"No hay que darle más importancia a una reunión de trabajo. Muchas gracias". Santos Cerdán, serio, visiblemente incómodo, intentaba sacudirse a los periodistas como podía a la salida del Congreso, tras la solemne apertura de la XV Legislatura. Es cierto que podía haberles rehuido buscando otra salida en la Cámara baja, pero lo hizo por el lugar habitual, por el patio que conecta el edificio histórico, el palacio del siglo XIX que se ve a diario en las teles, con la primera ampliación del complejo. Los informadores corrieron hacia él y él, el secretario de Organización del PSOE, un hombre poco acostumbrado a los focos y a los medios —no los busca—, prefería escabullirse. Evaporarse. Ya parece imposible. Su foto con Carles Puigdemont del pasado 30 de octubre en su despacho del Parlamento Europeo, bajo la imagen de una urna gigante del 1-O, se convirtió en el símbolo de la alianza con Junts que se firmaría 10 días después. Tras lograr amarrar un pacto extraordinariamente complicado, su poder y su autoridad internos se han visto reforzados.

Este sábado, Cerdán se volverá a ver con Puigdemont fuera de España —él, hasta que se le aplique la amnistía, cuando la ley se apruebe, sigue siendo a todos los efectos un prófugo de la Justicia española—. Con él y con el verificador internacional para comenzar la negociación formal sobre el reconocimiento nacional de Cataluña y la mejora de su financiación. Pero nada se sabe. Nada. Y ese secretismo está cayendo como una losa sobre el PSOE, que no se logra desprender de preguntas que recibe con palpable incomodidad. ¿Dónde es la cita? ¿En qué ciudad, en qué lugar? ¿A qué hora del día? ¿Quién es el mediador? ¿Es una persona, una organización? ¿Cuál va a ser su labor de acompañamiento? ¿Sobre qué concretamente se va a hablar? ¿Quiénes se van a sentar a la mesa?

Sánchez defiende que el verificador es "una buena noticia" porque puede "ayudar a llegar a acuerdos" para salvar la "extraordinaria desconfianza" entre el PSOE y los partidos independentistas

No hay respuestas. Socialistas y posconvergentes han regresado a la pantalla anterior a la firma de su acuerdo. Al hermetismo absoluto, con el argumento de que las conversaciones han de ser "discretas" y los acuerdos, cuando se adopten, "públicos".

El miércoles, los dos partidos confirmaron que la primera reunión de su mesa de negociación tras la investidura se celebraría este sábado, 2 de diciembre, y todo apuntaba a que sería en Ginebra. Pero Pedro Sánchez, este jueves, en una entrevista en La hora de La 1, en Televisión Española, respondió que no están ambas partes "en condiciones de decir dónde va a ser" la cita. Tampoco dio el nombre del verificador, pero prometió que se hará público, sin precisar cuándo. "Se conocerá la persona que nos va a acompañar en este proceso de diálogo, tanto con ERC como con Junts. Estamos hablando con las dos organizaciones, no les puedo adelantar, pero efectivamente se conocerá", defendió, para añadir que es "una buena noticia" que se encargue de esa labor de "verificación" un tercero —un "mecanismo excepcional", concedió—, porque puede "ayudar a llegar a acuerdos". Porque ayuda a salvar la "extraordinaria desconfianza" que existe entre el PSOE y los partidos independentistas.

Las mismas preguntas recibió el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, en Bruselas, en la rueda de prensa que siguió a sus reuniones con la vicepresidenta de Valores y Transparencia de la Comisión Europea, Věra Jourová, y el comisario de Justicia, Didier Reynders, para hablar de la ley de amnistía y de la renovación del Poder Judicial. El ministro señaló que la forma de proceder "en la mesa entre Junts y el PSOE, donde habrá un acompañante para facilitar el diálogo" será la misma que la se ha aplicado en estos "meses de negociación previos a la investidura".

Bolaños apunta que "cuando sea el momento oportuno" se dará "información sobre los detalles de la mesa" y que los acuerdos serán "públicos" mientras las conversaciones siguen con "discreción"

La máxima, siguió, de la "discreción durante las conversaciones y publicidad y transparencia cuando haya acuerdos". Y "cuando sea el momento oportuno", se dará "información sobre los detalles de la mesa", de ese foro que sienta solo a los partidos, no a dos gobiernos. Tampoco quiso aclarar el lugar del encuentro, ni tampoco quién paga a los mediadores. Cuando "deseemos dar información concreta sobre los detalles, se facilitará y en todo caso, cuando haya algún acuerdo se hará público con total transparencia, como ha ocurrido hasta la fecha", insistió. La razón de tanta opacidad y tanto secretismo ("discreción", según el vocabulario del PSOE y del Gobierno) es que la cautela, la reserva es "la mejor garantía de que lleguen a acuerdos", un "método que se ha probado eficaz", por lo que pidió comprensión.

