Génova tiene un plan. Otra cosa es la ejecución del mismo o si, finalmente, da resultado. Una vez frenado el proceso descendente que estuvo a punto de colocarles en el extraparlamentarismo en Cataluña, pero donde acabaron en la irrelevancia política, Alberto Núñez Feijóo se ha marcado como objetivo empezar a ganar terreno en este territorio y ya hay signos de cierta recuperación del paciente. En las elecciones generales del 23-J los populares catalanes sacaron más votos que Junts y que ERC y el 28-M duplicaron sus escasos dos concejales en Barcelona mientras que "rescataron" ayuntamientos como el de Badalona o Castelldefels.

Feijóo ha marcado Cataluña como prioritaria "tanto si vuelven a repetirse las elecciones generales, en la hipótesis de que Carles Puigdemont deje tirado a Pedro Sánchez", o ya pensando más a largo plazo "en las próximas autonómicas catalanas", explican fuentes de la dirección nacional del partido. De ahí surgen algunas de las claves del discurso pronunciado el miércoles en el desayuno informativo Tribuna de Cataluña del Fórum Europa, una intervención muy contemporizadora con el sentir territorial, periférico, de quien ha sido presidente autonómico durante trece años de una Comunidad, la gallega, con lengua propia.

No ha habido reproches internos a sus palabras sobre Puigdemont

Expresiones como "sin normalizar las relaciones con el nacionalismo catalán no vamos a poder mejorar el bienestar de los catalanes" aunque "lo que proponen es malo para Cataluña" o "a mí no me hace falta que me expliquen la importancia de mantener el catalán como parte de la identidad cultural", forman parte de un claro guiño a los exconvergentes. Acaso más polémico puede resultar hablar de Puigdemont en clave de respeto o señalar que el huido, a diferencia de Pedro Sánchez, "no miente". Pero ni siquiera la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se lo ha afeado.

Y el flanco por el que quieren explorar dicho crecimiento electoral que, admiten, aún no tienen cuantificado, es por ese segmento de la población catalana que votaba a formaciones como la extinta Convergencia, más tarde mudados al PdeCat e, incluso a Junts, pero ahora "se dan cuenta de que no han sacado nada del procés, quieren oír hablar de políticas públicas o inversiones" y entienden el caballo de batalla de la amnistía "como una cosa de políticos para políticos". Un electorado, en definitiva, de posiciones conservadoras "para el que la cuestión identitaria o territorial ha pasado a un segundo plano", explican en conversación con El Independiente.

Los populares creen que hay margen para el crecimiento del partido. Sólo en las generales de julio se quedaron a 200 votos de sacar diputado en Gerona y a 1.000 en Lérida. Recuperado una parte del voto de Ciudadanos, que aún existe en el Parlament, la idea es ofrecer un modelo de partido a la gallega, de modo que el PP catalán no sea visto como "hostil" en esta Comunidad.

El 23-J se quedaron a 200 votos de sacar diputado en Gerona y a 1.000 en Lérida

Al equipo de dirección de Feijóo no le asusta hablar de "matices" distintos entre territorios "siempre que se mantengan los principios de unidad e igualdad". Y del mismo modo que el PP de Galicia tiene una fuerte identificación con esa tierra, "al igual que pasa con Isabel Díaz Ayuso en Madrid", hay un empeño especial porque deje de visualizarse al partido en Cataluña como un cuerpo extraño al servicio de las consignas de Génova.

No obstante, se topan con un inconveniente no menor: Alejandro Fernández. El líder del PP catalán, azote de los independentistas en la cámara autonómica donde se brega como un brillante parlamentario, discrepa del cambio de estrategia de Feijóo. En cambio, no son pocos los miembros del PP catalán que comparten mirar "hacia un montón de gente ex convergente que no es independentista ni de izquierdas" y a la que dejó tirada una fuerza hegemónica como Convergencia tras subirse al tren del desafío soberanista, dice un destacado dirigente territorial.

Y añade otro que "hay una parte de ese votante que puede venir porque Feijóo tiene perfil para ello. Me parece factible". No obstante recomiendan "tacto y mucha paciencia" y esperar un horizonte más a medio plazo que inmediato para consolidar esa línea hacia un nuevo catalanismo. En todo caso, el riesgo añadido es perder votos por su derecha hacia Vox. Aducen los estrategas de Génova que queda exorcizado desde el momento en que "no hemos dejado de rechazar el modelo lingüístico de la Generalitat; tampoco aceptamos la relación bilateral del Gobierno con Cataluña ni una financiación a medida de este territorio", en definitiva, aducen, no se han movido de sus principios básicos.

El PP, es la octava fuerza política de la Cámara catalana

El actual reparto de fuerzas en el Parlament no deja muy bien parados a los populares. Los de Abascal tiene 11 diputados y Ciudadanos subsiste con 6 frente a los 3 del PP. No obstante, se aferran al escenario que dejó el 23-J ya bajo el liderazgo de Feijóo. 469.117 votos para el partido de la gaviota, frente a los 273.023 de Vox y superando, además, a ERC (462.883) y a Junts (392.634) y cuatro diputados nacionales más que en las generales del 10 de noviembre de 2019. "Y de ahí, para arriba", afirman esperanzados.