Un bombazo. Eso es lo que ha sido la publicación, este martes, del sondeo electoral del CIS con estimación de escaños porque, además de colocar al Partido Socialista en la primera fila, vencedor absoluto de las elecciones, le sacude un castañazo al Partido Popular que, aunque sigue manteniendo la segunda plaza en la nómina de partidos, sufre una pérdida brutal de escaños y deja a su líder, Pablo Casado, en una posición muy delicada. Es mucha la pérdida, sería la mitad de los escaños que tiene ahora mismo, algo que va a dejar, si se cumplen los augurios del sondeo más grande realizado hasta la fecha, unas profundísimas heridas en el partido azul. Lo mismo le va a suceder a Podemos, que puede perder también la mitad de los diputados que ahora tiene y al que se le acabaría definitivamente esa apelación a los cinco millones de votantes que avalaban al partido morado en la legislatura recién terminada.

El retrato para estos dos partidos es como para meter miedo a sus respectivos cuadros dirigentes, empezando por sus números uno. Sólo hay un consuelo posible o, mejor, una esperanza, y es el 40% de electores que no sabe qué hacer con su papeleta. Ahí está el caladero sobre el que se van a volcar todos los partidos en liza pero lo probable que algunos de ellos obtengan mejor resultado de su esfuerzo que otros, previsiblemente el PP muy por encima de Podemos.

El retrato hecho por el CIS va a jugar un papel como de primera vuelta de las elecciones de modo que el 28-A se va a comportar como una segunda vuelta

Lo que ha dibujado con detalle el CIS da una idea muy aproximada de lo que sería el Parlamento español si las elecciones se hubieran celebrado ayer. Y eso permite afinar definitivamente el sentido de su voto a los dudosos de acudir a las urnas y a los indecisos de a qué partido apoyar. Es muy alto, extraordinariamente alto, el número de electores que no han fijado aún su posición. Y por eso el retrato hecho por el Centro de Investigaciones Sociológicas va a jugar un papel como de primera vuelta de las elecciones generales de modo que el 28 de abril, día de los auténticos comicios, se va a comportar en realidad como una segunda vuelta de esas elecciones. Visto lo visto, el votante indeciso ya tiene un elemento de juicio para saber hacia dónde quiere él inclinar la balanza política del país.

Y lo que parece más lógico es que ese altísimo porcentaje de electores en duda pertenezcan mayoritariamente al sector de la derecha y del centro porque es ahí donde se han producido las mayores novedades y los mayores cambios. Es muy probable que entre ese sector de votantes haya muchos que estén dudando si apoyar al PP o a Ciudadanos y que estén calibrando qué traducción final tendrá en la práctica el sentido de su voto.

El votante de centro derecha o de centro-centro puede proporcionarle a los de Albert Rivera un suelo electoral suficiente para que, con un número relativamente importante de escaños, Ciudadanos pueda pactar con el PSOE -aunque ahora Rivera siga diciendo que no lo hará-  y alejar así a Pedro Sánchez de la necesidad de llegar acuerdos con los independentistas. Pero también puede privarle de ese suelo electoral y optar por respaldar al Partido Popular para que pueda sumar una mayoría con la formación naranja y, eventualmente, con los de Vox. Y puede finalmente abandonar el apoyo a Ciudadanos para otorgárselo directamente al PSOE y reforzar todavía más su victoria. Eso es lo que está sucediendo ahora mismo en las cabezas de muchos votantes de Ciudadanos según constatan los propios sondeos del partido naranja, el más volátil en ese sentido.

Un 40% de indecisos es un porcentaje altísimo que puede, si es que no se queda finalmente en casa, alterar muy sustancialmente el dibujo que nos ofreció el CIS. Y tan es así que los dirigentes del PSOE se apresuraron a recordar que no todo estaba hecho y que aún podrían cambiar mucho las cosas: temen que, con una previsión tan magnífica para sus intereses, un porcentaje de votantes socialistas no se moleste en  acudir a las urnas porque dé la victoria por más que hecha. Ése es un riesgo pero es poco probable que el elector de izquierdas esté a estas altura dudando de si ir a votar y, sobre todo, de a quién votar.

Lo más lógico es que el altísimo porcentaje de electores en duda pertenezcan mayoritariamente a la derecha y el centro porque ahí se han producido las mayores novedades

Ésa es una duda que ha resuelto ya hace tiempo porque lo que parece es que el votante de Podemos que no está dispuesto en un considerable porcentaje a apoyar a los de Pablo Iglesias no tiene más que una alternativa que es la de votar al PSOE, una opción que con seguridad no le va a resultar nada incómoda. Por eso parce que en la izquierda las cosas están ya muy claras: los socialistas se llevan una parte importantísima de la clientela que durante la última legislatura había recalado en Podemos.

Claro que el retrato del CIS ha dejado las cosas de tal manera que todavía permite a Pablo Casado y a Albert Rivera -a Santiago Abascal no le hace falta porque sus resultados ya son de entrada espléndidos- aspirar a levantar la barrera de la mayoría. Los datos publicados no condenan definitivamente a los partidos de centro derecha al rincón del fracaso. Aún existe para ellos la posibilidad de dar un empujón a las urnas hasta alcanzar una mayoría de gobierno. Seguramente pensarán que en ese 40% de indecisos pueden estar los electores que les ayuden a dar la vuelta a los datos que hemos conocido.

Por eso digo que el 28 de abril se celebrará la segunda vuelta de las elecciones generales.