El Congreso ha encadenado tres semanas de parón de sesiones plenarias. Pero el próximo martes retoma la rutina y el Gobierno, de nuevo, volverá a sufrir. El jueves 8 de mayo deberá conseguir la convalidación de su real decreto ley de respuesta a la guerra comercial de Donald Trump, y ahora mismo no tiene los apoyos garantizados. El PP se apeó de las negociaciones este miércoles tras una última reunión con el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, de tal manera que la llave la tiene ahora Podemos. En sus manos está que el texto sobreviva o que decaiga y que el Ejecutivo, en ese caso, padezca una nueva (y dolorosa) derrota parlamentaria. Por el momento, en el Gabinete se mantienen "optimistas", creen que será posible tener el respaldo de los morados, al tiempo que sitúan a PP y Vox al otro lado de la ecuación, con Trump.
Cuando el presidente de EEUU lanzó su ataque arancelario al resto del mundo, Pedro Sánchez presentó su propio escudo —un total de 14.100 millones: 7.400 de nueva financiación y otros 6.700 de instrumentos ya existentes— y prometió diálogo. Era 3 de abril. Ese mismo día Cuerpo se reunió con el vicesecretario económico del PP, Juan Bravo. Había feeling, buen rollo, según reconocieron ambas partes. Las conversaciones siguieron. El domingo 6 por la noche el ministro remitió el borrador del decreto ley a su interlocutor popular (y al resto de los grupos). Todo parecía ir bien. Tras un tira y afloja en las horas siguientes, el acercamiento parecía real. El PP reconocía el esfuerzo negociador del Gobierno y que había introducido cambios en el texto, aunque "insuficientes".
En la posición del PP ha acabado confluyendo lo que ocurrió el pasado lunes: el apagón. La dirección de Feijóo entiende que el cero energético respalda su tesis de que es necesario alargar la vida de las nucleares
Pero Junts entró en escena. Aseguró que había pactado con el Ejecutivo que el 25% de las ayudas irían a las empresas catalanas. Y esa afirmación sirvió a la dirección de Alberto Núñez Feijóo para poner tierra de por medio. Cuerpo llamó a Bravo para tranquilizarle, ratificarle que ninguna compañía que necesitara la cobertura del Estado se quedaría fuera, confirmarle que no había ningún "cupo arancelario", precisarle que, lógicamente, las comunidades más expuestas, por su mayor volumen de exportación a EEUU —y es el caso de Cataluña—, podrían necesitar más acceso a la financiación. Bravo aceptó las explicaciones pero a las pocas horas Feijóo endureció la postura. Y desde entonces la distancia fue creciendo. Más y más.
Hasta ayer miércoles. Y en la posición final del PP, el no a la convalidación del decreto ley de respuesta a los aranceles, ha acabado confluyendo lo que ocurrió el pasado lunes: el apagón que mantuvo paralizada España durante horas. Para los conservadores, el cero energético respalda su tesis, por la que ya venían empujando, de que es necesario alargar la vida de las nucleares, un misil en la línea de flotación del Ejecutivo.
El cambio de modelo energético estuvo presente en la reunión que ayer por la tarde mantuvieron Cuerpo y Bravo. Fue la cúpula de Génova la que, al término, dio por concluidas las conversaciones al no haberse incluido, dijo, ninguno de sus planteamientos. "No se puede pedir nuestro respaldo cuando no se acepta ni una sola propuesta de las que reclaman empresas, autónomos y trabajadores. No quieren seguir contando con el PP [...]. Entendemos que se han acabado las negociaciones", aseguró Bravo en unas declaraciones remitidas a los medios tras su cita con el ministro.
Bravo da por acabadas las negociaciones: cerrar las plantas atómicas en plena crisis es una "irresponsabilidad que compromete la competitividad, la sostenibilidad y el bienestar de las familias"
"No hemos venido a ser la muleta del Gobierno —continuó—, sino que nuestro objetivo era ser capaces de trasladar al BOE las propuestas a los sectores que nos habían reclamado cuestiones importantes en materia de política energética, infraestructuras, energía y agua", informa EFE. El responsable económico del PP insistió en que su formación se encontró con un "no a todo", acusó al Ejecutivo de "bloquear" cualquier negociación al negarse a asumir medidas como el mantenimiento de la energía nuclear para la garantía de suministro. Según la lectura de los conservadores, cerrar las centrales atómicas en plena crisis es "una irresponsabilidad que compromete la competitividad, la sostenibilidad y el bienestar de las familias y empresas".
Defensa de las nucleares
Pero el Gobierno no está dispuesto a pasar por el aro. Antes del apagón ya advertía de que el PP no podía pretender la imposición de su programa ideológico, y que en todo caso "nada tiene que ver" la prórroga de la vida de las nucleares —el calendario de cierre de los siete reactores aún activos se extiende desde 2027 hasta 2035— con la respuesta a los aranceles de EEUU. El martes, el propio Sánchez defendió su apuesta por las renovables y negó categóricamente que las nucleares hubieran sido la "solución". Habían sido, de hecho, el "problema" porque hubo que desviar energía en el proceso de reposición del sistema para que sus núcleos se mantuvieran estables, y porque su sincronización de nuevo con la red es más lenta. Este miércoles, tanto la presidenta de Redeia (la matriz de Red Eléctrica de España), Beatriz Corredor, como la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, negaron que hubiera un exceso de renovables, que ellas fueran las culpables del colapso.
