En la Guerra Fría las dimisiones más peliculeras combinaban espionaje y sexo. Es un cóctel cuya fórmula dominaban los soviéticos y sus aliados. En la actualidad entre las razones de un adiós precipitado sigue habiendo mucho sexo, incluso orgías de 25 varones en pleno centro del poder europeo o "relaciones inapropiadas" en la purista Singapur, pero también hurtos ridículos como gafas de sol de lujo o cremas antiedad, borracheras al volante o plagios para embellecer el curriculum.

El caso Profumo sería el más paradigmático en la Guerra Fría. John Profumo, secretario de Estado para la Guerra, tuvo que renunciar al hacerse público que mantenía una relación con la bailarina Christine Keeler, de 20 años, amante a la vez del agregado naval soviético, Yevgueny Ivanov. Un año antes el mundo había estado al borde del abismo nuclear con la crisis de los misiles. El descuido de Profumo sentenció al primer ministro británico, Harold McMillan. En El escándalo Profumo se cuenta la historia desde el punto de vista de Christine Keeler.

Un hábil espía al servicio de la República Democrática Alemana (RDA), Günter Guillaume, acabó con la carrera política de uno de los dirigentes occidentales más brillantes, el canciller federal alemán, Willy Brandt, el artífice de la Ostpolitik y ganador del Premio Nobel de la Paz. En mayo de 1974 dejó el cargo: Guillaume, que supuestamente había huido de la RDA en 1956, se había ganado la confianza de Brandt, de quien era asistente para asuntos relacionados con el Partido Social Demócrata desde febrero de 1973.

Guillaume viajaba con él y sabía de sus relaciones extramaritales, algo que por si solo en Alemania no es razón para la renuncia, pero combinado con un espía que lleva 18 años actuando sí puede ser la puntilla.

En los 70 en el Reino Unido, donde la realidad supera cualquier trama de Netflix, hubo incluso un ex ministro laborista que fingió su propia muerte. John Stonehouse, harto de sus numerosas deudas que incluso le llevaron a espiar para los checos, desapareció en Hawaii y fue de los pocos afortunados que ha podido leer su propio obituario. Asumió varias identidades diferentes hasta que le localizaron en Australia y regresó al Reino Unido, donde se aferró a su escaño. Finalmente acabó en la cárcel por fraude.

Si hubiera un ranking de países donde los políticos se van por causas bizarras, probablemente el Reino Unido estaría en cabeza, como lo estaba el siglo pasado. Un caso reciente que para Politico es el más embarazoso de una recopilación propia tiene como protagonista al diputado conservador Neil Parish a quien pillaron viendo porno en la Cámara de los Comunes en 2022. Su excusa fue memorable: había buscado en Google "tractores" y había encontrado contenido para adultos accidentalmente.

Haremos un repaso de esas razones extravagantes que han llevado a políticos de diversas partes del mundo a dejar su cargo en tiempos recientes:

'Sexbomb'

El sexo es una bomba para los poderosos. Y son muchos los que caen en la tentación. Que se lo digan a Bill Clinton, que debió de creer que podía emular la afición que tenía John F. Kennedy por las becarias de la Casa Blanca. Negó la aventura con Monica Lewinsky y tuvo que someterse a un juicio político que acabó superando. Terminó su segundo mandato en 2002 con una alta popularidad debido, sobre todo, a sus logros económicos.

Hay países, como en Singapur, donde son muy estrictos. Este verano han tenido que dimitir el presidente del Parlamento, Tan Chuan-Jin, y la diputada Cheg Li Hui, los dos del gubernamental Partido Acción Popular, por haber mantenido una relación extramarital. La élite política en Singapur, extraordinariamente bien pagada (los diputados ganan 750.000 euros al año), se ha labrado una reputación de limpieza y rectitud moral.

Pero el affaire de los dos políticos de Singapur parece un juego de niños al lado del caso del eurodiputado húngaro József Szájer, del partido Fidesz, que lidera Viktor Orban. El Fidesz es ultraconservador y contrario a la defensa de los derechos de la comunidad LGTBQ. En pleno confinamiento la policía belga le arrestó en una fiesta en la que había 25 hombres desnudos. Una especie de bunga-bunga homosexual, aquellas fiestas del fallecido Silvio Berlusconi. Szájer llevaba estupefacientes en su mochila. El eurodiputado tuvo que dejar el partido y el cargo en Bruselas.

