Hay mucho en juego en Francia y en Europa este domingo, de modo que Manuel Valls (Barcelona, 1962) no podía quedarse al margen. El ex primer ministro francés, el único político de origen español que ha llegado a Matignon, entre 2014 y 2016, apoya la campaña del presidente Emmanuel Macron con su contribución al debate intelectual y su participación en diversos mítines. Después de dos años dedicado a la política municipal en Barcelona, que concluyeron en agosto pasado, ha regresado a sus orígenes en la política francesa. Los medios del país vecino no descartan que aspire a ser diputado de nuevo en la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas del próximo mes de junio por el partido de La República en Marcha de Macron y él reconoce que se planteará su futuro después de la segunda vuelta.

En enero pasado publicó un libro titulado Zemmour, l’antirepublicain en el que desmontaba las tesis históricas de este candidato de la extrema derecha que atrajo los focos en la primera vuelta y quedó finalmente desbancado con más del 7% de los votos. Como alternativa a Zemmour y a extremismos como el que encarna Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional, Valls defiende que se recuperen los valores republicanos como el humanismo, la igualdad y el laicismo. Sabe que Le Pen tiene posibilidades de ganar este domingo, aunque las encuestas favorecen a Macron, pero la abstención le preocupa y por eso subraya la importancia de la movilización de los ciudadanos. Es un gran defensor del cordón sanitario o frente republicano, como se denomina en Francia. Está convencido de que "Francia perdería sus valores, peso en Europa y en el mundo, y su economía se hundiría si ganara Le Pen", algo que prefiere no imaginar.

Cuando se le plantea cómo sería la Francia de Le Pen, reconoce que confía en que sea un ejercicio de retórica. "Veo todo tipo de peligros, en caso de que ganara, lo que no parece que suceda. En primer lugar, hay un tema de valores. Hasta en Francia la idea del frente republicano, o del cordón sanitario, ahora se pone en cuestión. Yo creo que sí es eficaz. Es una forma de rechazar la extrema derecha o nacionalpopulismo. La ética, los valores, la historia. No es anecdótico que Sarkozy, Hollande, Badinter, los secretarios generales de los dos principales sindicatos, mucha gente del arte, la cultura y el deporte se hayan movilizado”, señala Valls. En el caso español, más que de cordones sanitarios, ya que considera arriesgados pactos con nacionalpopulistas y también con independentistas, aboga por pactos de estado que busquen la estabilidad. Lo aplica a Europa en general.  

La imagen que veo de la Francia de Le Pen sería la de su padre Jean-Marie, condenado varias veces por racismo y antisemitismo, acompañando a Marine al Elíseo. Encarnan la intolerancia, el rechazo al otro, el iliberalismo"

A pesar de que Marine Le Pen se presenta como alguien que no tiene que ver con su padre, Jean Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional (antecesor de Reagrupamiento Nacional), Manuel Valls los vincula. El ex primer ministro recuerda que es la octava vez que el clan Le Pen intenta llegar al Elíseo: cinco veces lo hizo el padre y tres la hija. "La historia del Frente Nacional tiene sus raíces en la colaboración con los nazis,  la tortura durante la guerra de Argelia, el racismo, el antisemitismo, el rechazo del otro. ¿Ella ha cambiado? Por supuesto, pero hay una historia, la de un partido, de un clan familiar. La imagen que veo de la Francia de Le Pen sería la del padre, Jean-Marie, condenado varias veces por racismo y antisemitismo, acompañando a Marine en el Elíseo. Es solo una imagen pero los Le Pen encarnan la intolerancia, el rechazo del otro, el iliberalismo. Eso sería un desastre para Francia". 

