La confrontación Puerta del Sol-Moncloa y viceversa fomenta la cohesión de las filas de Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez en lo que a cada uno corresponde. Lejos de alejarse o renunciarse a esa dinámica, el inicio de legislatura 'oficial' y el 'rodaje' del nuevo Ejecutivo no ha fomentado ninguna tregua. La voz en alto la ha puesto Ayuso esta semana, anunciando una demanda contra el Gobierno nacional, mediante el suyo autonómico, a cuenta del plan hidrológico del Tajo. Ante el Tribunal Supremo. A ello, se le ha sumado las críticas por el su exclusión en la apertura del nuevo tramo de AVE Madrid-Asturias, que ella achaca a la "rebeldía" de Sánchez ante "quien no le baila el agua". "Nunca antes no se había invitado al presidente o al alcalde" de donde parte el tren, añadió, afeando el gesto aunque asegurando que tenía la agenda llena.

Lo cierto es que ese tramo La Robla-Pola de Lena incumbe a las comunidades de Castilla y León y Asturias por la unión entre León y Oviedo que añade recorrido a Madrid. Y en eso se justifica el Gobierno, en la implicación leonesa y asturiana. Pese a su ausencia, en el viaje de inauguración estaban los presidentes autonómicos Alfonso Fernández Mañueco (PP) y Adrián Barbón (PSOE), junto Felipe VI, el presidente del Gobierno, y el ministro de Transportes, Óscar Puente. "El enfado de Ayuso es artificial y totalmente injustificado", apuntó el martes el último, a quien le ha tocado afrontar la primera disputa del mandato con Sol. Lo ejemplificó aludiendo a ampliaciones en Galicia o Murcia que parten de Madrid, donde no hubo representación madrileña. Incluso con el PP en el poder.

El precedente a este nuevo rifirrafe se produjo desde la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados. En la primera jornada de la investidura de Sánchez, el miércoles 15 de noviembre, Sánchez replicaba la intervención de Alberto Núñez Feijóo en la sesión. Y le acusaba de extremar con la "limpieza" en Génova, al "evacuar con un golpe de mano a Pablo Casado y echar por tierra ese caso de corrupción de la señora Ayuso". Se refirió a la comisión cobrada por su hermano Tomás Ayuso de la Comunidad por la compraventa de mascarillas durante la pandemia. La causa se archivó sin judicializarse. Frente a ello, la cámara captó cómo Ayuso llamaba "hijo de puta" al presidente. Su equipo de comunicación reivindicó que había dicho "me gusta la fruta". Después ella señaló que lo dijo para su "foro", pero que "tenía una cámara grabando como Gran Hermano". Se ha convertido en un eslogan más de confrontación con el Ejecutivo.

El ambiente, no obstante, ya venía caldeado esas semanas a raíz del pacto con los partidos independentistas y la asunción de la investidura. Incluido lo que respecta a la condonación parcial de la deuda acordado con ERC: "la arbitrariedad destruye la fiabilidad de la nación" de cara al exterior. Ayuso advertía dos días antes del pleno de investidura, en la multitudinaria manifestación del PP en Madrid, de que hay que devolver "golpe por golpe" la acción de Sánchez desde Moncloa. Un día después, en un acto como presidenta, dijo que la amnistía y los acuerdos "no le va a salir gratis". "Ya me encargaré de ello por mucho desgaste que esto contraiga". Ayuso asumía así en primera persona la contienda contra el secretario general socialista. Por su parte, Feijóo apostaba por la presión institucional como oposición.

En el epicentro y con carta blanca de Génova

A diferencia de otros barones autonómicos, Ayuso tiene más 'facilidades' para poder contar con una 'doble' agenda política. Por un lado, y como sus homólogos regionales, supervisa la actividad legislativa. Pero, gracias a un equipo fuerte, puede combinar esa agenda con la paralela de confrontación con Moncloa. Que la capital sea el epicentro de la actividad mediática y política del país, es el perfecto aliciente del que no disponen otros líderes como, por ejemplo, Juanma Moreno. Ella tiene el foco permanente y eso capacita notablemente a la hora de hilar cualquier tema regional y nacional.

Este año el dirigente andaluz ha protagonizado roces con el Ministerio de Transición Ecológica, ya solventados tras la firma del acuerdo de Doñana con Teresa Ribera. Perfiles como Moreno Bonilla abogan más por el consenso y el beneficio territorial. Ayuso, líder de la comunidad con mayor PIB, en cambio no busca un diálogo, sino intensificar esa división ideológica, al estilo de las derechas alternativas, para seguir ganando terreno político en un espacio que cada vez se ensancha más por su derecha. Implementar la batalla cultural.

