Son 5.754.931 los catalanes llamados a las urnas este 12 de mayo. Para elegir un nuevo Parlament. Pero ellos tendrán en sus manos, también, el futuro de la gobernabilidad de España. Porque la partida este domingo es doble. Se juega en Cataluña y en Madrid. Salvador Illa aspira a devolver a su partido, al PSC, a la Presidencia de la Generalitat. Y Pedro Sánchez necesita que su candidato alcance el Govern para poder estabilizar su propio Gobierno. Estas elecciones del 12-M son las que definirán el futuro de la legislatura. Del país.

Las perspectivas son positivas, lo llevan siendo en toda esta campaña en la que el PSC no se ha apeado de su condición de favorito, tanto en escaños como en número de votos. Pero los socialistas prefieren acogerse a una extrema prudencia. No quieren sustos, no quieren calentar expectativas. Están "satisfechos" con el viaje de estas semanas, de estos últimos meses, creen que han sabido consolidar una tendencia al alza, pero son plenamente conscientes de que el resultado de las urnas dependerá de multitud de factores. De la participación, de cómo se decante el enorme volumen de indecisoshasta un 39,7%, según el CIS—, de las transferencias de voto.

Los socialistas se sienten satisfechos con su campaña "limpia, decente, respetuosa y de propuestas". Para Illa, era muy importante "no cometer errores", y no ha sucedido

El PSC culminaba este viernes una campaña tranquila, sin sobresaltos, en la que no ha habido giros discursivos ni bandazos de última hora. Illa había pedido a su equipo, desde hace meses, desde mucho antes de que Pere Aragonès pulsara el botón de la disolución del Parlament, que la clave era "no cometer errores". Y esa máxima ha imperado hasta el final. Quería una "campaña muy limpia, decente, respetuosa, de propuestas", y ese es el marchamo que, a juicio de los suyos, ha mantenido contra viento y marea, pese a que se ha visto en el centro de los ataques de todos los demás —como probaron los tres grandes debates (en TVE, en La Sexta y en TV3)—, dada su posición de favorito en las encuestas.

Ahora, los socialistas esperan los frutos. Anhelan un resultado "contundente", claro, señalan en la cúpula, a suficiente distancia del segundo —presumiblemente, también lo dicen todos los sondeos, Junts—, para sentenciar las elecciones y acercar a Illa de manera definitiva a la Generalitat. "Una gran victoria que refuerce también a Pedro en Madrid", resumían este viernes desde el equipo de campaña del candidato.

Sánchez llama a "no buscar atajos" y votar "directamente a Illa". Se trata, asegura en el cierre en Barcelona, de "ganar bien y gobernar"

El PSC se ha afanado en los últimos días en llamar a la participación, en hacer que sus votantes no se relajen, que no crean que el triunfo está descontado. "Nada está hecho. No podemos fiarnos", repetía Illa. Y en el mitin de cierre de campaña, con más de 3.500 personas en el pabellón de la Vall d'Hebron de Barcelona y otras 500 siguiéndolo desde el exterior, Sánchez apuntaló ese mensaje: "No busquemos atajos, hay que votar directamente a Illa. Quien quiera avance, convivencia y estabilidad, la de Salvador Illa es la papeleta que tiene que coger el 12-M". Se trata, dijo, de "ganar bien y poder gobernar" en Cataluña, porque Cataluña "necesita un cambio que solo puede liderar Illa". Al jefe del Ejecutivo se le vio más enérgico que en otros mítines, y revolucionó a las bases cuando se enfundó una camiseta con la silueta característica de su exministro: su flequillo ondulado y sus gafas de pasta.

"Dos únicas opciones"

"Es o Salvador Illa o bloqueo, o entendimiento y avance social o parálisis y bloqueo. No solamente tenemos que ganar, tenemos que pedir una amplia victoria para Salvador Illa, para ganar el 12-M y el 13 de mayo poder gobernar Cataluña. ¡Quien pueda votar, que vote, que vote a Illa!", clamó el presidente, parafraseando también a José María Aznar y su "quien pueda hacer, que haga", la sentencia que dejó para la historia cuando se estaba negociando la investidura, en noviembre pasado. Sánchez pedía esa victoria amplia, rotunda, inequívoca. Mientras, el primer secretario de los socialistas catalanes reiteraba que solo caben "dos únicas opciones": la de reeditar la mayoría independentista en el Parlament, que es la de la "parálisis", la que "no ha funcionado", o la de "abrir una nueva etapa para unir y servir a los catalanes", la alternativa "del diálogo, de las soluciones, la que representa el PSC".

