El personal parece que tiene que irse a Brasil a buscar rebeliones, golpes de Estado y populismos emplumados por las calles, como quien busca la playa exótica o las constelaciones exóticas, entre el Dioni y un navegante. Pero aquí ya hubo un golpe que no se limitó a apilar muebles y a montar toboganes en los parlamentos, sino que aprobó la derogación de la Constitución, leyes de desconexión con el Estado y la proclamación de una República independiente. Los promotores de todo aquello no sólo han conseguido de Pedro Sánchez el indulto, sino que sus delitos hayan dejado de existir y que el Gobierno de España dependa de su voluntad. Ese mismo Gobierno asegura que los jueces son una mafia de fachas prevaricadores y gasta un presidente que acusa al TC de “amordazar” al Parlamento por parar una triquiñuela legislativa que ya se declaró inconstitucional hace años. Sin embargo, lo grave de todo esto es un tuit de Cuca Gamarra, lo mejor que ha hecho en su vida, denunciando que Sánchez ha desarmado la democracia no ante bolsonarianos que no pintan aquí nada sino ante los fanáticos y populistas que mandan en sus leyes y en sus consejos de ministros. 

Irnos a Brasil a buscar el cataclismo o el vértigo democráticos es como irse allí a comprar churros, siendo nosotros los reyes de los churros

Irnos a Brasil a buscar el cataclismo o el vértigo democráticos es como irse allí a comprar churros, siendo nosotros los reyes de los churros, con chulería y chocolatada. Yo creo que en Brasil están todavía en la fase furiosa / festiva, con los ultras asaltando las instituciones vestidos de Maracanazo, mientras que en España ya hemos evolucionado a la fase de la demolición desde dentro, con los enemigos de la Constitución dictándose el Código Penal, planeando el próximo golpe no tras los carretones incandescentes de la revolución sino bajo el abrigo del propio Gobierno, y con Sánchez copiándoles el argumentario iliberal a los dirigentes bananeros de chándal de guacamayo.

Aquí hemos convertido en civilizado el ataque a la democracia, incluso llamándolo democrático, como los demócratas indepes, como el demócrata Otegi, como el demócrata Pablo Iglesias, antes desde su vicepresidencia ociosa y ahora desde su Radiolé de ultraizquierda. Por eso hay que recordar que haber hecho susurrante y lubricado el ataque a la democracia no nos libra de que la democracia esté en peligro, y que los golpes de Estado, o los golpes al Estado, no tienen por qué hacerse con chirigotas de cornudos, ni siquiera con tanquetas. Lo de Brasil (y lo de Perú) es gravísimo, pero Bolsonaro nos coge bastante lejos y como cabeza abajo, mientras Junqueras, Puigdemont, Otegi y hasta Iglesias están aquí mismo, dictándole a Sánchez la política venenosa que acabe no ya con una España eternal o legionaria, que eso es una bobada, sino con los consensos básicos de la democracia, como la separación de poderes y el imperio de la ley. Ellos han aparcado la chirigota de cornudos no por convicción ni por rendición, sino porque una revolución de la mano paternal del Estado es mucho más cómoda y barata.

Cuca Gamarra, que sigue en su portavocía parlamentaria como en una especie de sauna, o esa impresión da cuando uno la ve, la de agobio y deshidratación; Cuca Gamarra, decía, nunca había sido tan aplaudida, tan atendida y tan atacada, la pobre. Aunque yo no encuentro ninguna manera de que ese tuit suyo pueda resultar escandaloso ni amenazante. “Contigo, en España esto ahora es un simple desorden público”, le respondía a Sánchez, que mientras desarma la democracia gusta de discursos de majorette sobre ella. No sé si algunos, incluidos el ínclito Évole o los editorialistas de la prensa del Movimiento, tienen tan perdida la gramática como para haber entendido algo como “esto es nada para lo que te vamos a hacer a ti”. Pero parece claro que Gamarra no sólo no le quitaba importancia, sino que recalcaba su gravedad, o sea que hechos así nunca pueden compararse al macrobotellón, siquiera al macrobotellón ideológico. Ella debe de ser menos de discurso de candidata a Miss Soria que Sánchez, o que Évole, claro, y se centra en lo que significa el suceso aquí. Pero ir más allá por ese tuit a uno le parece un estertor lógico, uno más de los estertores lógicos sanchistas, o de los estertores sanchistas sin más.

A lo mejor hay que irse a Brasil porque los golpes de Estado sólo los puede dar el Dioni vestido de torero, un poco como iba Tejero (eso dijo un periodista sueco), y sólo los puede dar la derecha de sambódromo, estilo derecha de Colón (cualquier derecha excepto la catalana). A lo mejor hay que irse a Brasil para ver por fin la rebelión y la violencia, ésa que nunca vieron algunos aquí. Al tuit de Gamarra le contestaba la ortodoxia diciendo que mentía, que aquí eso sería rebelión. La verdad es que el Supremo ya concluyó, cándida y legítimamente, que aquella violencia atamborada del procés no había sido nunca suficiente para conseguir sus propósitos, o sea que no era rebelión. En Brasil tampoco parece que el desmontaje de muebles haya conseguido nada, que ha bastado la policía para mandarlos a dormir la mona (aquí, con rebeldes menos aguerridos, bastó el 155 llevado como por un cartero en bicicleta). O sea, que salvo que se saquen tanques con la cabra de la Legión montada como Marilyn en una fragata, parece que aquí sólo nos queda el sanchista desorden público agravado. A ver por qué se creen que los indepes han pedido eliminar la sedición.

A lo mejor hay que irse a Brasil para ver cómo sería un Rodea el Congreso que sale bien

A lo mejor, en fin, hay que irse a Brasil para ver cómo sería un Rodea el Congreso que sale bien, no sé. Pero yo creo que aquí nos sobran populismos, extremismos y chirigotas de cornudos para tener que ir a buscar por allí lecciones o ejemplos. La verdad es que el antidemócrata se delata cuando atenta contra la democracia, no por ser de izquierda ni de derecha, ni por los modales en la mesa, ni por usar un soniquete más cuartelero o más conciliador. Eso sí, si en algo se equivoca el PP es en insistir en llamar a Sánchez presidente ilegítimo, cuando es sólo un presidente aciago. Claro que Sánchez también llama ilegítimos a magistrados del TC, que nunca son ilegítimos, lo más son incómodos. Para que no se pierdan entre tanta chirigota y tanto sofista, les recuerdo que los antidemócratas y golpistas suelen empezar siempre por lo mismo: atacando el imperio de la ley, la independencia judicial, la libertad de prensa, los mecanismos de control del poder y la neutralidad del espacio público. Pero lo mismo necesitan ustedes irse a Brasil a buscar a un tío vestido de Pedro Picapiedra