El cambio climático está cada vez de más actualidad. La cantidad de gases de efecto invernadero acumulada en la atmósfera es la mayor de los últimos 800.000 años, como ha informado la Organización Meteorológica Mundial. Este año hemos visto cómo millones de vidas alrededor del mundo se han visto afectadas por tifones, huracanes, inundaciones y sequías promovidas por el cambio climático. Y esas personas ahora exigen respuestas y demandan responsabilidades.

Dos años después del Acuerdo de París, la comunidad internacional acude a su cita anual con el cambio climático, en unas negociaciones (COP23) que esta vez se celebran en Bonn, presididas por primera vez por un país del Pacífico (Fiyi). Puesto que las islas del Pacífico son de las más gravemente amenazadas por el cambio climático, cabe esperar que en esta ocasión la voz de las víctimas llegue a lo más alto y no se pueda ignorar en la negociación.

De hecho, fue gracias a la presión desesperada de estos países por lo que en París se acordó como objetivo limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, puesto que si la temperatura mundial sube más allá, muchos de estos países se harían inhabitables o simplemente serían tragados por el mar.

Pero si bien el objetivo del Acuerdo de París es claro y contundente, aún está en discusión cómo se va a cumplir, es decir, cuáles son las reglas para aplicarlo. Eso es lo que se va a tratar en esta conferencia del clima (conocida como “COP del Pacífico”), que debe lograr verdaderos avances en la implementación de las directrices (reglamento) del Acuerdo de París.

Los países reunidos en Bonn deben establecer la base para aumentar sus objetivos climáticos

Y no solo eso, los países reunidos en Bonn deben establecer la base para aumentar sus objetivos climáticos, porque lo que hasta ahora se ha comprometido a hacer cada país, si lo sumamos, solo lograría un tercio de las reducción de las emisiones mundiales que se necesitan para 2030 para cumplir los objetivos de París, tal como ha informado el Programa de Medio Ambiente de la ONU. Esa brecha entre lo acordado y lo que realmente se está haciendo va a estar sobre la mesa en Bonn.

Ni hay marcha atrás ni el Acuerdo de París se renegociará.

La cumbre de Bonn será la primera tras la decisión del presidente estadounidense Trump de abandonar el Acuerdo de París. Es la ocasión para demostrar que esa decisión aislacionista ha fortalecido y no debilitado el empuje para actuar contra el cambio climático. Emergerán nuevos líderes y el mundo mirará hacia la UE, China y otros países para que den un paso al frente. Ni hay marcha atrás ni el Acuerdo de París se renegociará.

La exigencia de coherencia entre lo que se ha prometido y lo que se está haciendo no solo se dirime en el ámbito de la negociación política. Por todo el planeta surge un movimiento a favor del aire y agua limpia así como de la salud de nuestro clima. En Noruega, el primer país desarrollado en ratificar el Acuerdo de París, ha llegado a los juzgados la hipocresía del Gobierno noruego al apoyar la explotación petrolífera en el Ártico. Esta demanda es un ejemplo de la multitud de personas alrededor del mundo que llevan a juicio a gobiernos y grandes contaminadores para pedirles cuentas en un momento en que el ritmo al que avanza el cambio climático rivaliza con nuestra capacidad para adaptarnos.

En la COP no solo se dan cita los gobiernos estatales, de hecho es fundamental aprovechar el empuje de actores no estatales comprometidos con la implementación de medidas climáticas rigurosas. Por ejemplo, numerosos estados, gobiernos locales y empresas de Estados Unidos intensifican sus actuaciones a la par que la Administración Trump rebaja sus normativas climáticas.

se han estancado las emisiones globales de combustibles fósiles, gracias al aumento de la energía renovable y al progresivo abandono del carbón.

La buena noticia es que esos esfuerzos dan resultado. Según han mejorado los aspectos económicos de la transición a la energía limpia, se han estancado las emisiones globales de combustibles fósiles, gracias al aumento sin precedentes de la energía renovable y al progresivo abandono del carbón. En 2016, las emisiones derivadas de la energía se mantuvieron estables por tercer año consecutivo, incluso a pesar del crecimiento de la economía mundial; esto anima a pensar que se puede prevenir el caos climático.

Más de 30 países cuentan con una energía solar y eólica más barata que los combustibles fósiles sin subvenciones y alrededor de dos tercios del mundo llegarán a esa situación en un par de años. Los nuevos estudios señalan que debido a la presente reforma del sistema energético un total de 23 países, estados y ciudades habrán eliminado progresivamente las centrales de carbón o establecerán 2030 como plazo para llevarlo a cabo.

España es el único país de Europa occidental sin planes para el abandono del carbón

En Europa, 17 países habrán dejado de quemar carbón en 2030 o antes, o lo han hecho ya. Lamentablemente, España es el único país de Europa occidental sin planes para el abandono del carbón, y a pesar de que las 16 térmicas de carbón aún activas causan 2260 muertes prematuras al año y provocan 6442 millones de euros en costes sanitarios, el ministro Nadal quiere impedir por decreto que se cierre ninguna central.

Los próximos años definirán quiénes somos: la generación del cambio, una generación llena de esperanza y determinación, una generación preparada y con capacidad para actuar. Para evitar unos impactos climáticos todavía mayores debemos acelerar la eliminación progresiva del carbón, poner fin a la era del motor de combustión, salvar el Ártico, proteger y potenciar los bosques del mundo así como cambiar la forma en que producimos los alimentos.

París solo fue el punto de partida. Ahora es necesario actuar de forma más rápida y audaz. Cuanto antes actuemos mejor.

José Luis García Ortega
Responsable del Programa de Cambio Climático de Greenpeace España