Illa llama a "abrir una nueva etapa para unir y servir a los catalanes", con la alternativa del "diálogo". Pide el voto a los que quieren cambio y a los indecisos, a los "perdidos y despistados"

Illa se presenta como el candidato transversal, al que se pueden acercar votantes tradicionales de otros partidos pero que ahora, el 12-M, quieren pasar página definitivamente del procés: "Convocamos a los que no nos han votado nunca, que hasta ahora han encontrado otras opciones, pero que ahora están perdidos y despistados y ven que esto no funciona, que Cataluña no tira, que el Govern no tira. A estos también les decimos que pueden confiar en nosotros, que no les defraudaremos, que cumpliremos", les dijo en el mitin en la Vall d'Hebron.

Una apelación directa a esa enorme bolsa de indecisos que dibujan las encuestas. "Quien quiera más de lo mismo, tiene muchas papeletas, incluso la abstención. Quien quiera abrir una nueva etapa en Cataluña, solo tiene una opción que es votar al PSC. ¡A ganar, a ganar, a ganar! ¡A gobernar, a gobernar, a gobernar!", arengó el candidato socialista, más animado que nunca. El auditorio rugía. Ya había vibrado con las intervenciones de los teloneros, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona desde hace menos de un año, y Alícia Romero, la número dos de la lista y portavoz parlamentaria. Y se emocionó cuando Sánchez recordó a Alfredo Pérez Rubalcaba, de cuya muerte se cumplían este viernes cinco años, y a Carme Chacón, fallecida en abril de 2017. "Estoy convencido de que Carme y Alfredo estarían enormemente orgullosos y agradecidos de ver cómo el PSC ha logrado abrir una vía amplia, ancha, de convivencia que nos va a llevar al triunfo el 12-M", cumplimentó el presidente.

El presidente invoca el ejemplo de Rubalcaba y Chacón, que buscaron "alternativas" a la crisis de convivencia y que hoy estarían "orgullosos" de ver "cómo el PSC ha abierto una vía amplia"

Ambos, Rubalcaba y Chacón, siempre "buscaron alternativas a esa crisis de convivencia en los momentos más difíciles del procés". Crisis de convivencia, remarcó, que abrieron "dos presidentes de derechas en Madrid y en Barcelona" y que ahora, siguió, enganchándolo con la campaña del 12-M, resolverán "dos presidentes socialistas, uno en la Moncloa y otro en la Generalitat".

"No podrán violar la voluntad del pueblo"

Sánchez cerraba una campaña en la que se ha implicado personalmente más que en las dos convocatorias anteriores, las gallegas del 18 de febrero y las vascas del 21 de abril, y eso que el tramo final hacia estos comicios arrancaba con su periodo de reflexión de cinco días, del que dijo salir con más "fuerza". El presidente se presentó por sorpresa el 1 de mayo en la Feria de Abril de Barcelona, luego participó en su primer mitin en Sant Boi, el jueves 2, y enlazó con su segundo acto el sábado 4 en Montmeló —en realidad, el jefe del Ejecutivo pasó todo el puente en Cataluña con su familia—. Regresó el jueves a Vilanova i la Geltrú, y este viernes comenzó el día con una visita a Tarragona que no figuraba en agenda, acompañado por varios dirigentes del PSC, como la viceprimera secretaria, Lluïsa Moret, o el alcalde de la ciudad, Rubén Viñuales. Durante su paseo recibió gritos de apoyo y peticiones de fotografías de los vecinos. Por la tarde, se dirigió al acto en la Vall d'Hebron. "Se nota que te sientes a gusto en Cataluña y Cataluña se siente muy a gusto contigo", le agradeció Illa. Además de Sánchez, la otra figura del PSOE que ha participado en mítines ha sido la del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, un must en las últimas campañas del partido. Pero no han tomado la palabra ministros o barones socialistas. Solo el titular de Industria, el catalán Jordi Hereu.

