Opinión

El sueño marroquí de desenterrar a los almorávides

Pedro Sánchez, en Marruecos con el primer ministro Aziz Akhannouch.

Pedro Sánchez, en Marruecos con el primer ministro Aziz Akhannouch. EFE

Ningún pueblo en África a lo largo del siglo XX, ha sufrido un éxodo y exilio como el vivido por los saharauis desde los años setenta hasta la fecha de hoy. Sufrimiento causado por una decisión política tomada por el Gobierno de España en los tristes Acuerdos de Madrid del 14 de noviembre de 1975. Esos acuerdos provocaron el inicio de un conflicto armado en torno a la soberanía del Sáhara Occidental.

Marruecos desde su independencia hasta la fecha de hoy, siempre ha reclamado el espacio geográfico del imperio almorávide. Todos sabemos los extensos territorios que llegó a dominar ese imperio en el norte de África y en el sur de Europa. Las recientes declaraciones del exministro socialista José Bono en el canal de televisión La Sexta y en algún medio de comunicación marroquí, apoyando las tesis marroquíes sobre la autonomía, me recuerdan el mismo tuit que envió el expresidente Donald Trump en apoyo a la ocupación marroquí del Sahara Occidental a cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas entra Israel y Marruecos.

Si queremos una solución verdadera no podemos apoyar la propuesta de Marruecos y no incluir la iniciativa de la República Saharaui, sabiendo que la ONU reconoce el estatus de Territorio no Autónomo al Sahara Occidental. Hoy, hay una guerra en el territorio, donde Marruecos ha bombardeado con aviones no tripulados las zonas del Sahara bajo la soberanía de los saharauis. El intercambio de fuego no cesa a lo largo del muro detrás del cual está atrincherado el ejército marroquí. Toda propuesta negociadora es inviable en un escenario de guerra, si no tiene en cuenta el derecho del pueblo saharaui sobre su tierra.

Argelia, la Unión Africana y todos los países que reconocen la República Saharaui, entre los cuales están, países del peso de México o Sudáfrica. No aceptarán la anexión a la fuerza del territorio saharaui por parte de Marruecos. Estos países han luchado contra el colonialismo, conocen la ocupación a la fuerza y apoyaran todos los esfuerzos encaminados hacia la libertad y el respeto de los derechos humanos.

La monarquía marroquí solo acepta las fronteras históricas sobre las cuales se asentaron los almorávides

Desde el expresidente Felipe González hasta el actual Pedro Sánchez, los sucesivos gobiernos socialistas han mostrado mayor entusiasmo por las tesis marroquíes. Felipe visitó los campamentos en 1976 cuando era el líder de la oposición, prometió a los refugiados su apoyo en la lucha por la autodeterminación y la descolonización. Desde aquel entonces hasta la fecha de hoy, Marruecos ha aumentado su presión política poniendo como condición el reconocimiento de su ocupación al Sahara Occidental como base para establecer buenas relaciones de vecindad.

Quienes conocen a Marruecos y su constitución, saben que la Monarquía marroquí solo acepta las fronteras históricas sobre las cuales se asentaron los almorávides, un viejo sueño expansionista que niega la frontera con los países vecinos y amenaza a la región con una nueva carrera armamentística. La estabilidad de Argelia, España, Sahara Occidental y Mauritania están supeditadas a esa idea de gran país, capaz de expandirse a costa de arrebatar territorios a otros a la fuerza.

El ulema marroquí Ahmed Raissouni, presidente de la Unión Internacional de Académicos Musulmanes, en unas declaraciones recientes en el marco de una entrevista dijo que la independencia de Mauritania “es un error” y que estaría dispuesto a lanzar una nueva Marcha Verde contra Tinduf, ciudad de Argelia en cuya proximidad están los campamentos de refugiados saharauis. Estas declaraciones han sido condenadas por Argelia, Mauritania y la República Saharaui.

Marruecos busca ganar a la fuerza, agotar a los saharauis y bloquear cualquier camino de negociación

Un país como Marruecos que busca desestabilizar a sus vecinos con un historial de conflictos territoriales desde su independencia en 1956 hasta la fecha de hoy, no debería ser expuesto por el exministro socialista José Bono como la mejor alternativa para que los saharauis acepten una ocupación militar que los ha dividido desde 1975 hasta la fecha de hoy.

Marruecos busca ganar a la fuerza, agotar a los saharauis y bloquear cualquier camino de negociación. Eso lo saben todos los enviados de la ONU, desde James Baker pasando por Christopher Ross hasta el actual Staffan de Mistura.


Ali Salem Iselmu es periodista y escritor saharaui.

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