Demoledor. El relato de Francisco Correa, que continuará durante toda la mañana de hoy y quién sabe si se prolongará durante el lunes, contiene una carga acusatoria de un calibre tal que sería capaz de destruir a un partido político entero si no fuera porque, de momento, está hablando de hechos que, por lo que se refiere a la Comunidad de  Madrid y a la dirección nacional del PP, terminaron en 2005. Y, sobre todo, si no fuera porque la situación política del país es de tal naturaleza que puede ser incluso que una declaración como ésta no logre acabar con el fragilísimo acercamiento entre el PSOE y el PP para sacar adelante una sesión de investidura que va a dar paso a una legislatura atroz.

Pero en otras condiciones políticas, lo que el jefe de la trama Gürtel está desgranando ante el tribunal sería suficiente para paralizar el país y que todos nosotros nos detuviéramos a pensar qué clase de partidos políticos hemos estado tolerando y apoyando con nuestros votos. Porque lo que este hombre está contando, y a lo largo del día de hoy detallará, es el procedimiento de financiación ilegal de un partido que por entonces ya gobernaba España con mayoría absoluta y no tenía el menor empacho en robar a los ciudadanos el dinero de sus bolsillos para cubrir sus faraónicas necesidades y, de paso, para promover el fabuloso enriquecimiento personal de algunos de sus dirigentes.

Ahora toca averiguar qué hizo Bárcenas con su parte del botín: cuánto dinero fue a parar a las arcas del PP y cuánto a las suyas

Esto es lo que hemos escuchado hoy de un hombre que, tal y como se ha comportado, parecía estar diciendo la verdad, aunque es seguro que sólo parte de la verdad. Y de ese relato sale directamente señalado Luis Bárcenas, entonces gerente del Partido Popular, que se repartía sistemáticamente con el propio Correa la mitad de las mordidas. Lo que ha hecho Correa con su parte del botín ya lo sabemos aproximadamente. Ahora toca averiguar qué hizo Bárcenas con la suya. Es decir, queremos saber cuánto dinero fue a parar a las arcas del PP y cuánto a sus propias arcas. No tiene nada de sorprendente que, según quienes están siguiendo el juicio, el ex tesorero del Partido Popular estuviera descompuesto. Porque Correa le ha puesto en su exacto y preciso nivel.

Lo más crudo y, por tanto, lo más sangrante del relato se produjo mediada la tarde cuando el jefe de la trama explicó con aplastante naturalidad cómo los empresarios acudían a él para señalarle las obras públicas en las que tenían interés, cómo él informaba a Bárcenas  y cómo éste -y esto es lo más fuerte- gestionaba la adjudicación con el ministerio correspondiente y, una vez cerrado el círculo, se repartían la comisión del 2 o el 3% que el empresario pagaba. Pagaba y, naturalmente, repercutía de inmediato en la factura de la obra pública acometida. Es decir, era un porcentaje que pagaban los españoles de sus bolsillos y a tocateja.

Éste es un escándalo que, no por sabido ya, pierde un ápice de su potencial insultante a toda la ciudadanía y de desprestigio de un partido

Este es un escándalo que, no por sabido ya, pierde un ápice de su potencial insultante a toda la ciudadanía y de desprestigio de un partido que accedió al poder haciendo gala de honestidad y prometiendo limpiar las cloacas en las que había sumido al país la gestión del  PSOE con una ejecutoria manchada por la corrupción económica y por la guerra sucia y los crímenes de Estado de los GAL. De los dos últimos delitos no es reo el PP, pero del primero sí lo es y en términos absolutos. No hay más que haber escuchado a Correa durante el día de hoy.

El actual equipo de gobierno del Partido Popular ha quedado a salvo de las andanzas ilegales relatadas por el jefe de la trama, puesto que fue Rajoy quien suspendió toda relación con sus empresas y prohibió a las administraciones populares de Madrid contratar con la gente de Correa. Pero lo cierto es que este hombre continuó en Valencia, reinando ya Rajoy en el partido. Ésta es una pieza, la de Valencia, que ya ha sido juzgada y de la que se espera sentencia de un momento a otro: 15 años de prisión podría ser la primera condena para Francisco Correa, que está dando ahora todas las explicaciones que negó en aquel juicio. Porque lo que está intentando en esta ocasión es ablandar a la Fiscalía con unas declaraciones claramente autoinculpatorias que se van a llevar por delante no sólo a Luis Bárcenas, sino a muchas cosas más.

El PSOE está hoy todavía enfrascado en el dilema de si abstenerse o no en la investidura de Rajoy y sus barones discuten sobre la dimensión que les conviene políticamente dar a esa abstención. Pero lo escuchado hoy en la Audiencia Nacional no ha hecho más que complicarles extraordinariamente las cosas. Qué difícil se lo están poniendo a Javier Fernández. Visto lo oído, todavía podría fracasar en su intento de contribuir a la gobernabilidad de España. Y nadie podría honradamente culparle de ese fracaso.