España reconoce hoy a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Pedro Sánchez, arrastrando los pies, cumple así con su promesa de hacerlo si, en el plazo de ocho días, Nicolás Maduro no convocaba elecciones. Nadie esperaba que el dictador se aviniera a comportarse como un demócrata, cosa que nunca ha sido. Por eso, no se entendió muy bien ese ultimátum. Fue, tal vez, para que no se diga que no se intentó. O puede que al presidente español le frenaran Pablo Iglesias y Rodríguez Zapatero, que en este asunto van de la mano.

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