"Ojo con las marcas blancas", le advertía al PSOE el portavoz de campaña del PP, Borja Sémper. Lo decía por Yolanda Díaz, por su lanzamiento como candidata de Sumar, ante más de una docena de organizaciones políticas del espectro de la izquierda, el domingo en Madrid. Pero Ferraz y la Moncloa trasladan "tranquilidad". No temen, al menos por ahora, que la vicepresidenta segunda del Gobierno sea una amenaza para Pedro Sánchez. Porque ninguna encuesta ha proyectado ese escenario, porque no tiene "ni estructura ni implantación territorial", de la que sí disponen los socialistas, y porque cada líder cultiva huertos distintos. Son, esgrimen, dirigentes complementarios. Y el PSOE necesita a una Díaz fuerte. Lo resumen en el equipo más cercano al presidente: "Ella, a su espacio del 15%, y nosotros, a nuestro espacio del 30%".

Los debates políticos, a veces, son recurrentes. Y hace años, en 2017, en pleno apogeo de Podemos y con un PSOE hundido en las encuestas, Sánchez auguró que la batalla en la izquierda española ya se había resuelto con las primarias que él había ganado a Susana Díaz, porque había logrado resituar a un partido desnortado tras la eclosión de Podemos. "Somos la izquierda", se reivindicó en el 39º Congreso Federal, el que siguió a la victoria del hoy jefe del Ejecutivo. El tiempo dio la razón a Sánchez y desde entonces la izquierda del PSOE nunca ha sido un riesgo para la estabilidad y supervivencia del partido. Tampoco ahora, entiende la cúpula.

Si Sumar se instala en la franja del 15%, el destrozo a la ultraderecha puede ser definitivo. Feijóo no puede gobernar ni de lejos en un escenario así", señalan en Ferraz

Es más, el presidente ha hecho una apuesta rotunda: apoyo a Díaz. Y no lo ha ocultado. En la moción de censura de Vox, exhibió cuál es su tique electoral para las generales: la vicepresidenta segunda. Ella, y no las ministras de Podemos. Con ella preparó minuciosamente la estrategia del Ejecutivo en un combate que la Moncloa consideraba clave para voltear el ambiente político. Y en los últimos días la dirección ha deslizado que si finalmente Podemos no confluye en Sumar y hay tres papeletas de la izquierda, no todo está perdido. La estrategia pasaría entonces por intentar rebañar el voto útil y por ayudar al impulso de Díaz. Pero, obviamente, el escenario preferido para los socialistas es, sigue siendo, el de la unidad, que Sumar y los morados alcancen un acuerdo. Sin que se repita el despropósito de hace un año en Andalucía, cuando la bronca en la izquierda precedió a un pacto de último minuto en el que ni siquiera Podemos llegó a la firma en el registro ante la Junta Electoral. Aquella lucha previa castigó la coalición encabezada por Inma Nieto, la candidata de IU a la que rechazaba Podemos.

En la Moncloa y en Ferraz no se cansan de repetir que las generales se jugarán en dos ligas, ambas igual de importantes. Por el primer puesto, entre PSOE y PP, entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, y por la tercera plaza, entre Sumar y Vox, entre Yolanda Díaz y Santiago Abascal. "Tenemos que ganar esas dos guerras. Y estamos en buenas condiciones para vencer en las dos. Por eso hay preocupación en el PP. No han sido conscientes de que no hay nada hecho, nunca", sentencian en el cuartel general socialista.

En la sede federal del PSOE señalan que Sumar puede aspirar a robarle "20 o 25 diputados a Vox", porque la ultraderecha "no tiene rival en la parte media", lo que hizo que en las elecciones de noviembre de 2019 se llevara muchos diputados de provincias del interior. "Pongamos Valladolid como ejemplo —indica un miembro del comité electoral—: el PSOE tuvo dos escaños, otros dos el PP y el último se lo quedó Vox. Si ahora se lo llevara Sumar, dejaría a Abascal sin nada. Y esa extrapolación se puede hacer en todas las provincias de cuatro, cinco, seis o siete escaños. Si Sumar se instala en la franja del 15%, el destrozo a la ultraderecha puede ser definitivo. Feijóo no puede gobernar ni de lejos en un escenario así. Además, el PSOE resiste muy bien por arriba contra el PP. Un PP que con la valoración que tiene Feijóo va a caer porque él no remonta".