Ayuso permite ensanchar el PP. Feijóo lo fomenta y lo está haciendo en el Congreso con los nombramientos de Álvarez de Toledo y Hernando como portavoces adjuntos"

Ayuso tan pronto tiene capacidad de aludir a las protestas de Ferraz y derivadas y la acción de Interior al respecto, por desarrollarse en las calles de Madrid, como la tiene de abordar cuestiones judiciales que se estén cursando en los principales Tribunales, como el Supremo o el Constitucional. Todo ello se vincula a Madrid dado el centralismo administrativo, judicial, político y mediático. Además, a esta coyuntura, se añade la 'carta blanca' con la que cuenta dentro de su partido, tolerada principalmente para contener a Vox y jugar en equilibrio con la estrategia centralista de Feijóo. Eso permite "ensanchar" el PP. Se está haciendo en el Congreso, con nombramientos como el de Cayetana Álvarez de Toledo o Rafael Hernando como portavoz adjunta.

Fuentes populares indican a El Independiente que la actitud del partido es "dejarla hacer". Se pone sobre la mesa la importancia de mantener completa autonomía en la joya de la corona popular: la Comunidad de Madrid. Algo que se complementa con el ayuntamiento de Madrid. Y eso solo se garantiza, advierten, con ese discurso combativo sin exacerbamiento. En definitiva, 'comprando' algunos temas de Vox, pero sin llegar a ser Vox. Pudiendo adaptarse a cada situación. Hay que mencionar que mientras criticaba la amnistía del PSOE, Ayuso derogaba parcialmente la Ley Trans autonómica aprobada por la expresidenta Cristina Cifuentes. Vox pedía su derogación absoluta la pasada legislatura, cuando era socio externo de los populares. El planteamiento de 'recorte' de Ayuso compete a la cátedra educativa y a la autodeterminación de género, principalmente.

A la cruzada de Vox contra la ideología de género se unen otros temas de agenda prioritarios como el chovinismo que Ayuso suple con declaraciones en contra de esa amnistía y en favor de la unidad territorial. Cataluña es un elemento de confrontación permanente como lo es para los de Santiago Abascal, pero lejos de cuestiones políticas, el marco es de competencia económica. La inmigración ilegal es otro asunto con el que ha coqueteado, aunque de forma discontinua, dado que no le da tanto rédito: ha pasado de reivindicar las ayudas a inmigrantes frente a Rocío Monasterio diciendo que "son tan españoles como Abascal", o de decirles que "la delincuencia no se relaciona con el origen"; a hacer una especie de enmienda a la totalidad a esto último vinculando la llegada de migrantes a Canarias y su reparto peninsular con problemas de "seguridad nacional".

Hay que destacar, en todo caso, que por entonces se había producido un ataque de un lobo solitario en Bruselas y que Interior revisaba incrementar medidas complementarias manteniendo el nivel 4 de alerta. Y que hubo falta de información del Gobierno con las Comunidades pese ser el Estado quien tiene esas competencias de reparto. Desde Migraciones, el ahora ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, acusó a Ayuso de fomentar la xenofobia. Dando pie a otro roce que desde el PP canario, en cambio, no se dio en esos términos.

Ante esta postura que ejerce la baronesa popular, internamente no ven en ello un riesgo para Feijóo, a quien ven bien reforzado. No se está en el punto al que se llegó con Casado. Expresan que tienen a Cuca Gamarra como mano derecha reforzada en el partido, y a Miguel Tellado -fortaleciendo el eje gallego- como portavoz en el Congreso de los Diputados. Y se remarca que el resto de perfiles son elección del líder, y que el de las madrileñas Noelia Núñez o el de Paloma Martín en dos vicesecretarías, es un guiño extra a Ayuso desde la dirección tras la salida de Pedro Rollán. No se cree que en esa confrontación permanente con Moncloa haya un intento de Ayuso para suplantar a Feijóo en la dirección nacional. Se insiste en la idea de abrir más las siglas, de atraer a gente diversa que pese a sentirse cómodo en Vox, se sienta identificado con Ayuso y abogue por la papeleta nacional del PP por la promoción de ella.

La designación de MAR, el punto de inflexión

La estrategia de Ayuso viene implementada por el que fuese gurú del expresidente del Gobierno José María Aznar. Miguel Ángel Rodríguez, conocido en las esferas del PP como MAR -por sus siglas- ha desempeñado los cargos de diputado, portavoz del Gobierno y secretario de Estado de Comunicación entre 1996 y 1998. Tras llevarle su primera campaña electoral en 2019, MAR se convierte en su jefe de Gabinete en Sol en enero de 2020. Un mes y medio antes de la pandemia del coronavirus, el gran punto de inflexión en ese discurso combativo con Sánchez y sus ministros.

