Fue una seña de identidad y orgullo. Durante décadas se exhibió como garantía de gestión, incluso como símbolo del valor del autogobierno. La sanidad ‘made in Euskadi’ era la joya de la corona de la que muy pocos dudaban. Apenas figuraba en el pulso político, ni siquiera en campaña electoral irrumpía con fuerza. En los mítines y batallas por el Gobierno en Euskadi el protagonismo era para el soberanismo, el autogobierno y el reconocimiento nacional. Unos para cuestionarlo y otros para defenderlo con mayor o menor grado.
En 2024 y a puertas de unas elecciones autonómicas el tablero ha cambiado. Hoy en Euskadi muy pocos quieren que les hablen de independencia, algunos más de nuevos encajes territoriales y los más, prefieren la indiferencia. En cambio, la preocupación por la sanidad parece haberle ocupado el espacio, el protagonismo. El servicio vasco de salud que un día fue la envidia de muchas comunidades autónomas y hoy es una de las mayores preocupaciones de los vascos. Lo reflejan todos los sondeos.
Es lo que ha llevado como nunca antes el debate sanitario a la pugna política que desde hace meses libran los partidos políticos en Euskadi. El Servicio vasco de salud se ha convertido en el nuevo 'caballo de batalla' entre partidos. Amenaza con copar una buena parte de la campaña electoral próxima. Los recién designados candidatos no han ignorado esta cuestión y se han apresurado para enarbolarla, como crítica en unos casos, como prioridad absoluta para le mejora en otros.
Que el mensaje en calve soberanista cada vez moviliza menos es una realidad. La acreditan los sondeos y por ello los partidos cada vez enarbolan menos esa bandera con fines electorales. El último dato que lo corrobora es el ‘Sociómetro’ del Gobierno vasco publicado esta semana. En sólo una década el apoyo a la independencia ha descendió un 30% entre los votantes de los partidos nacionalistas. En el caso de EH Bildu quienes apoyaban la independencia de Euskadi hace una década representaban el 86%. Hoy ese porcentaje en la izquierda abertzale ha caído al 55%. En el caso del PNV, del 47% de sus votantes que respaldaban sin fisuras el independentismo se ha pasado a apenas el 17%, según el sondeo del Ejecutivo vasco.
Entre las principales preocupaciones
Hoy, cuando la creación del Servicio Vasco de Salud, Osakidetza, cumple 40 años, la preocupación que se sitúa casi a la cabeza –sólo por detrás del empleo- de las preocupaciones de los ciudadanos es la sanidad. Hasta que llegó la pandemia apenas figuraba en ese ‘ranking’. Su lugar oscilaba entre la 10º o 11ª preocupación. El último sondeo del Gobierno vasco revela que es ya la 2º de las preocupaciones de los vascos. El ascenso hasta esa posición ha sido imparable desde 2019. En un primer momento pareció que el impacto de la pandemia concedía una tregua para sobreponerse a ella. Sin embargo, casi cinco años más tarde el sistema vasco de salud continúa sin recomponerse y la percepción negativa de la sociedad se ha extendido.
La preocupación por la salud parece justificada en una sociedad tan envejecida como la vasca y en el que la atención médica es una cuestión especialmente sensible. La realidad demográfica en el País Vasco, con una caída muy grave de la natalidad, ha consolidado una sociedad envejecida con una cada vez mayor demanda de asistencia y servicios sanitarios. Con una población de apenas 2,19 millones de habitantes, una cuarta parte de ellos supera los 65 años.
Los partidos saben que ahí tienen un problema o una oportunidad, según sean gobierno u oposición. En el PNV ya no lo ocultan. Lo que durante muchos años fue su buque insignia, su carta de presentación como gestores de primer nivel, es hoy una cuestión que incomoda. Su candidato a lehendakari, Imanol Pradales, lo citó el mismo día de su proclamación: “Hay que curar las heridas que tiene el sistema”, apuntó. Fijó la sanidad como la “máxima prioridad” de sus propuestas, sabedor que será uno de los frentes por los que hasta las próximas elecciones se atacará al PNV.
Los últimos gobiernos vascos que ha liderado Sabin Etxea han optado por invertir en Salud más que en ningún otro campo. Hoy absorbe casi un tercio del presupuesto global del Ejecutivo. Sólo este año serán 4.896 millones de euros los que gestionará la consejería de Salud. Se trata de una partida en constante incremento, de ejercicio en ejercicio. Desde 2018 la factura de la salud en Euskadi se ha elevado un 24%. Un gasto disparado que convierte la sanidad vasca en la de mayor inversión per cápita de toda España, con 2.229 euros de gasto por habitante al año, según el departamento de Salud.
Anuncios e inversiones sanitarias
Negar la evidencia que a diario percibe la ciudadanía no parece una buena estrategia de comunicación si se aspira a recabar su apoyo en las elecciones que próximamente convocará el lehendakari Urkullu. Quien está llamado a ser su sucesor se comprometió a volver a situar a Osakidetza en los estándares de calidad anteriores a la pandemia. El aún inquilino de Ajuria Enea se ha apresurado a publicitar y dejar encarrilados los últimos proyectos con los que se aspira a aliviar la saturada y carente de recursos sanidad pública vasca. El departamento ha acelerado los anuncios de inversiones en materia sanitaria desde comienzos de este año.
Urkullu presentó el pasado miércoles tres ambiciosos proyectos de ampliación para otros tantos hospitales de referencia en el País Vasco. Se trata de un plan de inversión de 282 millones de euros con los que ampliar las instalaciones del Hospital de Basurto, el Hospital de Galdakao y el Hospital Universitario Donostia. Planes a más de tres años vista y con los que se busca ampliar la Atención Primaria, principal foco de malestar entre la ciudadanía. Las ampliaciones buscan dotar a estos centros de cientos de consultas y de nuevos servicios de diagnóstico.
La oposición, en particular la izquierda abertzale, sabe que el flanco sanitario le duele al PNV y lo aprovechará durante esta campaña. Lo lleva haciendo los últimos años. Desde la coalición que lidera Arnaldo Otegi insisten en reclamar un modelo que rebaje la derivación de servicios a la sanidad privada y en una mejora que frene lo que considera que es “una decadencia” imparable de la sanidad pública vasca. En la última negociación presupuestaria EH Bildu puso el foco de modificaciones para las cuentas de este año en el modelo sanitario.
Actualmente uno de los principales problemas del Servicio vasco de Salud pasa por los recursos humanos. En la sanidad vasca faltan médicos y profesionales de enfermería. No es una carencia exclusiva pero sí una dificultad a la que los sucesivos gobiernos autonómicos en el País Vasco no han logrado ponerle freno. Una de las últimas medidas para detener el desgaste que está sufriendo el sistema ha sido abrir la puerta y rebajar las exigencias. Desde enero de este año en Euskadi te pueden contratar no sólo sin tener la nacionalidad española sino sin ni siquiera saber euskera o tener que acreditar su conocimiento en un plazo determinado, algo impensable hasta ahora. La posibilidad de contratar profesionales extracomunitarios para ocupar puestos vacantes se aplicará a 55 especialidades.
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