Opinión

Indigestión de sapo

Pedro Sánchez, ofrece una corona de laurel a la tumba del rey Mohamed V.

Pedro Sánchez, ofrece una corona de laurel a la tumba del rey Mohamed V. EP

El ministerio de Exteriores intentó el miércoles por la tarde maquillar el plantón de Mohamed VI a Pedro Sánchez en Rabat. Una operación de control de daños torpemente construida, lo que evidencia que fue fruto de la improvisación.

En los días previos a la reunión de alto nivel (RAN) a la que España ha trasladado a once ministros, desde Exteriores se había dejado la puerta abierta a que el rey de Marruecos recibiera al presidente español, lo cual no hubiera sido ningún acontecimiento especial, ya que Mohamed VI sí ha recibido a los anteriores presidentes españoles (Aznar, Zapatero y Rajoy) que han participado en cumbres de ese estilo.

El Gobierno marroquí tampoco había dado la reunión por sentada, ya que la decisión depende de la exclusiva voluntad del monarca, que constitucionalmente ostenta todo el poder en su país. Pero, dado el giro histórico de la política española respecto al Sáhara, reconociendo de facto la soberanía de Marruecos sobre la ex colonia, producido por sorpresa hace diez meses, era lógico pensar que el rey quisiera mantener la tradición de conceder una audiencia privada al jefe del Gobierno español, protagonista de ese viraje que no sólo ha contado con la oposición del Congreso a excepción del PSOE, sino que provoca urticaria en su propio partido, y ha dividido al propio Ejecutivo, hasta el punto de dejar fuera de la visita a todos los ministros de Unidas Podemos.

Pero, en lugar de admitir el plantón, o mostrar si quiera un poco de disgusto por la humillación, Exteriores quiso convertir la noche en día. No por las conversaciones mantenidas con los periodistas que pidieron explicaciones, sino a través de una filtración a la Agencia EFE. En la nota, distribuida a último hora de la tarde, se afirma que Sánchez ya sabía que Mohamed VI no le recibiría y que, por ello, ambos pactaron una llamada telefónica.

Si eso fuera cierto, habría sido un error de bulto crear expectativas sobre una encuentro -los símbolos y los gestos son muy importantes en la relación con Marruecos- que se sabía no se iba a producir. Pero es más ridículo el intento por dar aún más valor a la conversación telefónica que "a un mero saludo protocolario en una audiencia posterior a la cumbre del rey con el presidente del Gobierno". Sánchez, afirmaron las fuentes oficiales, ya cenó con Mohamed VI el pasado 7 de abril, durante el viaje en el que se selló el cambio de política respecto al Sáhara. La fotografía de aquella cena fue portada de todos los informativos. Como ahora lo hubiera sido la de un encuentro privado entre Mohamed VI y Pedro Sánchez. Y eso lo sabe hasta el mismísimo Albares.

Lo más importante de la reunión de alto nivel de España y Marruecos, calificada por el Gobierno como "histórica", es el compromiso para no molestarse mutuamente

La torpeza en las explicaciones no hace sino confirmar lo avergonzado que se sintió el presidente ante el plantón del rey de Marruecos. Por mucho que se intente justificar por el hecho de que Mohamed VI ha hecho lo mismo con el primer ministro turco Erdogán, o con el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo. Ni Erdogan, ni Pompeo habían hecho tanto por mejorar sus relaciones con Marruecos como Pedro Sánchez.

El replanteamiento de la política respecto al Sáhara (rompiendo una línea que en España habían mantenido tanto los gobiernos del PSOE como los del PP) ha hecho que nuestro país pierda peso internacional en la solución al conflicto con el pueblo saharaui -que sigue existiendo- y en el difícil equilibrio de la relación con Argelia. Como recuerda hoy Carlos Segovia en El Mundo, el cambio de política exterior ha sido muy negativo desde el punto de vista económico. Mientras que el superávit con Marruecos ha aumentado en 902 millones durante 2022, el déficit con Argelia se ha incrementado en 3.592 millones de euros. Y eso no es lo peor. El primer ministro argelino, Abdelmajid Tebbourne, ha decidido, tras la "traición" de España, mirar hacia Italia, país que se ha convertido en su socio estratégico para las exportaciones de gas a Europa.

No. No es normal que Mohamed VI no reciba al presidente del Gobierno español o justificarlo sólo por su apego a las vacaciones (lleva desde el 25 de diciembre descansando en una lujosa residencia en Pointe-Denis, Gabón). Al menos no debería ser normal teniendo en cuenta que el presidente se ha dejado muchos pelos en la gatera a cambio de una mejora de las relaciones entre ambos países. Recordemos:

-Sánchez destituyó a la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya a causa de la visita secreta del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, a España para ser atendido de Covid.

-Sánchez aceptó, sin ni siquiera haberlo debatido en Consejo de Ministros y a través de una carta difundida por medios marroquíes, la posición de Marruecos respecto al Sáhara.

-Sánchez aún no ha pedido explicaciones a Marruecos por el espionaje a través de Pegasus, del que han sido víctima tres de sus ministros y él mismo.

-Sánchez obligó a los europarlamentarios socialistas a votar en contra de una resolución de condena a la persecución de periodistas y a la falta de respeto a los derechos humanos en el reino alauí.

-Sánchez lleva diez meses sin explicar a los españoles el porqué de ese giro copernicano en la política exterior española.

Ni siquiera la promesa de abrir las fronteras de Ceuta y de Melilla se ha cumplido. Como tampoco se ha notado que Marruecos acepte con menos trabas burocráticas a sus ciudadanos expulsado de España por haber llegado de forma ilegal, como el caso de Yasine Kanjaa, acusado de haber matado al sacristán de una iglesia de Algeciras el pasado 25 de enero. Hasta ahora, el único triunfo que puede esgrimir España desde el pasado mes de marzo es una reducción significativa en la llegada de inmigrantes en patera.

La RAN entre España y Marruecos se cierra de forma vergonzante, con una ristra de acuerdos, previamente cocinados, en los que destaca la ayuda financiera que se ofrece al país vecino, y la voluntad de "evitar todo aquello que afecte a la otra parte", según subrayó el presidente del Gobierno español. Es decir, el compromiso de no tocar asuntos de soberanía. De momento.

El eurodiputado socialista y ex ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar dijo el pasado 24 de enero que "hay que relacionarse con Marruecos desde el respeto mutuo; tragando sapos, si hace falta". Pero ningún país que se respete a sí mismo y que pretenda ganarse el respeto de la comunidad internacional debería tragarse sapos como los que está tragando el presidente español. Y sin que sepamos todavía el porqué ni a cambio de qué.

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