Finalmente fue necesaria una llamada en el último minuto a Carles Puigdemont para salvar el no de Junts a los decretos del Gobierno. La noche antes, la plana mayor de Junts había cenado en la Moncloa. El secretario general, Jordi Turull, la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, y el presidente del grupo en el Parlament, Albert Batet, compartieron mesa con los ministros Félix Bolaños y María Jesús Montero y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en un encuentro que sirvió para destensar un diálogo que había subido de decibelios en los días anteriores. Pero no fue suficiente para cerrar el pacto.

El sí -en forma de ausencia- de los diputados de Junts estaba en manos Puigdemont. Sobre el papel, un "simple" eurodiputado sin cargo orgánico en el partido, tras abandonar la presidencia de Junts en el congreso del partido de verano de 2022. En realidad, mucho más que el líder moral del partido heredero de Convergencia. Turull reconocía este jueves la buena relación trabada en los últimos meses con Cerdán -"a veces encuentras interlocutores con quien puedes hablar de forma honesta e ir al grano" afirmó el jueves en una entrevista- pero la decisión no estaba en manos del secretario general ni la líder en el Congreso. Había que convencer a Puigdemont.

Eso es lo que debería haber aprendido el PSOE tras esta semana de vértigo. En Junts todas las decisiones importantes acaban pasando por Waterloo. Y ahora, las decisiones importantes para Junts son las que atañen al Congreso de los Diputados.

Otras imposiciones

No esa la primera vez que Puigdemont sale de su supuesto ostracismo belga para fijar el rumbo de Junts. Lo hizo en septiembre de 2022 para decidir el sentido de la consulta interna sobre la continuidad de Junts en el Govern, inclinando la balanza a favor de la ruptura con ERC. También cuando Jaume Giró lanzó su candidatura como cabeza de lista a las generales, y Puigdemont dejó claro que su candidata era Nogueras. Pero todo se ha llevado al extremo desde que el 23J les dio la llave de la investidura.

"Hoy por hoy lo único que importa a Junts es su capital político en el Congreso" con esos siete diputados, apunta un rival de los junteros en el Parlament. Porque la política en la cámara catalana ha pasado a segundo término para Junts. Todo se juega en el Congreso, donde tienen la clave para seguir presionando al PSOE hasta que la Ley de amnistía que ha llevado al partido a abandonar su política de confrontación sea un hecho.

Si bien es cierto que la táctica del partido pasa por el Congreso, su estrategia sigue apuntando a la Generalitat

Una amnistía que permite a los posconvergentes soñar con una nueva candidatura de Puigdemont que les permita recuperar el poder en Cataluña. Porque si bien es cierto que la táctica del partido pasa por el Congreso, la estrategia de Junts sigue apuntando a la Generalitat. Y Puigdemont sigue siendo el mejor candidato posible para Junts.

De hecho, el Sondeo de Opinión de Cataluña 2023 publicado esta semana por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) sitúa al líder de Junts como el favorito para gobernar la Generalitat, pese a que el partido es tercero en intención de voto.

Puigdemont candidato

Así, un 19% de los encuestados prefiere a Puigdemont como presidente de la Generalitat, cifra que entre los votantes de Junts asciende al 65,7%. La clave, sin embargo, está en el 19,3% de los votantes de ERC y el 29% de los de la CUP que también lo prefieren como president. Oriol Junqueras es el segundo en preferencias, seguido por Salvador Illa, mientras Pere Aragonès queda relegado al cuarto lugar.

Por contra, preguntados por la intención de voto un 20,8% se inclina por ERC, frente al 16,4% que votaría al PSC y el 15,6% que apoyaría a Junts. Unos resultados que desmienten los últimos sondeos del CEO de la Generalitat y dan esperanzas al bloque independentista de revalidar la mayoría en el Parlament, pese a las últimas victorias socialistas en Cataluña.

Con estos datos sobre la mesa, no es extraño que Jordi Turull insistiera este miércoles en Catalunya Ràdio en que Puigdemont es el mejor candidato para Junts. Laura Borràs, la última candidata de Junts, ha sido inhabilitada, aunque la sentencia no es firme. Turull y Josep Rull tantean sus opciones entre sus cuadros más fieles. Pero de puertas adentro en Junts todos reconocen que esperan un paso adelante en este sentido, aunque todos aclaran que la última palabra es suya.

De momento, Puigdemont ha dejado claro que su intención es repetir candidatura en las europeas del 6 de junio. A partir de ahí, todo dependerá del calendario electoral que fije ERC y el recorrido judicial de la amnistía. Si como teme el penalista de Puigdemont, Gonzalo Boye, el Tribunal Supremo plantea prejudiciales ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y el proceso se bloquea en Europa, la candidatura de Puigdemont será imposible. Si no es así, será difícil que Puigdemont se resista a encabezar la candidatura del partido que ha puesto en sus manos la llave de la mayoría de Gobierno en España.

Partido sin estructura

Las expectativas electorales no son la única clave del control casi omnímodo de Carles Puigdemont sobre Junts. Para quienes conocieron la estructura de poder creada por Jordi Pujol con Convergencia es difícil comprender cómo ha conseguido Puigdemont tener un poder incluso mayor, puesto que en tiempos de CDC el grupo en el Congreso era capaz de negociar y tomar decisiones sin una tutela tan extrema, aunque nada se hacía en contra de la opinión del president.

Pujol hizo un partido a su medida, como lo es ahora Junts respecto a Puigdemont. Pero Convergencia construyó a lo largo de los años una sólida estructura de poder formada por cuadros muy profesionalizados al servicio del partido, que estudiaban y fundamentaban todos los pasos a dar. Una estructura que se diluyó rápidamente con el paso de Convergencia al PDeCat forzado por las causas judiciales por corrupción, que arruinaron al partido y obligaron a prescindir de ese ejército.

Los vaivenes de la política catalana, el poder compartido con ERC y los elevados costes de las defensas penales de todos los involucrados en el 1-O que han fagocitado los recursos, primero del PDeCat y después de Junts, han hecho imposible reconstruir esa maquinaria política. Y sin esa maquinaria, el partido es mucho más proclive a la política de la astucia y el giro de guion de último minuto en la que Puigdemont se mueve mejor que nadie.