Más de siete años sin cumbre bilateral España-Marruecos, sucesivos aplazamientos por enfados del régimen alauí, asaltos multitudinarios a las vallas de Ceuta y Melilla, un cambio de posición histórica de España respecto al Sáhara, el veto a los ministros de Unidas Podemos, rechazar condenar a Marruecos en el Parlamento Europeo por violación de Derechos Humanos y el despliegue inusual del Gobierno no han sido elementos de peso lo suficientemente importantes como para que el rey Mohamed VI haya considerado recibir a Pedro Sánchez en Rabat, donde ayer arrancó la XII Reunión de Alto Nivel (RAN).

De hecho, Mohamed no está siquiera en Rabat, sino en Gabón, y suplió ayer el plantón con una llamada telefónica de media hora a Sánchez que el presidente del Gobierno publicitó a través de su cuenta de Twitter. "Coincidimos en que este encuentro será un éxito para nuestros países. España y Marruecos consolidan la nueva etapa de sus relaciones bilaterales", escribió el jefe del Ejecutivo. A última hora de la tarde fuentes del Gobierno aseguraron que conocían desde hacía días de la ausencia del rey y dan más relevancia a la conversación telefónica que a un mero saludo protocolario. Del mismo modo descartaron que se buscara otra fecha para la cumbre por dificultades para cuadrar las agendas de todos los ministros.

Moncloa da más relevancia a la conversación telefónica que a un mero saludo protocolario

A cambio de un desplante que desluce una cita a la que Moncloa quería dar la máxima proyección y vender como un éxito de la nueva estrategia de Sánchez , Mohamed le invita a "efectuar una visita oficial a Marruecos próximamente" para "facilitar la dinámica positiva dentro del excelente partenariado estratégico bilateral" y "fortalecer aún más las relaciones bilaterales, a través de acciones concretas marcadas por la eficiencia y proyectos tangibles en áreas estratégicas de interés común".

Esta invitación vendría a desmentir la posibilidad de que el monarca alauita hubiera decidido ausentarse en protesta por las palabras que el ministro de Exteriores pronunció el lunes defendiendo la españolidad de Ceuta y de Melilla. En un acto en el Club Siglo XXI dijo que "a mí no me tiene que certificar ningún país la españolidad de Ceuta y Melilla ni la de Valladolid, Barcelona o Santiago de Compostela, son españolas, y punto, no le vamos a pedir a nadie que nos ratifique algo que es evidente".

Precisamente, Albares destacó ayer desde Rabat la "implicación personal" de Mohamed VI en la cumbre y la voluntad del Gobierno de "no escatimar ningún esfuerzo para defender los intereses de los españoles y tener con nuestros vecinos las mejores relaciones posibles". También acusó al PP de desconocer "lo que son las políticas de Estado" especialmente "la política exterior". Aludía a las críticas formuladas desde el primer partido de la oposición, pero lo cierto es que el PSOE se ha quedado completamente sólo en su giro histórico sobre el Sáhara. No ha cosechado ni un solo apoyo político o parlamentario.

Moncloa no quiso confirmar si habría encuentro del rey con Sánchez

Moncloa no quiso confirmar, en los días previos a esta cumbre, si habría o no encuentro con el rey bajo el argumento de que debía ser la casa real marroquí la que se manifestara al respecto. No ha sido hasta ayer, día en que arrancaba la RAN, cuando se conoció que Mohamed ni siquiera estaba en el país, lo que es, por otro lado, bastante habitual.

Las vicepresidentas Nadia Calviño y Teresa Ribera y los ministros José Manuel Albares (Exteriores), Fernando Grande-Marlaska (Interior), Raquel Sánchez (Transportes), Pilar Alegría (Educación), Reyes Maroto (Industria), Luis Planas (Agricultura), Miquel Iceta (Cultura), Diana Morant (Ciencia) y José Luis Escrivá (Seguridad Social e Inclusión) forman parte de la representación gubernamental de España, donde no hay ningún miembro de Unidas Podemos.

Todo un despliegue para una cumbre especialmente mimada por Moncloa en la que se firmarán 24 acuerdos incluida la renovación del protocolo financiero de 2008 por 800 millones de euros. De hecho, la parte empresarial de la cita tiene un enorme peso en torno a proyectos relacionados con el agua, la energía o el ferrocarril. La jornada de ayer estuvo marcada por un foro empresarial organizado con la patronal marroquí, pero también hubo una ausencia significativa, la del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, cuya asistencia sí confirmó Moncloa hace unos días.

El malestar de la CEOE con el Gobierno explica la ausencia de Garamendi

Garamendi adujo ayer "motivos personales" para apearse de este viaje, pero resulta difícil no vincular su ausencia al reciente plante en la negociación de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), por entender que el acuerdo ya estaba cerrado con la centrales sindicales, y que Sánchez se apresuró a anunciar el martes durante su sexto "cara a cara" en el Senado con Alberto Núñez Feijóo.

Tampoco están ayudando los ataques que desde el Gobierno lanzan a las principales empresas del país, como Mercadona, descrédito del que también participa el propio Sánchez al acusarlas de ser las responsables de la pérdida de poder adquisitivo de ciudadanos y de pagar "bonus millonarios a sus ejecutivos y no subir un céntimo a sus empleados".

Además de cuestiones económicas son cruciales con Marruecos los asuntos referidos a inmigración, narcotráfico y terrorismo. El ataque yihadista del pasado 25 de enero en Algeciras por parte de un inmigrante ilegal al que no se pudo expulsar por el atasco administrativo en España, pero también, por las resistencias de Marruecos, ha motivado que Grande-Marlaska plantee a su homólogo "reactivar las vías de devolución para volver a los niveles anteriores a la pandemia", según informa Efe.

Asimismo queda pendiente la reapertura de las fronteras de Ceuta y de Melilla, acuerdo al que se llegó el pasado mes de abril, cuando Sánchez hizo una visita relámpago a Rabat en la que no sólo se entrevistó con Mohamed VI sino que compartió con él la cena de Iftar con la que se rompe el ayuno del Ramadán.

Además, el Gobierno también está trabajando en la apertura de un centro Cervantes en El Aaiún aunque dudaba de la posibilidad de tener preparado a tiempo el acuerdo para esta cumbre.