España no es Italia, pero igual que todos nos hemos muerto un poco o al menos nos hemos planchado el bombín de muerto con ese entierro de radionovela de Isabel II, el personal se ha escandalizado, acojonado, felicitado o ilusionado por la victoria de Giorgia Meloni. Meloni se diría que es la Obama de la ultraderecha europea, que trae eras, conjunciones, arrebatos, sofocos y sincronización de menstruos por aquí. Enseguida, Macarena Olona, que se ve como su compañera de litera, la ha puesto en la mesilla como una virgen de Fátima luminiscente con dos melones como dos querubines cabezones, o como la Khaleesi con dos huevos de dragón, rugosos, poderosos, aguardantes. Es su “inspiración”, ha dicho, y uno se imagina ya a Meloni como una Mónica Naranjo para un aspirante de talent show.
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