Sánchez se ha volcado en la campaña catalana. A los cuatro mítines se añadió la visita a la Feria de Abril de BCN el 1 de mayo y el paseo por sorpresa por Tarragona este viernes

El presidente es sentido por el PSC como un talismán. El partido fue saliendo de su crisis, muy poco a poco, en las convocatorias de 2015 y 2017, con Miquel Iceta de primer secretario y candidato, y se catapultó con el exministro Illa en 2021. Y ahora puede acercarse a su techo histórico de 42 escaños, los que consiguió por última vez en 2003, con Pasqual Maragall como cabeza de cartel. Hace tres años, los socialistas vencieron en votos (y empataron en diputados, 33, con ERC, uno más que Junts), algo que jamás había pasado. Ahora, pueden llevarse la victoria en papeletas y en parlamentarios. Pero para dar un golpe en la mesa necesitan esa victoria amplia que invocaba Sánchez, de varios puntos en porcentaje de voto y con una ventaja sobre Carles Puigdemont "en cuatro o cinco escaños", según resume un relevante cargo público. "Si tenemos un triunfo contundente, no podrán violar la voluntad del pueblo, a la que los independentistas tanto apelan", agregan en el equipo del exministro. Los cálculos internos es que el PSC rondará los 40 representantes, tras una semana en la que los trackings indican un pequeño bajón de su candidato.

La prudencia que se palpa en el PSC se torna en un indisimulado optimismo en la Moncloa y en Ferraz. En el equipo de Sánchez están convencidos de que Illa firmará un gran resultado, que servirá como aval a la política de distensión del Gobierno y, sobre todo, un espaldarazo a la ley de amnistía, que este mes acabará su tramitación y que, sorprendentemente, no ha sido apenas objeto de debate en esta campaña del 12-M, ni siquiera traída a colación por las derechas de PP y Vox, pese a que ha sido su herramienta constante de desgaste del Ejecutivo en todos estos últimos meses.

En el PSOE tienen todos clarísimo que su escenario óptimo es el de una victoria de Illa, y que este pueda gobernar la Generalitat. No hay discusión en el partido sobre ello. La dirección de Sánchez le dará manos libres al candidato para entablar las negociaciones que entienda oportunas y trenzar la fórmula de gobernabilidad que encuentre más estable. Pero Ferraz y el PSC sintonizan: preferirían un Govern en solitario liderado por Illa, aunque no se cierran a un tripartito con ERC y los comunes, vía a la que el candidato se abrió explícitamente en campaña.

Los socialistas no creen que ERC, si se hunde en las urnas, como dicen las encuestas, tenga incentivos para ir a una repetición electoral

Pero los socialistas, en Madrid y en Barcelona, creen que para los republicanos dar su apoyo a su candidato ya será una solución lo suficientemente traumática —más aún si se hunden en las urnas, como presumen las encuestas— como para no decidirse a entrar en ningún Ejecutivo. Es decir, PSOE y PSC creen que ERC, en todo caso, dará apoyo a un Govern de Illa. Y estiman que no tendrá incentivos para acudir a una repetición electoral en la que la polarización entre Illa y Puigdemont se acentuaría y le dejaría fuera de juego. En cualquier caso, nadie se llama a engaño: formar gobierno "no va a ser fácil", pero "para el resto va a ser mucho más difícil". "O gobierna Salva o elecciones. No hay más", resume un cargo público del PSC.

La otra alternativa es que se repitiera una mayoría independentista, escenario que no aproxima ningún sondeo. Junts, ERC y la CUP no llegarían, por tanto, a los 68 escaños necesarios, porque de la ecuación habría que sacar la formación soberanista y xenófoba Aliança Catalana. Los republicanos han rechazado todo entendimiento con los ultras desde el primer minuto, pero también los posconvergentes —junto a ERC, PSC, CUP y comuns— han firmado un manifiesto por el que se comprometen a excluir a la extrema derecha de los pactos, no aceptando sus votos ni siquiera por omisión. Y eso incluye tanto a Aliança como a Vox. "Pero con Puigdemont nunca se sabe, aunque si ocurre, será él el que tenga que dar explicaciones", advierten en las alturas del PSC.

"Lo que queremos y lo que creemos"

En la Moncloa reconocen que un escenario de mayoría independentista en el Parlament sería catastrófico. "Se interpretaría, por parte de Puigdemont, como una invitación a continuar en la página del procés", señalan en el núcleo de confianza de Sánchez, en el que recuerdan que no se le permitiría al expresident saltarse la ley. "Pero no lo vemos, no creemos que haya mayoría independentista", añaden. Lo mismo perciben en el PSC. Desde 1980, las formaciones nacionalistas (y hoy independentistas) han gozado de mayoría absoluta en el Parlament.