A su vez, Valls ve que Francia, al contrario de lo que que postula Le Pen, perdería su fuerza y su influencia en el mundo. “Los modelos de Le Pen son Trump, pero sobre todo, Putin y Orban. Quiere que Francia salga del Comando Integrado de la OTAN. Desea romper las grandes alianzas políticas económicas estratégicas entre Francia y Alemania. Su programa es un Frexit, aunque no lo reconozca, porque todas sus propuestas van en contra de lo que es la Unión Europea. Y lo plantean en un momento tan crítico, con la guerra en Europa. Le Pen representa lo contrario de lo que propone Macron: una Francia fuerte en una Europa independiente. Significaría que Francia dependería de otros países, porque su partido aún está endeudado al haber sido financiado por bancos rusos. Por primera vez un partido ligado a una potencia extranjera estaría en el poder”. 

A todo ello, suma Valls que con Le Pen "se hundiría la economía porque su programa no tiene fundamentos sólidos y eso tendría consecuencias en la gente humilde, aunque muchos de ellos están dispuestos a votarla. La Francia de Le Pen será una Francia que pierde sus valores, su influencia y con una economía destrozada".  

Los votos de la ira

¿Cómo puede explicarse ese descontento aunque los datos económicos sean mejores que en países vecinos? “Hay mucha rabia en las sociedades democráticas y mucho descontento porque la gente ya no cree en la política o se lo cree todo. Por eso tenemos que luchar hasta el final para convencer a la gente de lo que sería Francia con Le Pen en el Elíseo”. 

En un contexto de crisis de la democracia representativa, de los medios, con auge de las 'fake news', es más fácil para los partidos nacionalpopulistas imponer su relato"

De modo que Marine Le Pen sería un lobo con piel de cordero y su desdiabolización sería una maniobra para llegar al poder. Según Valls, “vivimos fenómenos políticos muy especiales desde hace 20 años. El Brexit, la victoria de Trump, el hundimiento de los partidos tradicionales en Francia o en Italia, y el auge del nacionalpopulismo en muchos países, con una crisis de la democracia representativa. España también ha vivido estos fenómenos. En este mundo hay una crisis de los medios de comunicación, donde las fake news y la postverdad son muy potentes. En este contexto es más fácil para los partidos nacionalpopulistas, de derecha o izquierda, sobre todo cuando no gobiernan, imponer su relato. Eso explica que Le Pen después de cinco años, a pesar de perder las elecciones frente a Macron, después de un debate desastroso pueda volver e imponer su relato. A ello se suma que ha habido un fenómeno, sobre el que he escrito un libro (Zemmour, l’antirepublicain), un periodista, un intelectual, muy radical en inmigración e islamismo, que ha ayudado a recortar a Le Pen. Todos estos fenómenos, junto con la entrada tardía en la campaña de Macron, por el final de la pandemia y la guerra en Ucrania, hace que haya gente muy enfadada con el sistema, que no se siente escuchada, que tiene miedo por ella y sus hijos, eso provoca ese voto en contra, un voto de cabreo. Además, en nuestro sistema político francés se han hundido los partidos tradicionales, tanto el Partido Socialista como los republicanos están acabados, lo que abre espacios al populismo”.   

Ese auge del populismo en Francia se vería, a su juicio, en el voto a Le Pen y también en el voto a Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, por la izquierda. "Una parte del voto de Mélenchon va a votar ahora a Le Pen. El populismo vota más fácilmente al populismo. Es un voto contra el sistema. Aquí se ha difundido durante dos años que vivimos en una dictadura sanitaria y si estás convencido de que hay una dictadura votas en contra. Estos son fenómenos complicados y dar respuestas amparadas en la razón siempre es más complejo y lleva más tiempo". 

Hace cinco años Macron se presentaba como savia nueva. Había sido ministro de Economía el gobierno del socialista François Hollande pero supo presentarse como el cambio, como el estandarte de una renovación. Aún no había cumplido los 40 años cuando llegó al Elíseo a caballo de su formación La República en Marcha, que describe bien su impulso. Le Pen le presenta como “el presidente de los ricos” frente a ella, la portavoz “del pueblo”. ¿Ha contribuido Macron con sus políticas a alentar el populismo de Le Pen o Mélenchon? 

