Renuncio a pasarme las vacaciones en el yate que nunca tuve, a los ojos azules y a tocar Schubert al piano en la Filarmónica de Berlín.

Si Cristina Cifuentes puede renunciar al máster que la propia Universidad no puede asegurar que cursó, yo renuncio al Pulitzer por destapar el caso Weinstein. Y, ya puestos, al Nobel de Física. Renuncio también a la Copa Davis y a la presidencia de EEUU.

Y renuncio a correr maratones, a ir a la mili y a que me operen de la próstata. También renuncio para siempre a las copas que anoche decidí no tomarme y a volver a casa pronto aquella vez que me lié. No, no insistáis, renuncio.

Cristina Cifuentes ha renunciado al máster demasiado tarde, pero con mucha naturalidad. Como si uno pudiera renunciar a lo que no tiene, le ha escrito al rector una carta diciéndole que ya no lo quiere. Y aclara la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid: “La posesión de este máster no me ha reportado beneficio ni ventaja profesional de ningún tipo”. Solo le ha faltado pedirle a la universidad que le devuelvan el dinero.

Dice Cifuentes que en todo momento cumplió los requisitos que le impusieron. Se le ofreció “una modalidad” y ella se limitó a aceptarla. Tal y como lo cuenta, parece que a la entonces delegada del Gobierno la URJC se empeñara en darle un título muy a su pesar.  Y ella que no. Y la universidad que sí, venga, Cristina, que esta ronda corre de nuestra cuenta. Lo aceptó por compromiso, como un regalo de boda que va directo al trastero.

Quiere Cifuentes que nos creamos que la Universidad se empeñó en cometer irregularidades por su cuenta

Por eso se considera Cifuentes en igualdad de condiciones al resto de los alumnos de la URJC, porque insiste en que ella cumplió escrupulosamente  “los requisitos” que le fijaron con “las facilidades” que le ofrecieron. Qué le vamos a hacer si a otros les exigían presentarse a los exámenes, ir a clase y hacer los trabajos, y a ella no se lo exigieron.

Quiere Cifuentes que nos creamos que la Universidad se empeñó en cometer irregularidades por su cuenta. Que si hay un documento falso que acredita un trabajo que nunca existió y un examen que nunca se hizo no tiene nada que ver con ella. En su carta al rector, más que una disculpa, busca autoexculparse.

Si Cristina Cifuentes hubiera empezando renunciado al máster cuando estalló el escándalo, en vez de asegurar que todo estaba en regla, tal vez la Fiscalía no hubiera empezado a investigar el delito de falsedad documental que además de a la Universidad puede salpicarla a ella. Renunciar al máster no resuelve el problema. Ya no.

Para cuando Cristina Cifuentes renuncie a la presidencia de la Comunidad de Madrid, seguramente esta ya ni le pertenezca. Y ya puestos, yo también renuncio a ella.