Este jueves 17 de octubre había amanecido con vocación de jornada histórica. Y antes del mediodía se ha confirmado que los negociadores jefe del Reino Unido y de los Veintisiete han alcanzado un acuerdo sobre el Brexit. "La paciencia es una virtud", ha señalado el negociador-en-jefe de los Veintisiete, el francés Michel Barnier, en la rueda de prensa en la que ha anunciado la buena nueva. Hoy es la antesala del 31-O. Con permiso de Sus Señorías de Westminster. Ahí estará el próximo escollo.

"Seré muy franco. Desde el primer día lo más importante son los ciudadanos de Irlanda del Norte y de Irlanda. Lo que importa es la paz", ha remarcado Barnier, quien ha destacado que a partir de ahora habrá seguridad jurídica. El periodo de transición durará hasta finales de 2020, pero podría ampliarse otro año o dos, si todas las partes lo estiman necesario.

A primera hora de la tarde, el primer ministro británico, Boris Johnson, justo antes de encontrarse con los jefes de Estado y de Gobierno, ha declarado: "Es la hora de poner en marcha el Brexit y de trabajar juntos por una sólida relación comercial como socios".

Tenemos un acuerdo. No habrá frontera en la isla de Irlanda y queda protegido el mercado único", afirma Jean-Claude Juncker

El presidente saliente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha defendido las virtudes del acuerdo alcanzado y ha remarcado que no se necesitarán más prórrogas. "Tenemos un acuerdo. No habrá frontera en la isla de Irlanda y queda protegido el mercado único", ha subrayado como lo más relevante para la Comisión.

Poco antes, Michel Barnier, uno de los principales artífices del logro de este jueves, ha explicado que se ha evitado que haya una frontera terrestre entre las dos Irlandas. A cambio el llamado backstop será temporal y los norirlandeses podrán dar su consentimiento a que siga o no vigente. Ha añadido que es "el mejor acuerdo posible".

Según ha comentado Barnier, el acuerdo consta de cuatro partes: las regulaciones de la UE se aplicarán a todos los bienes en Irlanda del Norte, lo que significa que habrá controles en la frontera, en concreto en el mar de Irlanda.

En segundo lugar, Irlanda del Norte se mantendrá en la zona aduanera del Reino Unido, de modo que se podrá beneficiar de la política comercial británica. Pero permanecerá como punto de entrada en el mercado único, de modo que las autoridades británicas aplicarán aranceles británicos a los bienes de terceros países y a los bienes que entren en Irlanda del Norte que no corran riesgo de entrar en el mercado único. Si entran en el mercado único, tendrán aranceles de la UE.

En tercer lugar, el IVA se mantendrá en todo el mercado único. Y en cuarto lugar, habrá un mecanismo que articula el consentimiento. Cuatro años después de los acuerdos, la Asamblea de Irlanda del Norte decidirá por mayoría simple si se mantienen. Se suprime el poder de veto de los unionistas. 

Las bases para el consenso estaban sobre la mesa desde anoche, aún pendientes de que los unionistas de Irlanda del Norte (DUP) dieran su apoyo. Al conocerse el acuerdo en Bruselas, los unionistas seguían en sus trece.

Ha sido el presidente de la Comisión Europea saliente, Jean-Claude Juncker, en su cuenta de Twitter, quien ha sido el primero en anunciar el acuerdo. "Si se quiere, se puede", ha escrito. "Tenemos un acuerdo equilibrado y justo para la UE y para el Reino Unido".

Juncker, que se queda al frente hasta el 1 de diciembre por el fracaso de tres comisarios del equipo de Ursula von der Leyen ante el Parlamento Europeo, puede que se vaya así con un Brexit consensuado.

Ahora falta el visto bueno del Consejo Europeo, que lo tendrá, del Parlamento británico el sábado, un escollo que frustró los intentos de Theresa May en tres ocasiones, y del Parlamento Europeo. Este jueves por la tarde los jefes de Estado y de Gobierno darán su apoyo al proyecto, pero lo aprobarán una vez que tenga el visto bueno de los Comunes, si los hados son favorables.

Salida el 31-O sin más prórrogas

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha señalado en su cuenta de Twitter: "Hemos logrado un gran nuevo acuerdo que nos permite recuperar el control. Ahora el Parlamento ha de permitir que lo hagamos posible el sábado y así podamos dar prioridad a otros asuntos como el coste de la vida, la sanidad, la delincuencia y nuestro medio ambiente".

Ese "recuperar el control (take back control)" fue el lema de la campaña de los partidarios de la salida (Leave) en el referéndum de 2016. Fue idea de Dominic Cummings, ahora asesor de Johnson en el 10 de Downing Street.

Con el fin de presionar a Westminster, Boris Johnson va a intentar que de Bruselas se emita claramente el mensaje de que este acuerdo es definitivo y que no habrá más prórrogas. Barnier ha dicho que si el texto supera la prueba de fuego en los Comunes habrá tiempo para que el Brexit se ejecute el 31 de octubre.