El Ejecutivo defiende su apuesta por las renovables. "No tenemos recursos fósiles, no tenemos uranio, pero sol y sí viento", sostiene Aagesen que recalca la "robustez" del sistema en un contexto de alta penetración de las energías limpias
"Una energía renovable que ha conseguido que seamos un país mucho más competitivo, con precios más asequibles, y en algo tan importante en tiempos como hoy, hablar de autonomía estratégica, hablamos de un recurso autóctono, el sol, el viento, que tenemos en nuestro país. Les aseguro que no tenemos recursos fósiles, no tenemos uranio, pero sí tenemos sol y sí tenemos viento", sostuvo Aagesen ante los medios, y subrayó que los informes de REE, de la UE y de distintas instituciones "siempre apuntan a la robustez del sistema en el contexto actual de alta penetración renovable".
Fuentes del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa destacaron, tras la ronda de reuniones "productivas y positivas" de Cuerpo con las fuerzas parlamentarias —todas menos Vox—, que el PP fue "el único grupo" que se desmarcó "del diálogo y la negociación". "Su planteamiento ha sido de máximos, condicionando su voto favorable al real decreto ley de apoyo a las empresas a la ampliación de la vida útil de las centrales nucleares", sostuvieron. El Gobierno defendió que tendió la mano para "definir de manera conjunta la siguiente fase de medidas de apoyo, centrando la discusión en el marco del conflicto arancelario". Pero "la negativa del Partido Popular se entiende como una estrategia política de desmarque de las ayudas a las empresas y trabajadores".
Economía denuncia la actitud "de máximos" del PP y reitera que sigue tendiendo la mano al PP. Su negativa "se entiende como una estrategia política de desmarque de las ayudas a empresas y trabajadores"
El Ejecutivo lamentó que la dirección de Feijóo "anteponga sus intereses electorales al apoyo que las empresas y trabajadores necesitan". Y reiteró su "mano tendida" para que los populares "vuelvan a unirse al diálogo que mantienen el resto de formaciones políticas". El ministro había comunicado a los grupos los "avances" realizados en las medidas de la primera fase de respuesta a la guerra arancelaria, "con especial atención al plan del ICEX, que se está elaborando conjuntamente con las CCAA". Y discutió con ellos "las siguientes etapas" del plan, "delimitando posibles áreas de actuación". "Los distintos grupos se han ofrecido a seguir colaborando en la definición conjunta de la respuesta necesaria para proteger a nuestras empresas y trabajadores", concluyeron fuentes de Economía.
Medidas de "maquillaje"
La duda es ahora qué hará Podemos, el otro grupo que había puesto más pegas para la convalidación. Fuentes de la cúpula morada apuntaron que no está decidido el sentido del voto, pero recordaban la posición expresada hasta el momento por su secretaria general, Ione Belarra: las medidas del Gobierno son "maquillaje", ha optado por una respuesta "mesurada" y "controlada", por si "enfada" a Trump. Lo que quieren los morados es devolver el castigo a EEUU, expropiando las viviendas y las acciones en manos de fondos buitre americanos. "Hay que cortar ya esa dependencia, haya o no haya aranceles, porque las amenazas van a continuar, porque es la forma de estar en el mundo de un fascista que se cree que el mundo es suyo y que puede hacer lo que quiera con él", decía Belarra el pasado 10 de abril, justo después de que el mandatario republicano suspendiera durante 90 días la aplicación de los aranceles "recíprocos", que eran del 20% para los bienes importados de la UE.
En el Ejecutivo se muestran "optimistas" respecto a la posición de Podemos. Y avisan a Feijóo: "Este decreto ley es sencillo: o estás con Trump y los aranceles o con la gente. PP-Vox con Trump y los demás, con la gente"
En el Ejecutivo se muestran "optimistas" respecto a la posición que finalmente adopte Podemos. Los votos de sus cuatro diputados son claves para que el decreto ley pueda ser convalidado. Si Feijóo no se mueve del no, los morados tendrían que, como mínimo, votar abstención para salvar el texto, ya que basta que el Ejecutivo reúna una mayoría simple y superar el probable muro de 171 noes (PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro).
Los socialistas confiaban en que el PP finalmente votaría o sí o abstención, porque un no, creían, no sería entendido por sus votantes. Ahora que ya cuentan con su negativa, están convencidos de que se les volverá en contra. "Este decreto ley es sencillo: o estás con Trump y los aranceles o estás con nuestra gente en España —aseguran fuentes de la Moncloa—. PP-Vox con Trump y los demás, con la gente". En el Ejecutivo son conscientes de que los populares sobre todo buscan infligir una derrota parlamentaria a Sánchez para evidenciar su precariedad de apoyos. "Pues buena suerte", apostillan. Porque en el núcleo duro de Sánchez están persuadidos de que el rechazo del PP al decreto puede ser un "regalo" para ellos. Claro que si Podemos hiciera descarrilar el texto, el golpe sería mayúsculo. Y la presión volvería al presidente.
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