“Cuando eres presidente, tienes el poder y ya no eres la novedad que representaba, por supuesto, en 2017. Su forma de ser, su inteligencia, su juventud, de dónde viene, sus propias políticas, en momentos complicados han provocado un odio que no es fácil de explicar. Hay una encuesta que dice un 13% de los franceses piensan que las elecciones están trucadas. Más del 30% estaba en contra de la vacuna. Casi un 40% piensa que Francia necesita un sistema autoritario. Es decir, hay corrientes de fondo en la sociedad francesa que van más allá de la persona de Macron. Pero al ser europeísta, moderno, progresista, se convierte en el objetivo de esa rabia para algunos”, señala Valls. 

Y lo llamativo en Francia es que el nivel de paro es más alentador que nunca antes, apenas un 7,4%, e incluso está al alcance el pleno empleo. “Siempre he tenido la idea de que había que bajar el paro, sobre todo el de la juventud. Es la primera vez que en Francia hay una bajada tan fuerte del desempleo entre los jóvenes. Esto tendría que tener mucho peso.. Es cierto que una cosa es salir del paro y otra el sueldo, la precariedad, la perspectiva de futuro. En varios territorios franceses, y es donde hay voto Le Pen, la gente se siente fuera del sistema, de la globalización, de Europa. Esa rabia social se canaliza en el voto a Le Pen”. 

El éxito de Mélenchon

Para Valls el voto a Mélenchon, que superó el 21% en la primera vuelta, se explica también por el voto útil en la izquierda, porque crece mucho en grandes ciudades. “El electorado de izquierdas,  socialista y ecologista, para impedir que Le Pen pasara, ha optado por Mélenchon. Esto explica el hundimiento de Hidalgo, histórico con menos del 2%, y del candidato ecologista Yannick Jadot, con menos del 5%. Es un voto de centro ciudad, de las banlieu, y de la comunidad musulmana, como voto social más que religioso”. 

En la primera vuelta de las elecciones, los partidos tradicionales de la izquierda, el Partido Socialista, al que perteneció Valls hasta hace cinco años, y Los Republicanos, liderados por Valérie Pécresse, se quedaron por debajo del 5%. Son el centro de Macron, junto con los extremos de Le Pen y Mélenchon, los que superan el 20% de los votos. Mélenchon se quedó a unos 400.000 votos de Le Pen. ¿Será el fin de socialistas y conservadores tradicionales? 

Destaca Valls cómo, al igual que pasaba en cierta manera con Podemos y Ciudadanos en España, "las tres grandes corrientes, es decir, el hipocentro de Macron, el nacionalpopulismo de Le Pen y el populismo de izquierdas de Mélenchon, tienen pocas raíces locales, mientras que los partidos tradicionales, que ya no existen a nivel nacional gobiernan en regiones, departamentos y ciudades. Pero me parece que son estrellas que brillan pero que ya están muertas. Creo que los grandes partidos tradicionales que habían organizado las alternancias en la V República se están muriendo. En 2014 ya anticipé la deriva del Partido Socialista y los hechos lo confirman". 

El Partido Socialista no ha sido capaz de renovarse y no ha entendido que no podía seguir con su oposición absurda a Macron. Así ha acabado con una derrota histórica. Veo imposible su renovación"

Valls dejó el Partido Socialista Francés hace cinco años tras perder las primarias. “Abandonó la cultura socialista. No ha encontrado la capacidad de renovarse y no ha entendido que no podía seguir con su oposición absurda a Macron. Así ha acabado con una derrota histórica. Y ahora han decidido aliarse con Mélenchon, alguien que quiere salir de la OTAN y tiene una visión incompatible con la socialdemocracia. Desde el Partido Socialista veo imposible la renovación”. 

A juicio de Valls, “lo que está pasando es que la izquierda está dominada por Mélenchon, que se quiere comer a socialistas y comunistas, con un programa radical de ruptura, y unas derechas, porque hay varias, que se están organizando en un espacio que va desde Le Pen a Zemmour a la derecha de los Republicanos. Es una derecha más reaccionaria, más dura, más anti-inmigración. Es significativo que Zemmour ha llegado al 7%, que es considerable para un recién llegado, porque está marcando la agenda de la unión de la derecha y eso lo comprobaremos en las elecciones legislativas de junio”. 

