Pedro Sánchez juega con dos barajas de cara a las elecciones de abril. El PSOE tiene como objetivo recuperar el centro político para desbancar a Ciudadanos en este espacio. Con ese objetivo, los socialistas están tendiendo puentes con Ciudadanos y apelando a sus votantes con gestos como la carta enviada el lunes por la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, a Albert Rivera. En la misiva, la dirigente socialista le pide al líder de Cs “cordura” y le insta a recapacitar sobre el “cordón sanitario” establecido en torno a Sánchez de cara a pactos tras las elecciones generales.

Narbona muestra su “pesar” por la decisión de la Ejecutiva de Ciudadanos de excluir al PSOE de su política de pactos. “Las cosas que son díficiles de explicar son aún más difíciles de entender”, indica Narbona, que le afea a Rivera la “preferencia por un entendimiento con la extrema derecha”, en referencia a un potencial acuerdo con Vox. Con estos mensajes, el PSOE pretende situar a Ciudadanos en la derecha radical junto al PP y Vox.

En esa estrategia pesa el objetivo socialista de alcanzar un gran pacto con Ciudadanos que incluya el Gobierno central, algunas autonomías y alcaldías destacadas. Ese acuerdo permitiría a Sánchez conformar un Ejecutivo moderado en coalición en vez de reeditar la complicada alianza que permitió la victoria de la moción de censura. No obstante, esta segunda opción tampoco está descartada. De hecho, el Gobierno está mimando a Unidos Podemos con el objetivo de que no se hunda electoralmente para poder contar con su apoyo y el de nacionalistas e independentistas en caso de necesitarles para una investidura de Sánchez.

Estas dos posibilidades tan contradictorias pueden causar desconcierto entre el electorado socialista, que desconoce aún si la apuesta del PSOE es por reiterar su apuesta por un entendimiento entre las izquierdas con el apoyo de los secesionistas o si Sánchez pretende constituir un Ejecutivo con mayor estabilidad a través de un pacto global en toda España con Ciudadanos.