La oficialización de Yolanda Díaz como candidata a las próximas elecciones generales de diciembre abre una brecha política en el ala izquierda del tablero electoral. Sobre todo, en la confluencia de Unidas Podemos que integran, al menos parlamentariamente, formaciones como Izquierda Unida, ahora posicionadas en favor de Sumar. Al proyecto de la actual vicepresidenta segunda del Gobierno también se suman Más País y su homólogo madrileño, las mareas o los comunes, entre otros desencantados y defenestrados por Podemos. Y a falta de saber si los morados aceptarán tener un papel protagonista dentro de la alianza a la izquierda del PSOE, en el bloque del centroderecha atienden a la cuestión con una mezcla de interés, por saber qué competidores tendrán en frente en las urnas, y de pasividad, al entender que la cuestión no afecta a su electorado.

Entre los protagonistas que atienden a este acontecimiento está el PP. Ante la confirmación de la marca como una nueva opción electoral, los populares afirman respirar tranquilos. Ello, a pesar de que creen que Sumar es una "marca blanca" fomentada desde Ferraz y La Moncloa para potenciar una alternativa que atraiga a los disidentes del PSOE de Pedro Sánchez o para volver a revitalizar al votante izquierdista que vuelve a plantearse regresar al abstencionismo. Preguntados por este asunto, fuentes de Génova zanjan el asunto y afirman con contundencia: "Nosotros seguimos captando el voto desencantado del PSOE". Añaden que cualquier alternativa en la que esté integrada Sumar, tendrá por delante a Sánchez, "y detectamos un desencanto con el estilo" de gestión del presidente.

Desde el PP amplían la postura sobre el asunto afirmando que los votantes desencantados con Sánchez tampoco quieren de ministros a Alberto Garzón, actual titular de Consumo, ni a Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, de llegar a un acuerdo para confluir conjuntamente. "Quien no quiera a Ángela Rodríguez Pam [secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género], sabe lo que tiene que votar, y Díaz eso no lo puede garantizar", entienden fuentes populares.

Además, en el PP señalan otro factor, y es la ausencia de desenvoltura de la vicepresidenta segunda, de la que aún no se conoce "ninguna idea" ni "contenido" electoral. Todo, pese que la también ministra de Trabajo, el domingo, advirtió algunas líneas de programa como reformas a nivel fiscal y del sistema de salud, con una reducción de la jornada laboral, la atención primaria sanitaria en el centro y la incorporación de la salud bucodental, la óptica y la salud mental; así como un nuevo sistema de dependencia. Díaz quiere avanzar hacia un nuevo "contrato social" y hacia una nueva forma de hacer "política con mayúsculas" con el diálogo como nexo.

Para el PP la estrategia de la ministra es venderse, pese a ser integrante del Partido Comunista, como una versión buenista y diferenciada de lo que era hasta el momento Podemos y Pablo Iglesias; algo mucho más "tranquilo". Pero eso, por el momento, es concebido como "un envoltorio". Las políticas por las que abogue al final, serán las que determinen los movimientos políticos, algo que, para los populares, limitará el trasvase de voto de centroizquierda. Ni siquiera ven posibilidades con los datos de valoración sobre la mesa, ya que "[Julio] Anguita o Garzón han sido los más valorados" en un momento puntual, pero no han sido presidentes.

Y es que para los conservadores, la presencia de personalidades como Gaspar Llamazares entre otros "clásicos", da fe de que este proyecto se trata de una nueva vuelta de tuerca de la tradición comunista ahora asentada en IU. Coinciden con las valoraciones hechas por Ciudadanos en la jornada de ayer tras su reunión semanal del Comité Permanente. Su portavoz política, Patricia Guasp, describió a Sumar como "el PCE maquillado" que busca "hacer un lavado de imagen".

El PP reconoce que a mayor enfrascamiento de la pugna en la izquierda a la izquierda del PSOE, más beneficio y posibilidad de asentar su discurso de alternativa

El planteamiento por el que opta ahora el PP es el de esperar para ver la evolución y el asentamiento de la propuesta electoral. Primero de cara a los comicios municipales y regionales del 28 de mayo, donde el poder de Díaz se medirá en el avance de corrientes como los comunes, las mareas o Más Madrid, entre otros. Aunque eso no impide afirmar que a mayor enfrascamiento durante estas próximas semanas [quedan cinco para la apertura y siete para que se cierre la campaña], mayor beneficio para la derecha.

Eso sí, no tanto a nivel estratégico, sino discursivo. Porque permite ofrecer una alternativa, dicen los populares, sólida. Al margen de Sumar, también se alude a Vox, a quien fuentes del partido autorizadas ven perdidos. Un ejemplo es la abstención en conjunto de los de Santiago Abascal frente a la negativa de los 88 parlamentarios del PP ante el planteamiento de reforma de pensiones vía decreto ley.

Feijóo, sin presión interna

La lectura política que hacen en Génova es, "objetivamente", de "tranquilidad". Se apoyan en las encuestas publicadas y en la progresión vivida durante el último año, ascendente y desde hace unos meses "por encima de los treinta puntos". Despejado el camino externo, aunque con Vox vigentemente situado como única muleta a nivel nacional de la que esperan poder prescindir o al menos limitar a un consenso esporádico como ha ocurrido hasta la fecha en la Comunidad de Madrid, internamente se transmite un respaldo unánime hacia el candidato.

El reto al que aspira el partido es la victoria, ahora bien, son conscientes de que mientras que el PP juega limitado en los comicios por su escaso abanico de socios potenciales, no puede impedir que Sánchez recurra a pactos multipolares con los que resistir en La Moncloa mucho más debilitado, de darse el caso. "Gobernar con los independentistas o con marcas blancas que convenzan al electorado que se te escapa" hace más sencillo tener opciones de gobierno, aunque quedes segundo, afirman los populares.

Feijóo se refirió a Sumar el sábado desde Zaragoza, en un acto de entrega de carnets a nuevos afiliados y bajo el contexto del aniversario de su llegada a la séptima planta de Génova. Allí remarcó que aunque "dicen que son espacios y no partidos", "necesitan parecer siempre nuevos y cambian de nombre cada cuatro años". Pero "son siempre los mismos (...) ya militaban en el mismo partido al que ahora le cambian el nombre". A padecer de Feijóo, cambian de siglas "porque no tienen nada que ofrecer a la gente", quien "se da cuenta rápido de que son los de siempre y cuanto más conocidos sean, menos les votan". "Son el populismo de siempre, que para intentar olvidar el empobrecimiento económico y social se llaman 'espacio'", reafirmó el gallego desde el Hotel Hiberus.