Dos hombres en Almería a principios de enero, otro el pasado día 25 por la mañana, un segundo ese mismo día a última tarde del miércoles de esta semana y un quinto este en Girona también el miércoles. Ese es el balance en la lucha antiterrorista que ha dejado el mes de enero. Cinco casos mediáticos que se han cobrado una vida por el camino. Todos detenidos por la Policía Nacional

Los primeros fueron dos individuos arrestados en sus viviendas en Almería. Los agentes los detuvieron después de hacer el “juramento de lealtad” al Daesh, un trámite sencillo donde se reconoce al califato como máxima autoridad universal por la que luchar. Disponían de dinero en efectivo para marcharse al Sahel a enrolarse en la facción del Estado Islámico en África tras la caída en Siria e Irak.

El segundo tenía un perfil muy diferente. Era un señor jubilado, español de Burgos, de 72 años y ex funcionario del Ayuntamiento de Vitoria. Era el responsable del envío de seis sobres explosivos desde el pasado 24 de noviembre a diferentes personas, como el presidente Pedro Sánchez o la ministra Margarita Robles, o a las embajadas de Ucrania y Estados Unidos en Madrid. Dejó un herido, un miembro de seguridad que se encontró con uno de los paquetes.

El tercero, el único con rastro de sangre. Se trata de Yasine Kanja, un joven marroquí de 25 años que el miércoles a última hora de la tarde en Algeciras atacó con un machete en dos templos cristianos y lo intentó en un tercero. Mató presuntamente a un sacristán, hirió de gravedad a un párroco, golpeó en la cara a otro chico marroquí acusándole de infiel e hirió a otras dos personas. Fue detenido en la Plaza Alta de la ciudad. El juez le imputa delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas.

El último de esta semana ha sido este mismo viernes en Girona. La Policía lo detuvo por su "presunta relación con delitos de terrorismo". La operación ha contado con la colaboración del servicio policial FBI estadounidense. Utilizaba internet para mostrar su apoyo activo en favor de la organización terrorista Daesh, obtener manuales con los que auto capacitarse en el uso de armas y explosivos, así como la adquisición de armas.

Asimismo, se comprobó como visionaba la ejecución de atentados yihadistas en Europa. El mismo día de su detención hizo búsquedas de cómo llevar a cabo apuñalamientos y de atentados efectuados con este tipo de armas blancas.

Cinco hombres, cinco perfiles, cinco historias. Todas ellas con un nexo común: el terrorismo autoadoctrinado a través de internet. La lucha contra esta lacra en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad se ha ido modificando en los últimos lustros, poniendo el foco en la red, ahí donde uno se puede sentir invisible e impune.

El yihadismo golpeó por primera vez en España el 11 de marzo de 2004. Las explosiones de los trenes entre las estaciones de Atocha y El Pozo dejaron 193 muertos, entre ellos un bebé, que nació dos meses después, por las heridas sufridas por su madre. Un GEO moriría más tarde en la explosión de un piso en Leganés.

El de Almería ha sido el segundo atentado desde los de la Rambla de Barcelona y Cambrils. Antes, en septiembre de 2021, un hombre protagonizó un atropello múltiple en Murcia. Falleció en el acto, pero la Guardia Civil lo catalogó como ataque terrorista.

Cambios en antiterrorismo

Mucho ha cambiado la lucha antiterrorista desde 2004 hasta este pasado miércoles. Por no entrar en las diferencias cuando el cobre se batía en el País Vasco. En la primera década de este siglo el objetivo era controlar las mezquitas. Saber qué propagaban los imánes, qué tipo de fieles acudían a los templos. No en vano varios líderes religiosos musulmanes han sido confidentes de los servicios de información e inteligencia. Ahora no son un elemento de gran preocupación entre los agentes de información.

El control de los posibles mensajes radicales era fundamental. Entre 2017 y finales de 2020 se expulsaron a 17 imanes de España por la difusión de planteamientos salafistas en sus centros religiosos por considerarse un peligro para la Seguridad Nacional. Desde entonces hasta la actualidad, como mínimo otros dos también han sido enviados a sus países de orígen. Durante la pandemia este proceso se detuvo.

La aparición y crecimiento del Estado Islámico en Siria e Irak cambió las reglas de juego. De repente, una persona a miles de kilómetros de la capital del califato, Raqqa, podía convencerse de que su destino pasaba por enrolarse a las filas de Daesh para forjar el nuevo régimen panmusulman. O peor, coger un cuchillo, un fusil o un vehículo para asesinar infieles y alcanzar la vida eterna.

Por eso la Policía y la Guardia Civil, principales cuerpos encargados de perseguir a los terroristas, peinan y rastrean la web en busca de canales y mensajes adoctrinadores o radicales. Están pendientes de quién pone qué en qué momento para sorprenderlo antes de que entren en acción.

En el caso de Kanja, el marroquí que asesinó en Algeciras, no lo habían detectado porque su radicalización había sucedido en muy poco tiempo. El mismo miércoles, pocas horas antes del ataque, colgó un último mensaje en un perfil falso que utilizaba. Es en el mundo online donde se han especializado los agentes en los últimos años.

También se lucha en el terreno. La Guardia Civil lidera dos operaciones claves en el Sahel para instruir y enseñar a los gobiernos de la zona y a sus fuerzas militares cómo crear unidades que combatan el terrorismo. También les forman en materia de información para poder interceptar los conatos de yihadismo en los países que conforman este avispero que no deja de agitarse desde la caída del EI.

Número de ataques

La última actualización del número de detenidos y operaciones antiterroristas de corte yihadistas por parte del Ministerio del Interior está fechada el 11 de enero. Es cuando se detuvo a los dos hombres de Almería. La de Kanja todavía no está incluida a la espera de que termine la investigación policial.

En la presente legislatura se han detenido a 144 terroristas de corte islamista, de los cuales 16 lo fueron fuera de nuestras fronteras: 8 en 2019 (la legislatura no empezó a principios de año), 38 en 2020, 40 en 2021 y 53 en 2022. También se detuvo a otras 10 personas relacionadas con grupos terroristas de otras inspiraciones.

Desde los atentados de 204, 1.088 personas han sido detenidas por las fuerzas de seguridad españolas por su relación con el terrorismo yihadista. A estas habría que sumar el arresto este miércoles en Algeciras de Yasine Kanza.

Según los últimos datos del Ministerio del Interior, de los 1.088 detenidos por yihadismo, 961 fueron arrestados en España en 127 operaciones, en tanto que 128 lo fueron en otros países en 16 intervenciones en las que participaron las fuerzas de seguridad españolas.

En coincidencia con los atentados de corte yihadista que tuvieron lugar a partir de 2015 en diversos puntos de la Unión Europa, se intensificó la lucha contra este terrorismo y en España se produjeron 75 detenciones, el tercer año con mayor número de arrestos después de 2004 y 2017.

En lo que llevamos de año, y sin contar el detenido ayer en Algeciras, las fuerzas de seguridad han arrestado a cinco typersonas en España y una en el extranjero en dos operaciones antiyihadistas.