Nada más terminar Mariano Rajoy su discurso de despedida en el XIX Congreso del PP los más de tres mil compromisarios del Partido Popular colapsaron los pasillos del hotel Auditorio. Buscaban la salida.

Porque aunque lo parezca, esto no es un Congreso. Es una Escape Room. Será en su afán de renovarse, o por la falta de experiencia en organizar primarias, pero el PP ha convertido la elección de su presidente en una de estas pruebas de aventura y audacia que ahora están tan de moda.

Una Escape Room consiste en encerrar a un grupo de personas en una habitación donde para salir deben solucionar enigmas de todo tipo antes de que finalice el tiempo disponible. El plazo a los compromisarios del PP se les agotará el sábado a mediodía cuando se conozca el resultado de las votaciones que deciden si el próximo presidente del partido será Pablo Casado o Soraya Sáenz de Santamaría. Dependerá de con quién se haya alineado cada uno (al menos públicamente) cuál será su futuro rol en el partido. Y si encuentran o no una salida.

Los 3.082 compromisarios llegados de toda España tienen por primera vez que elegir a su líder sin la tranquilidad a la que estaban acostumbrados en los congresos en los que ya estaba todo decidido de antemano. La euforia de las citas de años anteriores ha dado lugar a un ambiente de tensión bañada en melancolía y desconcierto. Se prevé un resultado tan ajustado que muchos ya no esconden en los pasillos el temor a que el partido se parta en dos.

Durante la mañana, mientras unos hacían el check-in y otros buscaban su acreditación para poder votar el sábado, los corrillos se deshacían en elogios a su candidato favorito. Según el grupo, alababan a uno o a otra. Que si Casado es joven y renovador, que si Sáenz de Santamaría es la gran gestora experimentada que más teme Pedro Sánchez. Otros preferían recordar que el voto es secreto.

A medida que avanzaba el día, los elogios iban dejando paso a las críticas. Que si Pablo es la vuelta al aznarismo más retrógrado, que si Soraya es una de las culpables de haber perdido el poder. Los pasillos tienen mucho peligro.

Para salir con un puesto del Congreso tiene que parecer que uno aboga por la unidad

En cuanto llegó la hora de entrar al auditorio a escuchar los discursos de rigor, sin embargo, los aplausos volvieron a ser unánimes. Esta es la primera de las pruebas de la Escape Room. Porque para salir con un puesto del Congreso tiene que parecer que uno aboga por la unidad por encima de todo.

Como el juego va de interpretar indicios, los asistentes prestaron mucha atención al gélido abrazo que Rajoy le dio a Alberto Núñez Feijoo, que aunque públicamente no se ha manifestado en su entorno se hace cada vez más obvio el apoyo a Casado. El presidente de la Xunta quiere jugar hasta el final.

Los participantes aplaudieron con fuerza a Ana Pastor, María Dolores de Cospedal y, sobre todo, el discurso de un registrador de Santa Pola, el último como presidente del partido que hacía Rajoy. Lo ovacionaron como si acabara de ganar unas elecciones: "Nunca ha existido una España mejor" fue lo más parecido a una autocrítica que dijo el ex presidente. De hecho, achacó haber perdido el poder a haberlo estado haciendo "demasiado bien". Todos aplaudían.

Rajoy dejó dos pistas, para quien le quiera hacer caso, inclinando el futuro del partido a favor de la candidatura de su fiel vicepresidenta. Primero dejando claro que lo de Cataluña "no era fácil y se hizo bien", algo que Casado ha cuestionado durante su campaña en sus ataques a Sáenz de Santamaría. Además, resaltó el ex presidente que España es un país lleno de "oportunidades para las mujeres". Pidió, además, responsabilidad a los herederos. "Me aparto, pero no me voy. Seré leal", añadió. Este último era un recadito para Aznar, al que el partido ni siquiera ha invitado al Congreso.

Cada Escape Room puede estar ambientada en un mundo completamente diferente, naves espaciales, búnkeres, casas encantadas,...  La del futuro del PP es un hotel perdido en la A2. A diferencia de otros congresos del partido, en este apenas hay coches oficiales a la puerta. Para eso hacen falta poder. Lo que todos buscan a la salida.