La presión sobre Ferraz y la Moncloa ha arreciado en las últimas horas. Pese a su afán de presentar la cita del sábado como una primera "reunión de trabajo", sin más —en palabras de Cerdán—, la expectación ha crecido a medida que se reforzaba el secreto. Por eso Sánchez intentó sacudirse esa presión con una concesión mínima: adelantando que se dará el nombre del verificador, sin decir cuándo. Y por eso también Bolaños, por la tarde, avanzó que cuando las partes deseen dar "detalles", se facilitarán. Todo ello en un ambiente contaminado y contrario para el Ejecutivo. Solo este jueves tropezó con dos decisiones judiciales adversas: la anulación del Supremo del nombramiento de Magdalena Valerio como presidenta del Consejo de Estado y el informe (no vinculante) del Poder Judicial —con mandato caducado hace cinco años— con el que no avaló la idoneidad de Álvaro García Ortiz como fiscal general del Estado.

La cúpula federal del PSOE sí admitió el fin de semana pasado que la mediación podía correr a cargo de una organización, no de una persona concreta. La mirada se dirige ahora hacia el Centre for Humanitarian Dialogue Henri Dunant, con sede en Ginebra (Suiza), la entidad que ya participó en la negociación para el fin de ETA, cuando presidía el Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. El organismo tiene como presidente de honor al exministro socialista y ex secretario general de la OTAN Javier Socialista. El diario El Español señalaba en la noche del jueves que HD es el garante de los acuerdos entre PSOE y Junts, pero desde Ferraz ni confirmaban ni desmentían la información y se aferraban a esa máxima de la "discreción". Un mando que trabaja para HD reconoce que el protocolo con el que trabaja el centro es el de "máxima discreción" y recuerda que su labor de mediación para el fin de ETA se conoció "al final".

Las dos partes ya tuvieron una primera reunión con el mediador antes de la investidura

Que existiera un verificador internacional era una exigencia clave para Puigdemont, en su obsesión por internacionalizar el conflicto político catalán. El PSOE se resistió a aceptarla en las conversaciones para la investidura, pero la acabó aceptando aunque limitada al diálogo entre partidos, no entre gobiernos —ahí el único instrumento es la mesa Gobierno-Generalitat operativa desde la pasada legislatura—. Antes de la reelección de Sánchez, como informaba El País y confirman a este diario desde el PSC, las dos partes ya mantuvieron una primera reunión en Ginebra con el mediador.

"Más cerca del secretismo que de la discreción"

También lo decía Jordi Turull, secretario general de Junts, en una entrevista hace diez días en VilaWeb: "Una parte de este mecanismo [de verificación] ya ha empezado a estar ahí. Se ha pactado su dinámica y su funcionamiento. Serán encuentros mensuales, por lo que constaba que el primer encuentro debía ser este mes de noviembre. Es un mecanismo muy potente y experimentado en resoluciones de conflictos, y lo primero que se pide es que esté más cerca del secretismo que de la discreción. Es la primera condición que ponen: si ustedes quieren que nosotros intervengamos, debe ser de esa manera. Y las tres partes lo hemos aceptado".

El presidente recalca que en las mesas de partidos las partes se dedicarán a "hacer política", a explorar acuerdos, pero el Parlamento, insiste, es el que decide sobre el futuro del país

Por tanto, ahora falta saber si este sábado se conocerán los primeros detalles de la mesa de PSOE y Junts o bien se mantiene el cerrojazo informativo. Sánchez recalcó que, en todo caso, a lo que se dedicarán las mesas comprometidas con distintos partidos —una con ERC, otra con JxCAT, otra con el Ejecutivo vasco, además del foro Gobierno-Generalitat— es a "hacer política", a explorar acuerdos, pero que donde en todo caso se materializarán será en las Cortes Generales, que son las competentes para decidir sobre el futuro del país.

Ferraz se mantiene silente. No tiene tampoco ningún portavoz único tras el ascenso de Pilar Alegría como portavoz del Gobierno. Y esta, cuando ha sido preguntada por los periodistas tras los dos primeros Consejos de Ministros de este nuevo mandato, evita dar datos, escudándose a que esa negociación descansa en los partidos, no en el Ejecutivo, por mucho que la propia estabilidad de la legislatura descanse en la continuidad de esos pactos y en los avances que se vayan consiguiendo.

El presidente, no obstante, se siente seguro. Convencido de que su Gabinete podrá desplegar su hoja de ruta de "progreso y convivencia" para los próximos cuatro años. Y persuadido su equipo de que Puigdemont no le tumbará para aliarse con el PP. Porque Junts, creen, ya tomó una decisión y ahora su destino está ligado al de Sánchez.