De algún modo, es la rebelión del hijo contra el padre. Hay que remontarse a 1911, cuando el PNV fue uno de los impulsores de la creación del primer sindicato nacionalista: ELA. Hoy es la central mayoritaria del País Vasco y uno de los mayores dolores de cabeza del PNV. El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, reconoce que sigue afiliado a él, más como lealtad histórica que como respaldo a su modo de defender los derechos de los trabajadores. Ayer, ELA encabezó, junto al resto de sindicatos convocantes, la tercera huelga de los trabajadores públicos en sólo cinco meses. 150.000 trabajadores de la Administración vasca llamados a parar para reclamar, fundamentalmente, mejoras en sus condiciones salariales y reducción de la temporalidad.

Lo que más inquieta al PNV en víspera electoral es que amenazan con nuevas huelgas. Las celebradas el pasado 25 de octubre y el 19 de diciembre no han logrado que el Ejecutivo Urkullu les escuche. Más aún, lo ha distanciado y enfadado más si cabe. La tercera huelga celebrada ayer, y las que se pudieran convocar antes de las elecciones del 21 de abril próximo, preocupan más por el clima social de crispación y malestar que alimentan que por el seguimiento real que tienen los paros entre los trabajadores.

El diagnóstico hecho por Sabin Etxea tras la pérdida de votos registrada por el PNV en las elecciones municipales y en las generales situaba, en gran medida, en el clima social ‘catastrofista’ generado por las centrales como una de las causas de la pérdida de apoyos. El mal funcionamiento de los servicios públicos, en particular de la sanidad, o de otros servicios es una de las razones que reclaman las centrales. En esta ocasión ha sido con los funcionarios públicos, pero antes fueron numerosas huelgas sectoriales en la Educación o en colectivos como la Ertzaintza.

Los sindicatos no son partidos políticos pero su poder e influencia sigue siendo aún importante en el País Vasco. Pese a no concurrir a las elecciones del 21-A, en el PNV insisten en subrayar los mensajes con los que poder contrarrestar la ‘fotografía sindical’ de la realidad vasca que hacen las centrales.

Una falta "imagen catastrofista"

Las reiteradas movilizaciones y protestas en la mayor parte de los sectores públicos han creado, dice el Ejecutivo y el PNV, un falso clima de malestar que no se corresponde con la realidad de los datos pero que sí ha terminado permeando en algunos sectores sociales. Es esa una de las razones fundamentales en las que el PNV ha interpretado el alejamiento de una parte de sus votantes en las dos últimas citas con las urnas y que teme que ahora pueda persistir si se prolonga este clima.

El líder del PNV, Ortuzar, aseguró ayer que las movilizaciones sindicales de los últimos meses responden a “una acción concertada para desgastar al PNV”. No detalló entre qué agentes se conciertan las movilizaciones, pero en los últimos meses si formación ha puesto el foco en la izquierda abertzale y su visión “catastrofista” de la realidad. Ayer la izquierda abertzale no desaprovechó la ocasión para que su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, secundara las reclamaciones sindicales a través de un manifiesto en el que apelaba a la necesidad de modernizar los servicios públicos. También llamaba a activar un plan que, entre otras medidas, garantizara las “condiciones laborales y salariales” de los trabajadores de la Administración.  

Uno de los más duros en arremeter contra los sindicatos y la izquierda abertzale por la imagen que dan de los servicios públicos ha sido el propio Urkullu. En varias ocasiones el lehendakari les ha acusado de crear un falso clima de “malestar social permanente” que no se corresponde con la realidad “y con una intencionalidad política clara”. Incluso ha hablado de “populismo” en los mensajes lanzados por los sindicatos en sus reiteradas movilizaciones, o incluso de recordarles que los recursos públicos son “finitos”: “No se puede utilizar el dinero público sólo para pagar las nóminas de los funcionarios”, les ha reprochado.

En esta ocasión los sindicatos reclaman que se les suba el sueldo un 10% para recuperar poder adquisitivo. El colectivo de 150.000 trabajadores públicos ha visto cómo en los últimos dos años se les actualizaba los sueldos un 6,5%. Este año el porcentaje de subida ha sido del 3% y del 3,5% el año pasado. Además, en el caso de Euskadi los empleados de las administraciones vascas son los mejor pagados del conjunto del país.

Euskadi convoca el 50% de las huelgas

Ayer el portavoz del Gobierno, Bingen Zupiria, aseguró que no existen razones para las movilizaciones, “no aceptamos las acusaciones de que se está produciendo un deterioro de sus condiciones y de los servicios”, aseguró. Días atrás, otro miembro del Ejecutivo, el vicelehendakari Josu Erkoreka, rechazó la precariedad en el sector público que denuncian los sindicatos. Recordó que en las sucesivas OPE convocadas se demuestra que cada vez más ciudadanos tienen como “aspiración vital” ser trabajadores públicos, “pese a que una vez que lo logran parece que se encuentran inmediatamente insatisfechos y empiezan a reivindicar”  

La realidad es que la proliferación de convocatorias de huelga ha sido una constante en los últimos años. El País Vasco registra cerca de la mitad de las huelgas que se producen en toda España en un año. Sólo el año pasado se convocaron 322, casi una por día. El sindicato ELA se ha presentado en varias ocasiones como una suerte de ‘contrapoder’ al Gobierno vasco ante la falta de oposición real por parte de las formaciones políticas en la que asegura que trabaja el Ejecutivo.  

Los datos reflejan que la situación económica y laboral no es mala. Los últimos datos de desempleo en el País vasco sitúan la tasa por debajo del 7% de paro y los salarios continúan siendo los más elevados del conjunto del país. Urkullu, durante el balance hecho al anunciar la fecha de las elecciones, subrayo precisamente la buena situación económica y laboral como uno de los mayores logros de su gestión durante doce años al frente del Gobierno.

Pero esos números no necesariamente se corresponden con la percepción extendida en amplios sectores sociales. El último ‘Sociómetro’ vasco elaborado por su Gobierno sí mostraba cómo las preocupaciones de carácter laboral y económico, así como de la prestación de los servicios públicos, se han acentuado. Hoy se sitúan entre las principales inquietudes de los vascos. Los problemas “ligados al mercado de trabajo” son la primera de las preocupaciones, seguida de la Sanidad pública, los “problemas económicos”, la delincuencia y el funcionamiento de los servicios públicos”.