Una noche loca en Ibiza hizo que perdiera la cabeza el ex vicecanciller Heinz-Christian Strache, del ultraconservador Partido de la Libertad austriaco en el verano de 2017. Quien decía ser una acaudalada millonaria rusa, sobrina de un oligarca, le prometió invertir en un popular diario, el Kronen Zeitung, para inclinar su línea política hacia la agenda ultranacionalista. A cambio obtendría adjudicaciones en concesiones públicas. Todo era una trampa y el video de la conversación fue difundido dos años después por Der Spiegel y el Süddeutsche Zeitung. La caída de Strache precipitó la del gobierno y se convocaron elecciones anticipadas.

En Francia son bastante permisivos con la vida privada de sus dirigentes, pero el socialista Dominique Strauss-Kahn, con fama de mujeriego, se saltó todas las líneas rojas. En mayo de 2011, cuando era presidente del Fondo Monetario Internacional, a punto de dar el salto a la carrera por el Eliseo, una inmigrante guineana llamada Nafissatou Diallo le denunció por haberla atacado y violado en el hotel de Nueva York donde trabajaba como limpiadora. Dimitió en el FMI y evitó el juicio con un acuerdo económico con la mujer. En 2012 se destapó que estaba involucrado en una red internacional de proxenetismo.

Ahora la tecnología lo complica todo más. Unos videos sexuales explícitas costaron a Benjamin Griveaux, del movimiento En Marche y cercano al presidente Macron, sus aspiraciones a la alcaldía de París en 2020. Casado y padre de tres niños, se retiró "para no exponer más a su familia a unos ataques que han ido demasiado lejos". A Griveaux le tendieron una trampa una guapa estudiante llamada Alexandra de Taddeo y su novio, Piotr Pavlenski, quien difundió las imágenes que envió Griveaux a Alexandra. Pavlenksi dijo que quería denunciar la "hiprocresía" de esos políticos que mantienen un discurso falso de cara a la galería.

En el caso del primer ministro checo, Petr Necas, hay más fundamento para una novela rosa. En 2013 se reveló que su jefa de gabinete, Jana Nagyova, había usado ilegalmente el servicio secreto. Y lo había hecho para espiar a la esposa del primer ministro con quien tenía una aventura. Nagyova fue condenada a una pena menor. Necas perdió el poder, se divorció, y acabó casándose con su antigua subordinada.

Los 'sinpás' de Sus Señorías

No todos los políticos están tan bien pagados como en Singapur, pero no es por falta de medios por lo que algunos se quedan con productos sin pasar por caja. En julio Bjornar Moxnes, líder del Partido Rojo de Noruega durante 11 años, tuvo que dimitir al difundirse un video en el que se ve cómo el 16 de junio robaba unas gafas de sol de la firma Hugo Boss en un duty-free. El Partido Rojo tiene ocho escaños en el Parlamento de Noruega. En su cuenta de Facebook, Moxnes escribió: "Mucha gente me pregunta cómo pude hacer algo tan estúpido. Yo también me lo he preguntado muchas veces en las últimas semanas. Y no tengo una explicación".

Quien puede comprender al noruego Moxnes es Cristina Cifuentes, a quien las cámaras de un hipermercado captaron cuando tenía en su bolso dos cremas antiedad marca Olay, cuyo importe no llegaba a los 50 euros, que pretendía llevarse sin pagar. Tras ser descubierta, reconoció el hurto cuando llegó la policía y pagó el importe. Luego dijo que se confundió al meterlas en el bolso en lugar de la cesta de la compra. El video era de 2011, cuando era vicepresidenta regional, pero el escándalo salió a la luz en 2018, cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid. Este escándalo, sumado a las irregularidades en un máster en la Universidad Rey Juan Carlos, provocaron su caída en abril de 2018.

Pero el premio al sinpá más absurdo se lo lleva el diputado esloveno Darij Krajcic quien se llevó un sandwich de un supermercado en febrero de 2019, según la BBC. Dijo que estaba harto de que no le hicieran caso los empleados y que lo hizo como "experimento social". Tuvo que pagar el emparedado y presentar su renuncia. Se le quitaron las ganas de experimentar.

