Ninguna organización hoy en día es ajena al poder de la transformación digital, ésta permea cada vez más la gestión y la estrategia que guían el desarrollo y crecimiento de las empresas y economía en general. La digitalización ha sido un gran punto de inflexión para todas las industrias; sus procesos se van integrando cada vez más como generadores de valor, crecimiento y beneficios para las organizaciones. Dentro de los retos que tienen de cara a diseñar sus estrategias digitales está la integración de la tecnología como facilitadora para adaptarse a la nueva forma de hacer las cosas.

Profundizando aún más en el contexto tecnológico ligado a la estrategia digital, la inteligencia artificial es uno de los vehículos más innovadores de cambio. Así lo apoyan las estadísticas, ya que según un reciente informe de McKinsey & Company la IA encabeza el ránking de las tecnologías en las que más miras tienen puestas las compañías para ganar en eficiencia y productividad.

Tan solo este año se ha duplicado el número de las empresas que apuestan por introducir la Inteligencia Artificial en sus procesos de negocio. Entender qué puede y no puede hacer la Inteligencia Artificial por las organizaciones, cómo incorporarla a los productos y servicios y, por último, cómo integrarla dentro de la estrategia digital son las cuestiones fundamentales que ocupan las agendas de los directivos en estos momentos.

Entender qué puede y qué no puede hacer la IA es clave en la agenda de los directivos

Fruto de las investigaciones sobre la adopción de IA en más de 14 sectores llevado a cabo por McKinsey Global Institute a nivel internacional, podemos hablar de cinco estrategias clave de gestión de inteligencia artificial como generadora de ventajas competitivas: visión de crecimiento estratégico, inversión en talento que reúna la capacidad técnica y de gestión, capacidad de revisión de objetivos estratégicos, solidez de la estrategia digital y creación de ecosistemas IA.

En primer lugar, es importante optar por una óptica de crecimiento y expansión de los negocios. La Inteligencia Artificial se traduce a menudo en reducción de costes e incremento de la productividad, sin embargo, esta óptica se queda muy cortoplacista frente a la visión de cómo puede ayudar realmente en la expansión de los negocios creando nuevos productos y servicios o ganando en cuota de mercado.

Así, en algunos casos de retailers que han sido earlyadopters de esta tecnología, la implementación de IA ha permitido incrementar las ventas en las tiendas físicas entre un 1% y 5% gracias a la revisión de hábitos de compra y personalización de las ofertas y promociones. De igual forma, en el ámbito de venta online, la IA puede impactar hasta en un 30% el crecimiento de las ventas digitales gracias a la implementación de estrategias del pricingdinámico.

Siguiendo con el enfoque estratégico, es de suma importancia que las organizaciones revisen y cuestionen sus objetivos estratégicos. Se trata de adoptar una actitud ofensiva más que defensiva, ya que solo de esta forma se podrán crear nuevos productos y servicios que aporten fuentes de ingresos. La integración de la Inteligencia Artificial puede, sin duda, ayudar en este reenfoque. En otro orden de cosas, las organizaciones han de apostar por la solidez de sus fundamentos digitales. La IA tiene que integrarse dentro de una estrategia digital global con un objetivo claro y común, siendo una extensión de la misma que contribuye a la productividad y eficiencia de forma alineada.

La IA debe integrarse en una estrategia digital global con un objetivo claro

Otra de las cuestiones clave reside en creación de ecosistemas o hubs de IA. Así, tal y como sucedió con el fenómeno Silicon Valley -entendido como un centro global digital de networking e impulso de la innovación y nuevos modelos de negocio-, la creación de espacios de IA globales que sirvan de abono para el desarrollo de un verdadero ecosistema de investigadores, expertos, inversores y consumidores, puede tener un efecto muy positivo para impulsar el desarrollo y la mayor adopción de esta tecnología.

Paralelamente, no se puede obviar el tema del talento y las nuevas capacidades de liderazgo que demanda la transformación, como una cuestión fundamental y transversal a todo proceso de cambio estratégico que experimentan y llevan a cabo las compañías. La apuesta por la formación, incorporación de nuevas capacidades y perfiles es intrínseca, siempre, a la transformación.


Luis Ferrándiz es socio de McKinsey & Company