Aunque no logró su sueño de llegar a segunda vuelta, Mélenchon atrae todas las miradas en estos momentos. De sus votantes depende en gran parte el resultado del domingo. No ha pedido el voto por Macron aunque se ha distanciado de Le Pen. Y Mélenchon ahora tiene en mente ser primer ministro.

Creo que ganará Macron y tendrá una mayoría en el Parlamento, pero será difícil gobernar por las fracturas en la sociedad francesa y por el auge de las dos corrientes extremistas, a izquierda y derecha"

A Valls la jugada de Mélenchon le parece “poco realista y cínica”, ya que no se ha decantado por Macron claramente. “Es extraño lo que plantea. ¿De quién sería de Macron o de Le Pen? Además eso no corresponde a las instituciones. Es una operación doble para ganar el liderazgo en la izquierda. Como viejo trotskista, quiere acabar con el Partido Comunista y con la socialdemocracia. Lo está logrando con la ayuda de los socialistas, que son, como decía Lenin, los ‘idiotas útiles’. Mélenchon quiere preparar su próxima candidatura como una especie de Bernie Sanders francés. Piensa que como Macron no podrá volver a presentarse y habrá un nacionalpopulismo fuerte, el gran debate será entre él y ese nacionalpopulismo. Eso plantea retos a la gente de centro izquierda, republicanos de centro izquierda como yo, centroderecha, para inventar lo que seguirá. Hemos de impedir que esto ocurra. Veo los peligros del mañana. Creo que ganará Macron y tendrá una mayoría en el Parlamento, pero será difícil gobernar porque hay fracturas en la sociedad francesa, y estarán ahí esas dos corrientes radicales extremistas, peligrosas para la democracia, y hablo de los partidos y sus líderes”. 

Últimas horas decisivas

Para Valls, Macron ha sido un buen presidente que ha logrado gestionar bien unas crisis excepcionales, como la pandemia y ahora los efectos de la guerra, con un apoyo enorme a la economía francesa, así que confía en que se sume el voto de convicción por ese buen hacer, junto con el voto de razón y el voto de rechazo a la extrema derecha. Le preocupa el “ni Macron, ni Le Pen” de gran parte de la juventud, esa radicalidad en la sociedad francesa, de ahí que vea muy necesaria la movilización y promover el voto. “El Brexit o la victoria de Trump demuestran que todo puede cambiar en las últimas horas”, apunta. 

Coincide, como insiste Macron, en que el voto del domingo va más allá de las fronteras de Francia justo cuando se libra una guerra en Europa. “Putin ha rehabilitado a la Alianza Atlántica: Suecia y Finlandia entrarán y Dinamarca ingresará en la Estrategia Europea de Defensa. Ha provocado una gran unidad en Europa que ha de reforzar su pilar de defensa y ganar en independencia energética. Ha logrado un patriotismo en Ucrania increíble. La guerra de Putin en Ucrania es una guerra por nuestros valores. Ucrania es una democracia y eso Putin no lo soporta. ¿Como imaginar una seguridad duradera en Europa con un país que ha cometido crímenes de guerra y contra la Humanidad? Va a ser largo y las consecuencias económicas nos afectarán. Nos obliga a cambiar nuestro esquema sobre lo que es Europa, su defensa, y nuestra autonomía energética. Nos obliga a ser cada vez más europeos”. 

Y el domingo será un día crucial para el destino europeo con una candidata que plantea, según Valls, una especie de Brexit encubierto y un presidente que presume de europeísmo. “Será un referéndum sobre Europa y los valores de Francia en Europa y en el mundo, justo cuando las tropas rusas bombardean Mariúpol o Járkov. Recordemos la relación privilegiada de Le Pen con Putin en este contexto. También es un referendum sobre el tipo de democracia que queremos. En suma, es un referéndum sobre la Francia que queremos o no. Son dos modelos diferentes. Y la gran diferencia con 2002 o 2017 es que las cosas han cambiado y una victoria de Le Pen es posible. La victoria de Macron es más necesaria que nunca. En Francia y en Europa”.