Entre las dos fotografías apenas hay un mes de diferencia. En la primera el lehendakari recibe a la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, entre sonrisas, besos de bienvenida y apretones de manos. Euskadi comenzaba a encarrilar el cumplimiento ‘histórico’ del Estatuto de Gernika. En la segunda, Urkullu mantiene un semblante serio. No haya apretones de manos –están desaconsejados-, ni besos de bienvenida. El interlocutor es una pantalla repleta de cuadrículas con los líderes autonómicos escuchando al presidente del Gobierno comunicarles que ha decretado el parón de la economía, salvo actividades esenciales. Es justo lo que el lehendakari le había solicitado por carta que no hiciera.

Entre una escena y la otra, entre la sintonía de febrero y la desconfianza de marzo, ha irrumpido una crisis de salud sin precedentes que hasta ayer se cobró la dramática factura de 7.340 muertos y 85.195 infectados. Una epidemia que ha obligado a una cascada de decisiones políticas desconocidas. El coronavirus también se ha llevado por delante la estabilidad económica y la confianza política de alguno de los aún aliados del Gobierno.

El PNV que avaló a Sánchez hace menos de tres meses ya no se fía. No duda en tildar de “disparate” la gestión de la crisis del Covid-19 que está haciendo. Para los nacionalistas que le cedieron siete síes para que fuera investido, decretar el Estado de Alarma, centralizar las compras en el mando único sanitario o parar la economía y no tenerles en cuenta para adoptarlas “son tres duros golpes” a la confianza que tenían en el Gobierno PSOE-Unidas Podemos.

Por el momento las fuentes del PNV consultadas aseguran que la relación sólo queda herida, “resentida”, pero sin riesgo a una ruptura de relaciones, “menos en un momento como éste”. No dejarán caer al Gobierno: “Es un bache en nuestra relación”, aseguran. Sin embargo, los nacionalistas recuerdan que el Gobierno no puede actuar de modo unilateral, “está en minoría y por mucho Estado de Alarma en el que estemos, debería recordarlo, debería tener claro gracias a quién está ahí”.

Ignorados

El malestar con el trato recibido es incuestionable. En Sabin Etxea señalan que siempre han actuado con lealtad y que en cambio no han recibido el mismo trato por parte de Sánchez. La reunión de presidentes autonómicos del pasado domingo ha sido la gota que ha colmado la paciencia de perfil bajo en la crítica que hasta ahora había procurado mantener el partido de Ortuzar.

El propio lehendakari aseguró recientemente que sólo dedicaría “diez segundos” a criticar las decisiones del Gobierno. La sucesión de medidas aprobadas por el Gobierno y que los nacionalistas no comparten ha airado tanto al Ejecutivo vasco como al seno del partido. El malestar ha sido especialmente evidente este fin de semana, cuando el propio Sánchez ha mantenido contactos “fluidos” con un representante del partido, -que no ha sido Ortuzar y que fuentes del partido evitan desvelar-. Las conversaciones entre el presidente del Gobierno y el miembro del PNV –que podría ser Aitor Esteban- para evitar el decreto económico publicado la noche del domingo no fructificaron. El PNV se siente “ignorado” y ya ha anunciado que no apoyarán la aprobación en el Congreso de los Diputados del decreto económico que limita la actividad económica por no compartirlo y cuya aprobación fue "un paripé" en el que impuso a los lideres autonómicos la medida.

El Ejecutivo vasco quería que las Comunidades Autónomas pudieran definir sus servicios “esenciales” de acuerdo a su modelo productivo y el impacto del coronavirus. Fuentes del PNV subrayan que aplicar un modelo único a realidades socioeconómicas diferentes es un error que pasará factura: “En Alemania siguen fabricando coches. Muchas empresas verán que en cuanto bajen la persiana sus clientes se marcharán hacia sus competidores”.        

Oficialmente el PNV evitó ayer hacer mucho ruido. No hubo nota tras la reunión de la Ejecutiva, del Euzkadi Buru Batzar (EBB), pero sí filtraciones del sentir en el seno de la formación. El malestar se ha ido alimentando desde el comienzo de la crisis. En el PNV no gustó que el Estado de Alarma conllevara la asunción del mando único en competencias como la Sanidad o Interior, “se podía haber hecho de otro modo”, dijo e insinuó que suponía cierta “usurpación de competencias”. Tampoco se vio con buenos ojos que se recurriera a la Unidad Militar de Emergencia (UME) como refuerzo de las acciones de control y desinfección. Ortuzar afirmó que no veía al Ejército por las calles de Euskadi, “podemos hacerlo por nuestros propios medios”. Las limitaciones de actuación en el abordaje de la epidemia, como la compra de material sanitario, sumaron nuevas discrepancias y la última medida, el cierre de la economía no esencial, ha elevado el desencuentro.  

Del Estatuto al Covid-19

Días atrás Urkullu habló de no dejar entrar “en coma” a la economía paralizándola. Ahora su consejera de Desarrollo Económico asegura que la decisión adoptada por Sánchez puede “llevarse por delante” el Estado de Bienestar social alcanzado y augura una recesión que costará hacerle frente.

Hace apenas dos semanas y media, Sánchez y Urkullu, el PSOE y el PNV, no hacían más que sonreír y darse aliento. Ambos gobiernos, ambos partidos, habían cerrado ya acuerdos en forma de retirada de recursos ante el Constitucional y se disponían a sellar compromisos para completar el Estatuto de Autonomía de Gernika. El aparentemente ya lejano 16 de marzo pasado debía celebrarse la Comisión Mixta de Transferencias para completar la cesión a Euskadi de tres de las materias que a lo largo de este año debían dar por completado el Estatuto vasco.

Ahora el coronavirus se lo ha llevado todo por delante: la confianza, las transferencias y el calendario de acuerdos y apoyos que socialistas y nacionalistas habían dibujado para un 2020 que nadie imaginó que cambiaría tanto nuestras vidas. El futuro inmediato parece incierto no sólo en la resolución de la crisis sanitaria del Covid-19, la más urgente, sino también en lo que a la estabilidad del Gobierno y sus prioridades se refiere. Ni el Gobierno, ni la relación entre uno de sus principales apoyos, el PNV, se antoja que vayan a ser la misma cuando la batalla contra el virus logre superarse.