El presidente ha hecho una apuesta inequívoca por Díaz, y la exhibió en la moción de censura

De ahí, por tanto, el reparto de papeles del que hablan en el núcleo duro de Sánchez: Díaz ha de procurar concentrar el voto de la izquierda del PSOE, el 15% que puede complementar al 30% que aspira alcanzar Sánchez. Porcentajes que, en todo caso, no anticipan las encuestas actuales, que sitúan al PP por delante —excepto el CIS—, y que supondrían una mejora de los resultados de PSOE y Unidas Podemos en noviembre de 2019 (obtuvieron un 28% y un 12,86% de las papeletas).

El poder de la capilaridad

"Nosotros estamos contentos con un proyecto a nuestra izquierda que pueda pelear por esa tercera plaza. La derecha y la ultraderecha tienen una alianza muy bien repartida y van a gobernar como en Castilla y León donde puedan. La izquierda (PSOE, Sumar y Podemos de momento, al no ir en Sumar) tiene que ser pragmática. Para transformar hay que gobernar", justifican en la cúpula socialista.

Sánchez ha venido repitiendo que el siguiente Ejecutivo será de coalición, o del PSOE con su izquierda, o de PP y Vox, porque España está lejos de recuperar las grandes y viejas mayorías, aunque el bipartidismo se fortalezca en la doble convocatoria electoral de este año. "Quienes están nerviosos ahora son Podemos y el PP, que se ha equivocado con las pensiones y cuyo líder está amenazado por Isabel Díaz Ayuso. Nosotros, no", señalan en la cúpula.

En el partido hay quienes advierten del riesgo de potenciar en exceso a Díaz: "Si se instala que votarla es como votar al PSOE, podemos tener un susto", dice una veterana

En el estado mayor del partido no hay, por tanto, preocupación por un hipotético crecimiento de Díaz. Tampoco la hubo antes, en estos dos años en los que ella ha pulido su imagen y ha crecido su proyección: "Se piensa que Madrid es España, y ni de lejos —reflexionan en la sede federal—. Solo hay dos partidos capaces de hacer listas en toda España, PSOE y PP. El resto ni tienen estructura, ni implantación territorial. Esa cobertura del territorio no la tiene tampoco Podemos, y menos Yolanda. Ella tirará de su imagen nacional, pero nosotros tenemos también a nuestros concejales y alcaldes, lo que te permite salir a la competición electoral con un suelo potente". Lo que espera el PSOE de Díaz es que se dirija a un electorado distinto al suyo, por mucho que su discurso, se vio el domingo en Magariños, sea en ocasiones intercambiable con el de Sánchez, sobre todo por el enorme contraste con la estrategia de confrontación y tensión de Podemos.

La conclusión, pues, es que Sumar no tiene aún "estructura" y eso hará imposible "un gran resultado" que pueda amenazar la primacía del PSOE en la izquierda. "Ojalá ella nos aportara 50 diputados", asegura un dirigente, mientras en la Moncloa recalcan que ya sería un buen dato que revalidara los 35 escaños de Unidas Podemos de 2019. "Yolanda puede captar voto de quienes no nos votarían en ningún caso, jóvenes, desencantados. Ella es un poco adanista como ha sido Podemos, al decir eso de 'Empieza todo' —el eslogan del acto de Magariños—, pero ella cae mucho mejor que Pablo Iglesias y sus ministras, cuyo tono siempre es demasiado agresivo", razona una integrante de la ejecutiva federal, en una lectura que comparten sus compañeros de dirección y en la Moncloa. "El PSOE sale con su proyecto y su hoja de servicios. No tenemos temor a otros candidatos", conviene un ministro.

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la presentación este 2 de abril de 2023 de su candidatura de Sumar a las elecciones generales, en el polideportivo Magariños de Madrid. EFE / VÍCTOR LERENA

"Para nada me preocupa que nos pueda quitar voto, pero sí considero imprescindible que Yolanda pacte con Podemos", asegura una presidenta autonómica, convergente con Ferraz. No todos en el partido, sin embargo, opinan lo mismo. Hay responsables que creen que Díaz, con un discurso muy semejante al del presidente, puede suponer un riesgo. "Si se instala que votar a Yolanda es como votar al PSOE, podemos tener un susto", opina una veterana. "Conozco a gente que duda entre votar a Sánchez o a Díaz", apuntaba el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, este domingo en una entrevista en La Razón.