Cada palabra que Ayuso suelta de su boca, tiene detrás a Rodríguez: controla el mensaje y los tiempos; también el contexto y los flujos informativos que ya se están dando previo examen. Al poco de llegar MAR y ya superado el primer confinamiento, Ayuso empezó a ganar de calle en los sondeos, hasta el punto de percibirse capacidad de gobierno en solitario sin Ciudadanos, ya afectado tras el batacazo en las generales. Eso, sumado a la posibilidad de una moción de censura junto al PSOE-M llevaron al adelanto electoral de 2021.

Del covid al desplante de Bolaños

Por entonces Ayuso venía de combatir cuestiones como la desescalada del Gobierno. Protestó por quedar Madrid más rezagada que otras comunidades para pasar del nivel 0 al 1, menos restrictivo. Ello en base al criterio "técnico" del comité de expertos que asesoraba al Ejecutivo que Ayuso, no obstante, achacaba a cuestiones políticas. Fue al Supremo a reclamar. La apuesta de la popular por incrementar el tono contra Moncloa no gustó a todos, y supuso dimisiones como la de Yolanda Fuertes, directora de Salud Pública de Madrid: coincidía con los criterios estatales frente a la presión de Ayuso. Los cierres perimetrales puntuales a finales de año y durante el primer trimestre de 2021, de cara a la campaña, subieron la tensión. Es más, Ayuso empezó a acuñar términos como "ruina" económica por supuesto sectarismo del Gobierno con Madrid. El caso de las mascarillas -especialmente con la cuota morada- añadieron leña al fuego sobre este eje.

Al tema sanitario, con múltiples reproches por las muertes en residencias y por quién ostentaba las competencias, algo que correspondía a las comunidades por tener transferidas esa materia, se unió el choque económico. Primero con el decreto de sostenibilidad económica, energético, que se aprobó el verano de 2022 y abogaba por un consumo responsable mediante la regulación de la temperatura y las luces de los escaparates. Algo que ha quedado en el olvido ya.

La fiscalidad ha sido el principal frente con Sánchez en el segundo mandato de Ayuso. Una competencia a la que también se han sumado Andalucía y recientemente la Comunidad Valenciana. Si bien una de las apuestas más contundentes del Gobierno ha sido el impuesto a las grandes fortunas, Ayuso lo ha hecho bonificando temporalmente al cien por cien el impuesto de patrimonio, y en el 99% las donaciones y sucesiones. Para evitar, dijo, lo que considera como "un impuesto de patrimonio encubierto". Frente a la tasa del Ejecutivo, Ayuso recurrió al Tribunal Constitucional sin éxito en su pronunciamiento.

La pandemia, las cuestiones fiscales o la educación han sido los grandes frentes de batalla con el Gobierno central"

La Educación no ha quedado relegada tampoco. En ese ejercicio de batalla cultural, la Ley Celáa fue diana para cuestionar métodos y programas educativos propuestos. Cuestionó el arrinconamiento de las matemáticas y el ensalzamiento de la perspectiva de género desde ellas o el "sentido socioemocional". Pero otro caballo de batalla fue el fomento de la 'Ley Maestra', la respuesta madrileña para sortear las limitaciones de peso de la escuela concertada. Ésta otorgaba libertad de elección a los padres de Madrid. Por considerar, igualmente, que los currículos de bachillerato mostraban deficiencias de contenido, acudió al Supremo a principios de este año.

En mayo, para calentar de nuevo la carrera electoral, se produjo uno de los últimos frentes con Moncloa, al rechazar el acomode del ahora ministro de Justicia, Félix Bolaños, en el acto del Dos de Mayo en suplencia de la exministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez. Si bien se cedió a ello, en el propio evento se le negó su intento de acceder a la tribuna de autoridades junto a Ayuso, el alcalde José Luis Martínez-Almeida, o la ministra de Defensa, Margarita Robles. En ese contexto electoral, Ayuso rechazó la Ley de Vivienda aprobada junto a Bildu, que entendió como un "atropello a la propiedad". Pasó de denunciar su inconstitucionalidad en varios puntos a afirmar que solo la aplicaría en sus contenidos obligatorios.

Esta nueva legislatura, los miembros del Consejo de Gobierno cuentan con un tono combativo, para ir más allá de la pura gestión. Se achaca a una exigencia de MAR. Mientras que esa actitud da alas a Ayuso para mantenerse en el Ejecutivo, la deriva permite al PSOE seguir explotando su discurso de rechazo a la radicalización de la derecha y mantener candente cualquier similitud con Vox.