El próximo 12 de mayo, cinco millones y medio de catalanes están llamados a las urnas en unos comicios que pueden tener consecuencias mucho más allá de las fronteras de la comunidad autónoma. Los tres principales partidos en liza –PSC, ERC y Junts– fueron la clave para que Pedro Sánchez retuviera inesperadamente la Moncloa tras el 23-J. Ahora los tres parten en similares condiciones, con ligera ventaja del PSC y Junts al alza a costa de los republicanos. Pero todos saben que habrá que pactar tras los comicios, y de la configuración del próximo Govern puede depender la estabilidad del Gobierno.

El promedio de todas las encuestas sobre las elecciones catalanas publicadas durante esta legislatura mantiene en cabeza al PSC, con una ventaja sobre ERC que se ha ampliado 2,8 puntos desde que se anunció el adelanto electoral. Salvador Illa ganaría otra vez las elecciones con el 27,2% de los votos frente al 19,5% de los sufragios para Pere Aragonès. En la última semana, los socialistas han subido una décima y los republicanos se mantienen en el mismo registro, pero cada vez tienen más cerca a Junts.

Carles Puigdemont obtendría el 18,9% de las papeletas, dos puntos más que antes de confirmarse su candidatura. En los comicios de 2021, las diferencias entre los tres partidos fueron mucho más estrechas: el PSC ganó por 1,7 puntos a Esquerra y esta se impuso a JxCat por 1,2 puntos. Ahora los sondeos apuntan al fin de la mayoría independentista en el Parlament, pero la ventaja de los socialistas no es suficiente como para dar al bloque secesionista por muerto.

Govern independentista

Junts confía en que la apuesta de todo o nada por Puigdemont sirva para recuperar el primer lugar entre el independentismo y revalidar esa mayoría independentista. Aunque sea a costa de aceptar los votos de la xenófoba Aliança Catalana, parecía reconocer este lunes Puigdemont, al evitar descartar ese apoyo para ser investido ante los micrófonos de RAC1. El problema, para Junts, es que el apoyo de Sílvia Orriols podría dar la excusa a Esquerra para no subirse a ese carro. También a la CUP.

La disgregación del voto independentista, con hasta cinco candidaturas en liza, es uno de los principales problemas del bloque secesionista. El otro, rehacer los puentes rotos entre Junts y ERC, porque el concurso de los dos grandes partidos independentistas es imprescindible para mantenerse en el Govern.

En todo caso, la reedición de un Govern independentista –el cuarto desde 2015– sería un mal resultado para Sánchez, que ha defendido su apuesta por la amnistía con la promesa de dar carpetazo al procés con un gobierno de Salvador Illa en la Generalitat. Pero le permitiría seguir contando sin problemas con los 14 votos que suman Junts y ERC en el Congreso.

'Operación Barcelona'

De hecho, Puigdemont ya dejó claro que si el PSC le bloquea el paso a la presidencia de la Generalitat, Sánchez puede olvidarse de su apoyo en el Congreso. El ex president se refirió a la "operación Barcelona" por la que Jaume Collboni se hizo con la alcaldía con los votos de PP y Comunes, pese a la victoria de Xavier Trias en las urnas.

Si repitiera esa operación "tendría poco sentido que nosotros diéramos apoyo a un Gobierno en Madrid cuando su franquicia aquí se comporta de forma desleal o poniendo palos en las ruedas" avisó. No aclaró si la amenaza se mantendrá en caso de que Illa llegue el primero a la meta pero se mantenga la mayoría independentista, como sucedió hace tres años.

Para Esquerra sería una decisión endemoniada: investir a Illa o a Puigdemont. La primera opción evitaría seguir alimentando el capital político de su principal rival electoral, pero tendría costes innegables entre su electorado independentista. Aunque la investidura de Illa les permitiría mantener parte de las cuotas de poder conseguidas en la Generalitat y contarían con el apoyo ya prácticamente asegurado de los Comunes.

Vuelta al tripartito

Para los socialistas catalanes el escenario del tripartito es el más plausible, incluso con apoyos externos de Esquerra y los Comunes en el Govern. Pero está por ver si Moncloa está dispuesta a poner en riesgo su mayoría parlamentaria, y si el PSC puede sustraerse a las presiones del PSOE. En otras palabras, si tras el 12-M veremos al PSC que impuso a Collboni en Barcelona o al que ha tragado con una amnistía que puede frenar la recuperación de voto de Cs en favor del PP.

De momento, la progresión de Junts bajo el liderazgo de Puigdemont no alarma a los socialistas, aseguran en el cuartel general del PSC. Su estrategia pasa por "dormir la campaña" en esta primera fase y evitar errores propios. El objetivo es no llegar desfondados, como ha pasado en otras ocasiones; saben que su electorado se moviliza la última semana.

Aún así, Salvador Illa hizo una exhibición de fuerza este jueves en Barcelona, con una conferencia para exponer los primeros avances de su programa a la que asistieron representantes de todas las organizaciones empresariales, sindicatos, y lo más destacado de la vieja guardia convergente, encabezada por Miquel Roca, además de nombres destacados de la empresa o la cultura.

Sociovergencia o nuevas elecciones

Queda aún un escenario posible: la repetición electoral que muchos auguran si se repite el empate técnico de las pasadas elecciones. Una victoria por la mínima del PSC puede llevar a Esquerra a optar por nuevas elecciones, también en el caso de que los republicanos consideren excesivo el castigo de las urnas. Un escenario que alargaría la inestabilidad también en la legislatura española. La misma que ya ha obligado a Sánchez a renunciar a los Presupuestos Generales de 2024, ante el coste que podía alcanzar el apoyo de Junts y ERC en plena campaña electoral.

En seis meses, el plazo para una nueva convocatoria electoral si los partidos no consiguen llegar a un acuerdo, la Ley de amnistía debería estar en vigor y ya aplicada. Oriol Junqueras estaba descartado en estos comicios porque sigue cumpliendo la pena de inhabilitación impuesta por el Tribuna Supremo, pero con la amnistía activada, podría tener la tentación de sustituir a Aragonès, una vez derrotado, y enfrentarse de nuevo a Puigdemont.

El último anuncio de Puigdemont, quien asegura que dejará la política si no gana las elecciones, podría abrir aún otro escenario, el de la sociovergencia. Los sectores más posibilistas de Junts, aquellos que proceden de CDC y no querían abandonar el Govern en 2022, no ven con disgusto la opción de un gobierno con los socialistas que les permitiera volver a la gestión, y hacerlo desde posturas de centro derecha, que los aproximan más al PSC que a ERC y la CUP.

Aunque para eso tendrían que vencer enormes resistencias en un partido construido en base a un discurso de rechazo a cualquier formación de ámbito no nacionalista. Puigdemont ha dejado claro que puede pactar con el PSOE, o el PP, para conseguir prebendas para el independentismo, pero no se plantea una asociación con los socialistas catalanes.