Otro líder regional, en absoluto distante a la cúpula, también expresa sus dudas respecto a la estrategia de Ferraz: la vicepresidenta, arguye, puede recibir "voto útil que antes iba al PSOE". "Porque ahora estamos dando un mensaje raro como que interesa que saque más", añade este barón, que recuerda cómo la Moncloa también jugó a intentar debilitar a Pablo Casado dando foco a Isabel Díaz Ayuso y al final la maniobra se le volvió en contra. En el Consejo de Ministros hay quien también cree que el PSOE debería centrarse en absorber la mayor cantidad de voto posible, ampliar sus miras para volver a ser un partido de grandes mayorías.

Celebración pero prudencia en las declaraciones públicas

Pero en el equipo del líder recuerdan que la fragmentación política es un hecho, así que hay que asumir que tras las próximas generales habrá una coalición en el Ejecutivo sí o sí. La satisfacción oficial con el lanzamiento de Sumar la trasladó este lunes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, primer espada de Sánchez, en declaraciones a los medios: saludó como "muy buena noticia para España, para nuestro país y para todos los votantes progresistas que todas esas fuerzas políticas variadas que están a la izquierda del PSOE se organicen y vayan unidas a las elecciones".

La Moncloa reitera su deseo de unidad, pero el acto del domingo acrecienta las tensiones entre Sumar y Podemos

"Y sería todavía mejor noticia", añadió, que fueran unidas todas las fuerzas políticas sin excepción". Es decir, que Podemos convergiera con Días. "Ayer [por el pasado domingo] fue un día para que los votantes progresistas tengan la ilusión de que va a haber una legislatura más de avances sociales en España y la va a haber de la mano de Pedro Sánchez", remachó. Bolaños vigiló mucho los equilibrios, precisamente para no desairar más a los morados, que acusan a los socialistas —eso dijo Pablo Fernández, uno de los portavoces de la formación— de no quererles "como socio de Gobierno". Sánchez, en sendos mítines en L'Hospitalet (Barcelona) y Albacete, este domingo y lunes, eludió hacer referencia a la puesta de largo como candidata de la ministra de Trabajo. No era casual.

"La estrategia es no entrar. No hay más que decir. No hacen falta más gestos tras la moción", explican en Ferraz, "pero las cosas irán cayendo por su propio peso". La expectativa es que Podemos se puede sentir impelido a pactar con Díaz si firma un mal resultado el 28-M, en las autonómicas y municipales. Pero lo cierto es que el acto de Díaz el domingo ha acrecentado la tensión entre ambos actores. La vicepresidenta, en una entrevista en El País, señalaba que "en absoluto" sería un "fracaso" que Podemos se sumara. Afirmación que para los morados es una prueba de que ella no apuesta de manera "rotunda" por la "unidad" de la izquierda, que ellos sí defienden. "Si Sumar decide ir sin Podemos, será una tragedia electoral y política", respondió Iglesias desde RAC-1.

El escenario de que haya tres papeletas de la izquierda en las generales (PSOE, Sumar y Podemos), en un sistema electoral que penaliza la fragmentación, sobre todo en las provincias pequeñas, no es un imposible para los socialistas. "No creo que Pablo vaya de farol —asegura un ministro a este diario—. Pero tampoco veo que Yolanda se baje de su carro". La sensación es que Díaz, rodeada de unos 3.000 simpatizantes en Magariños, se ha marcado un tanto, ha firmado un "éxito", pero nada será fácil a partir de ahora. "Yolanda va por delante, pero esto no ha acabado", ratifica otro miembro del Gabinete.

La hipótesis de tres listas está presente: "No creo que Pablo vaya de farol. Pero tampoco veo que Yolanda se baje de su carro", dice un ministro

"No creo que Sumar nos quite votos. Se puede producir un efecto burbuja, como ocurrió con Más País e Íñigo Errejón en 2019, que se quedó en nada. Pero la clave estará en si Podemos va solo a las generales o si por la contra entra en Sumar —asevera un cargo socialista gallego, que conoce bien a la vicepresidenta—. Si arrinconan a Podemos, se revolverá. Yolanda e Íñigo han decidido jugar con fuego, bien es verdad que con nuestra complicidad". Es decir, que tras el 28-M, un Podemos debilitado puede avenirse a entrar en Sumar... o bien negarse para mantener su identidad contra viento y marea. Todavía queda mucha partida por delante. Mucha. "Y no descartéis", señala este dirigente, "que Pablo vuelva en caso de que arrinconen a Podemos". Los nueve meses que restan hasta las generales serán de vértigo puro.