Salvo que cambien las cosas, que pueden cambiar en un escenario tan volátil como el actual, el que será próximo líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha dado "manos libres" y autonomía a Alfonso Fernández Mañueco en sus negociaciones con Vox para formar gobierno. Así, al menos lo defendió el gallego en la última reunión de la ejecutiva popular, el pasado martes 15, tan sólo un día antes de que se conociera la información de que Génova había intentado presuntamente contratar un despacho de detectives para investigar los negocios del hermano de Isabel Díaz Ayuso, lo que abrió una crisis sin precedentes en el PP.

En aquella reunión antes de la tempestad, Núñez Feijóo "fue claro y contundente", señalan a El Independiente distintos dirigentes populares. Del mismo modo, dijo, que en 2019 "se confió en quien había perdido las elecciones para formar gobierno -en alusión al hecho de que el PP quedó, por primera vez en lustros, por detrás del PSOE,- , había que darle manos libres, de verdad, a quien había ganado esta vez", a sabiendas de que ello podía pasar por un acuerdo con Vox. Eso fue, al menos, lo que dijo antes de saber que asumiría las riendas del partido, pero, de momento, no ha rectificado esas palabras ni ha tratado con Mañueco la marcha de sus negociaciones.

El próximo líder del PP se manifestó a favor de la autonomía de Mañueco un día antes de que estallara la crisis del PP

Y no fue el único que apostó por darle libertad para gestionar una situación en la que se juega la investidura y una posible repetición de elecciones, aunque sí llamó la atención que lo dijera precisamente él, refractario a los pactos con Vox, formación a la que ha logrado asfixiar en Galicia, donde no tiene ni un solo escaño y minutos después de que Pablo Casado volviera a marcar distancias con la formación de Santiago Abascal.

Es cierto que ese martes Feijóo ignoraba que apenas una semana después sería declarado líder in péctore del PP y, por tanto, responsable directo de la alianza con Vox, si se produce, aunque no haya asumido aún la presidencia del primer partido de la oposición, cosa que no se producirá formalmente hasta el congreso extraordinario de los días 2 y 3 de abril.

El 10 de marzo dará muchas pistas de por dónde se inclina Mañueco, partidario él mismo de un acuerdo que deje a Vox como socio parlamentario preferente y no como compañero de Ejecutivo, tal y como insiste Santiago Abascal. Ese día se constituye el Parlamento de Castilla y León y será indiciario de si se han aproximado posiciones con Vox en caso de que, por ejemplo, presida la Cámara. Está también la opción de intentar un acuerdo con las fuerzas provinciales como Soria ¡Ya!, Por Ávila o Unión del Pueblo Leonés, pero ni con ellos suma mayoría para ir a la investidura si Vox no se abstiene.

Díaz Ayuso también defendió los pactos con el partido de Abascal

A la tesis de Feijóo de dar autonomía al castellanoleonés -que tan solo dos días antes había ganado las elecciones, pero con un resultado algo más exiguo del previsto-, se sumaron, entre otros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y los presidentes territoriales del partido de Aragón y de Canarias, Jorge Azcón y Manuel Domínguez, respectivamente. De Ayuso no es de extrañar, de hecho, durante a campaña electoral de Castilla y León defendió un escenario de pactos con Vox al afirmar que prefería pactar "con el partido de Ortega Lara que con el de sus verdugos", en alusión a Vox y a Bildu, respectivamente.

En esa misma ejecutiva, Casado volvió a marcar distancias con Abascal recuperando el discurso de la moción de censura. Y si bien, aparentemente, se le dejaba autonomía a Mañueco "no era así si a continuación afirmaba cosas como que el que negocia con un radical es un radical o con un xenófobo es un xenófobo. Casi no le dejó margen de maniobra", indican distintas fuentes consultadas.

En aquella cita del 15 de febrero, cuando Casado creía estar en la senda hacia la Moncloa, proclamó que "no estoy en política para llegar como sea, donde sea ni para hacer lo que sea. No fue ése el mandato que recibí de mi partido y no será ése el mandato que pediré a los españoles, porque jamás lo concederían". El PP, dijo, tiene "límites para pactar y acordar. Nuestros principios son nuestras condiciones. Y no vamos a renunciar a ellos. Nunca".

Casado y García Egea estaban dispuestos a ir a elecciones y que sirviera de "escarmiento"

En definitiva, "quien quiera pactar con nosotros tendrá que aceptarlos y respetarlos, como siempre", porque "la política sin principios sólo puede llevar a un final incierto", para subrayar a continuación que nadie estaba en condiciones de ejercer "ninguna tutela moral o programática sobre el PP".

De hecho, ni Casado ni su número dos, el hoy dimisionario Teodoro García Egea, descartaban ir incluso a una repetición electoral en Castilla y León con tal de no hipotecar la estrategia del primero, esto es, llegar a las generales sin pactos de gobierno con Abascal. Si eso suponía perder un territorio donde el PP lleva gobernando ininterrumpidamente más de 30 años, incluso podía servir de "escarmiento", como decían algunos miembros de la ejecutiva saliente.