos cuál debe ser su lugar. “Esto no va de partidos ni de de dirigentes, va de altura de miras”, subrayan.

Este miércoles, a su entrada al plenario del Congreso de los Diputados prefirió hablar de la posibilidad de que Vox forme parte del nuevo ejecutivo castellanoleonés. La “peor de las noticias -dijo- es que la extrema derecha pueda decidir sobre la vida de las mujeres, sobre la educación de los hijos o sobre la sanidad pública". "Me gustaría que tuviéramos un país en el que el cordón democrático, que no sanitario, se impusiera. Cualquier posición favorable a que no dependa la educación, la sanidad, la dependencia y los servicios públicos de la extrema derecha en España".