Los unionistas norirlandeses (DUP) han confirmado, una vez conocido el acuerdo entre los Veintisiete y el primer ministro, Boris Johnson, que no darán su consentimiento en el Parlamento británico, donde sus 10 diputados son muy importantes para que el Gobierno consiga su objetivo de salir de forma consensuada el 31 de octubre.

"Esta propuesta no beneficia a los intereses de Irlanda del Norte ni respeta la integridad de la Unión... Además, pone a los pies de los caballos la santidad del Acuerdo de Belfast", señala el comunicado.

El primer ministro, Boris Johnson, ha apostado finalmente por la salida consensuada justo en la recta final hacia el 31 de octubre. A pesar del rechazo de los unionistas, a quienes necesita en Westminster, a establecer la frontera en el Mar de Irlanda.

Los unionistas cuentan con un apoyo en Irlanda del Norte de un 36% de los votos, según los últimos comicios. Tienen diez diputados que ahora son cruciales para que cualquier acuerdo sobre el Brexit tenga visos de conseguir la aprobación en el Parlamento británico. Sin ellos, Boris Johnson ha de convencer a 33 diputados, entre los disidentes conservadores y laboristas. Es su próximo reto.

Es aún peor que el texto de Theresa May", ha señalado el líder laborista, Jeremy Corbyn, que llama a votar en contra en Westminster

El líder laborista, Jeremy Corbyn, ha sido tajante sobre el acuerdo alcanzado por Boris Johnson y los Veintisiete. Según Corbyn, "es aún peor que el texto de May". La esperanza es que Corbyn no tiene de su lado a todos los laboristas. Ha pedido el voto en contra y ha señalado que lo mejor sería volver a dar el voto a los ciudadanos sobre el Brexit, sin dejar claro si se refiere a un nuevo referéndum o a la convocatoria anticipada de elecciones.

Los unionistas conocen su poder y por ello están presionando a Boris Johnson hasta el final. A ello se suma que los brexiters duros, como el European Research Group (ERG), que suman a una treintena de diputados tories, hacen mucho caso de los unionistas. Este grupo conservador está dispuesto a dar su respaldo a lo que pacte Boris Johnson.

Los unionistas son decisivos desde que en las elecciones anticipadas de junio de 2017 la entonces primera ministra, Theresa May, fracasó en su intento de fortalecer la mayoría conservadora. Al contrario, los conservadores se quedaron pendientes del apoyo unionista para gobernar, lo que les permitió presionar a May durante las negociaciones del Brexit, y hace que ahora también su luz verde sea tan ansiada.

Resulta endiablado que una formación política que ni siquiera cuenta con la mayoría absoluta de los votos en Irlanda del Norte marque el futuro de todo el Reino Unido. Más aún cuando en Irlanda del Norte ganaron los partidarios de la permanencia en la UE, opción que defiende el Sinn Féin, que rechaza sus lazos con el Reino Unido y por ello no se sienta en Westminster. 

Pero el escenario que generó el Brexit desde que venció la opción de salida de la UE el 23 de junio de 2016 siempre ha sido de pesadilla. Los británicos votaron a favor de dejar la UE con mensajes basados en falacias y nadie les explicó cómo se ejecutaría la primera salida de un país miembro de la UE. No lo explicaron porque no lo sabían. 

Vuelta a May

En estos tres años ha quedado en evidencia que para salir de la Unión Europea no hay muchas puertas. De ahí que el texto que han tenido sobre la mesa los Veintisiete y los negociadores británicos sea similar al manejado en febrero de 2018 por Theresa May.

La gran diferencia es que ahora será Irlanda del Norte la que se quedaría, en la práctica, en la unión aduanera y no todo el Reino Unido. May creía que esa opción no sería aceptable para ningún primer ministro británico.

Las principales partes del Acuerdo de Retirada, como las relativas a derechos de los ciudadanos, los compromisos financieros del Reino Unido, y el periodo de transición, permanecen invariables. 

El visto bueno de Westminster

La carrera hacia la salida consensuada no terminará hoy en Bruselas, aunque la luz verde de los Veintisiete y de Boris Johnson sea un paso de gigante en un camino agotador. A continuación será en Westminster donde se dilucidará si este acuerdo será la puerta de salida. También ha de suscribirlo el Parlamento Europeo.

El sábado está convocada sesión parlamentaria. El primer ministro británico necesita 320 votos para que este acuerdo salga adelante. Cuenta con unos 260 apoyos, y probablemente los 28 brexiters también le respalden. Los 21 disidentes con Boris Johnson están en duda, así como los unionistas, que se han resistido hasta el final. También serían bienvenidos disidentes laboristas. 

El Parlamento británico aprobó la ley Benn que insta al primer ministro a solicitar una prórroga a Bruselas en caso de que no haya acuerdo el 19 de octubre. El ministro del Brexit, Stephen Barclay, ha asegurado que el gobierno cumplirá con la ley. 

Tanto en Londres como en Bruselas hay muchas ganas de que el Brexit deje de acaparar tantos esfuerzos y tanto tiempo. Después de más de tres años de negociaciones, es hora de construir después de tanta destrucción y tanta ruptura.