Una victoria de Salva en Cataluña refuerza y ayuda a un Gobierno progresista, primero pensando en Cataluña, pero luego también pensando en España", dicen en el círculo de Illa

Si Illa es president, ¿se desestabilizaría el Gobierno de Sánchez? En la Moncloa y en el PSC responden tajantemente que no. Argumentan que ERC ya ha pactado con Illa dos presupuestos y gobiernan juntos en tres de las cuatro diputaciones y en multitud de ayuntamientos, y no se ha resentido su apoyo al PSOE en Madrid. Y Junts, por su parte, no está en la Generalitat y no por ello se negó a investir a Sánchez y a darle respaldo parlamentario. La cúpula socialista no cree que ni ERC ni Junts tengan incentivos para tumbar al presidente en el Congreso para aliarse con PP y Vox, máxime cuando la amnistía no está aún aprobada y cuando su aplicación por los jueces se presume turbulenta.

"Una victoria de Salva en Cataluña refuerza y ayuda a un Gobierno progresista. Es lo que queremos y lo que creemos", recalcan en el círculo de Illa, "primero pensando en Cataluña, para que un nuevo Govern revierta esta década protagonizada por la parálisis y la no gestión, pero luego también pensando en España". "Pedro no se verá debilitado por una victoria y un Govern de Illa: se vería como un aval a su estrategia", completa esta fuente de primer nivel del PSC. Por la vía de las urnas, Sánchez lograría el beneplácito de los catalanes a la ley de amnistía y cerraría una vía de agua de la legislatura. Y rompería el discurso de cambio de ciclo que quiere instalar Alberto Núñez Feijóo y que ya fracasó en las vascas del 21-A, en las que el PSE superó las expectativas.

En el PSC admiten que el tirón de Puigdemont ha sido mayor del previsto inicialmente, y que su éxito se explica porque el independentismo más radical ha conectado con él y con su mensaje irredentista. "Pero Junts y ERC son vasos comunicantes", señalan.

Pese a dificultades como el parón del presidente, los socialistas catalanes se dicen contentos con la campaña que concluyó este viernes: "Los resultados son los previstos. Creemos que hemos movilizado a nuestra gente, hemos logrado desbordar nuestros actos, hemos estado muy presentes en redes sociales y en los medios. Nuestro gran activo es Salva y hemos sido muy fieles a los planteamientos que él nos marcó", indican en su equipo directo. "Cualquier análisis serio de la campaña en Cataluña solo puede acabar en una conclusión —coinciden fuentes de Ferraz—: la sociedad catalana ha pasado página. El marco de Salvador se ha impuesto a todos. Los servicios públicos, los problemas diarios de la gente, lo primero. Ni independencia, ni amnistía… los debates y la campaña han girado con una normalidad absoluta en el eje que impuso Salvador. Y eso ya es el comienzo del gran cambio".

Los discursos del candidato y del presidente se han complementado: el exministro busca pescar de todos los caladeros, mientras Sánchez persigue activar a los votantes del 23-J

El discurso de Illa se ha incardinado con el de Sánchez, más ideológico y más dirigido a las tripas del electorado progresista y a los que confiaron con él en las últimas generales. En el mitin de cierre, mientras el candidato incidía con su mensaje transversal, más moderado, el presidente llamaba a las mujeres a "votar en masa" a Illa —el voto femenino fue capital en su victoria del 23-J— y cargaba las tintas contra el dúo de PP y Vox, que "están a ver quién queda cuarto" y que "banalizan la violencia de género". La víspera, en Vilanova, el jefe del Ejecutivo equiparó al partido de Feijóo con la ultraderecha por identificar inmigración con delincuencia.

Cataluña cierra su campaña más decisiva en los últimos años. Y el escenario sigue muy abierto a pocas horas de que se abran las urnas. Illa es el favorito, pero se tiene confirmar esa ventaja y su magnitud. También cómo le ha influido la pausa del presidente. Y si la polarización con Puigdemont le ha ayudado a impulsarse y a concentrar el voto en torno a él. La Moncloa y el PSOE miran con esperanza hacia Barcelona. Si el PSC triunfa, el Gobierno puede estabilizarse y las expectativas para la última meta volante de esta superprimavera electoral, las europeas del 9 de junio, mejorar. Todo, absolutamente todo, depende de Cataluña. Más que nunca. Y esta no es ninguna frase hecha.