Otros hacen sinpás al contribuyente como Christian Blanc, secretario de Estado del gobierno de Nicolas Sarkozy, que se regaló auténticos puros habanos por valor de 12.000 euros a costa de sus conciudadanos. El colmo del cinismo tiene el nombre del ministro francés de Desarrollo Alain Joyandet, quien para asistir a una conferencia para coordinar la ayuda internacional a Haití por el terremoto de 2010 alquiló un jet privado por 116.000 euros para desplazarse a Martinica.

Si bebes, no conduzcas

A finales de julio, la ministra de Justicia de Nueva Zelanda, Kiri Allan, acabó en una comisaría, según NzHerald. Había tenido un accidente de tráfico y se había resistido a ser arrestada con síntomas de haber bebido alcohol en exceso. Tuvo que comparecer ante un tribunal por uso indebido de vehículo y por resistencia a la autoridad. El análisis confirmó el exceso de alcohol en la sangre. El primer ministro, Chris Hipkins, reconoció que eran acciones inexcusables, ya sí lo admitía la ministra, pero dio a entender que tenía graves problemas emocionales.

Enchufes para todos

Este apartado daría para un libro o una trilogía, pero solo mencionaremos algunos casos. Como señala Politico, en 1999 hubo un escándalo masivo que afectó a toda la Comisión Santer, tras un informe en el que se daban datos sobre fraude, nepotismo y corrupción. Una de las comisarias, la ex primera ministra francesa Edith Cresson, tenía a sueldo a numerosos amigos y parientes, incluido su dentista. Por sus 18 meses a sueldo de la UE el dentista solo había realizado un informe de 24 páginas.

Otro político francés, François Fillon, fallido aspirante a la Presidencia, tenía a sueldo a su esposa Penélope como asistenta parlamentaria, a pesar de que apenas pisaba la Asamblea Nacional. Había cobrado medio millón de euros en ocho años. Fue imputado por desvío de fondos públicos y apropiación indebida. Mantuvo que era víctima de un "asesinato político". Pero fue un suicidio que acabó con sus aspiraciones.

El peligro del 'copia y pega'

En los países mediterráneos se perdonan más las faltas que tienen que ver con los favores a la familia. En Francia las cuestiones de alcoba se quedan en la alcoba a menos que tengan repercusión política. Los nórdicos son implacables con todo lo relacionado con el dinero de los contribuyentes.

En Alemania no se perdona a quienes se atribuyen méritos académicos que no tienen. Ser doctor en Alemania es un título muy preciado y respetado. De ahí que varios ministros hayan tenido que dimitir por plagio. Los avances de la tecnología permiten descubrir a los que copian más fácilmente.

En 2011 uno de los políticos alemanes más prometedores, el socialcristiano de origen noble Theodor zu Guttenberg, ministro de Defensa a sus 39 años, quien sonaba para suceder a la canciller Angela Merkel. Una investigación realizada por usuarios de internet y medios de comunicación demostró que 270 páginas de las 400 de su tesis doctoral, referida a la comparación del sistema constitucional de EEUU y de países de la UE, estaban plagiadas. Su tesis había recibido la máxima calificación, summa cum laude, en la Universidad de Bayreuth. La hizo en 2007, mientras era diputado. Dijo que había cometido errores al no atribuir fuentes pero que no copió intencionadamente, luego renunció al doctorado y en marzo de 2011 dejó el cargo.

Fue el primer disgusto de este tipo que tuvo Merkel durante su largo mandato, que concluyó en diciembre de 2021. Dos años después tuvo que aceptar la renuncia de Annette Schavan, ministra de Educación y Ciencia durante siete años. La razón fue que la Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf había invalidado su título de doctora por su tesis Persona y Conciencia, obtenida más de tres décadas antes.

En mayo de 2021 fue la ministra socialdemócrata de Familia, Franziska Giffey, quien dejó el gobierno de Merkel por las sospechas de fraude en su tesis. Antes ya había renunciado al título, pero siguió el ruido mediático y prefirió marcharse. La Universidad Libre de Berlín finalmente señaló que la tesis titulada El camino de Europa hacia el ciudadano. La Política de la Comisión Europea y la participación de la sociedad civil presentaba pasajes problemáticas por el manejo de fuentes pero no tan graves como para perder el título.