Los populares sacaron del 23-J una lección que llevan marcada a fuego: no fiarse de los sondeos de intención de voto. De hecho, no son pocas las veces que remiten al resultado de las elecciones generales, cuando creyeron tener al alcance de la mano la mayoría absoluta con Vox, según los datos que manejaban en aquel momento. Por eso en estas gallegas van con pies de plomo y, aunque esas mismas encuestas -las propias y ajenas salvo el CIS- les dan entre los 39 y 40 escaños, no las tienen todas consigo.

No cabe duda de que ahí también hay una estrategia movilizadora de los suyos en el ecuador de la campaña electoral. "Hay que tensionar para no fiarse, para que la gente vote", dicen fuentes de la dirección nacional del PP ante el riesgo de que lo suyos se queden en casa si se da todo por ganado después de cuatro mayorías absolutas consecutivas de Alberto Núñez Feijóo.


Admiten tener una china en el zapato, esto es, el 2 por ciento de voto, calculan, que pueda sacar el partido de Santiago Abascal en un territorio donde no tiene representación en el Parlamento autonómico y un sólo concejal en toda Galicia. Un porcentaje insuficiente para que Vox saque escaño -se exige un mínimo de un 5 por ciento- pero suficiente para quitarle alguno al PP y abrir la puerta a un gobierno del BNG con el PSdG presidido por la candidata nacionalista, Ana Pontón. "Lo que nos preocupa es Vox", insisten los mismos medios, que critican la "falta de grandeza" de Abascal para haber evaluado el "favor" que podría hacer a la izquierda concurriendo a estas elecciones.

El PP critica la "falta de grandeza" de Abascal por presentarse a las gallegas

Lo cierto es que Vox también se presentó a las gallegas de hace cuatro años y eso no impidió la mayoría absoluta más holgada que sacó nunca Feijóo con 42 diputados autonómicos, "pero entonces nos disparamos con el 48 (47,96) por ciento del voto" y eso no les hizo daño. Ahora la línea de riesgo está entre el 44 y el 46 por ciento. Con el 44 se quedan por debajo de la mayoría absoluta, aseguran, a pesar de que las perspectivas en las provincias de Lugo y Orense está por encima del 50 por ciento, salvo que Democracia Ourensana, de Gonzalo Pérez Jácome, les haga un roto.

Otra cosa es que emularan el resultado de las elecciones del 23-J en Galicia, donde obtuvieron 700.000 votos, pero en las autonómicas la participación es muy menor en una región donde el electorado, históricamente, no se moviliza mucho. Ahora mismo están, confiesan, más en 39 escaños que en 40 (la mayoría absoluta son 38) por lo que creen que ésta es factible, aunque no hay que confiarse.


Los populares dan mucha importancia a esta recta final de campaña, de hecho, opinan que "la campaña comienza realmente este fin de semana" una vez que le costó arrancar, admiten. También ven que el sucesor de Feijóo, Alfonso Rueda, "ha ido de menos a más" tras unos inicios más titubeantes, por lo que están esperanzados pero muy, muy, cautos.

El cambio de candidato, una vez que el hoy ex presidente de la Xunta asumió el liderazgo nacional de los populares, no deja de ser un ejercicio de riesgo. Sin embargo, los sondeos, a excepción de un CIS que sobrerrepresenta sistemáticamente al bloque de la izquierda y cree que puede haber relevo con un BNG muy fuerte, les sigue dando como la fuerza política hegemónica de Galicia y la continuidad en el Palacio de Raxoy.


Feijóo ha venido defendiendo en los mítines que Galicia "no merece una Xunta que le haga gracia a Bildu y ERC", en referencia al BNG y a las sinergias que tiene con estas dos formaciones independentistas. De hecho, los tres partidos conforman alianzas preelectorales para las elecciones europeas. "El 18-F se elegirá entre cambiar Galicia por algo que no es o seguir mejorándola al servicio de un pueblo", dice.

Uno de los hilos conductores de la estrategia popular pasa por advertir del riesgo de que esta Comunidad inicie, a su juicio, una senda similar a Cataluña o País Vasco, en manos de gobiernos nacionalistas. En este sentido, dentro de una semana no se trata sólo de dar a Pedro Sánchez "el escarmiento que se merece", tal y como dijo en Lalín el pasado viernes, sino propiciar un ejecutivo autonómico monocolor y no el "desgobierno de los multipartitos".

Perder la Xunta sería un varapalo mayúsculo para Feijóo


Perder la Xunta sería un varapalo mayúsculo para Feijóo, por mucho que el poder territorial del PP sea de los más potentes de su historia, pero en Génova insisten una y otra vez en descartar la hipótesis de que ello ponga en cuestión al líder del primer partido de la oposición. Pedro Sánchez tiene mucho menos que perder en una tierra donde ya es la tercera fuerza política a distancia considerable del BNG. Algunos sondeos apuntan incluso a que no ha tocado suelo y podría perder algún representante más. Democracia Orensana y Sumar, entran y salen de los sondeos según los días, y Podemos y Vox parecen quedar fuera de juego, de ahí el enfado de los populares con un partido que no tiene opciones, pero les puede hacer daño.