El último tramo de la campaña socialista está siendo catastrófico. Desde la inclusión por parte de Bildu de los asesinos de ETA acompañados de otros 37 condenados por terrorismo, cosa en la que el PSOE no tenía nada que ver, pero sí en pactar con Bildu e incluso hacer que presentaran junto a ERC la ley de vivienda, no ha habido un momento de sosiego para las candidaturas socialistas.

El reproche que se le hace a Pedro Sánchez es el de pactar a lo largo de la legislatura con una organización que acoge a asesinos en sus listas electorales y ese reproche, cargado de gravedad, se extiende a todos los candidatos socialistas que no hayan roto con su partido y eso incluye a absolutamente todos los candidatos a estas elecciones autonómicas y municipales también a quienes han protestado pero han seguido en el partido sin promover un movimiento de petición de explicaciones o petición de ruptura con esa formación política.

Desde entonces, ya digo, le ha estallado al PSOE el secuestro de Maracena (Granada) en la que el número tres del PSOE, su secretario de Organización, Noel López, incitó presuntamente al secuestro de una edil que podría tener documentación que podría causarle problemas al propio López. Eso es como para estallar en cualquier otro momento fuera de una campaña electoral porque es lo bastante grave como para detener al sujeto y expulsarle del partido pero en plena campaña es literalmente vitriolo puro. Además está la dimisión por agresión del número dos del PSOE en Santa Cruz de Tenerife.

Luego están las compras de votos en Mojácar (Almería), siete detenidos de los cuales dos están en las listas elctorales del Partido Socialista, con promesas de trabajo incluidas y Albudeite (Murcia) la candidata por el PSOE incluida y otras 13 personas más, eso sin contar con las relaciones de colaboración del PSOE de Melilla con la Coalición por Melilla (CPM) que está ahora mismo en el centro de una investigación por la compra masiva de votos.

Las promesas de Pedro Sánchez, que sábado tras sábado o domingo tras domingo ha estado llenando los estadios de gente, se han diluido como por ensalmo y ahora solo queda la cruda realidad

Ahora mismo se está investigando la misma técnica de compra de votos en La Gomera, (Canarias) aunque todavía no hay conclusiones al respecto.

Con todo eso, las promesas de Pedro Sánchez, que sábado tras sábado o domingo tras domingo ha estado llenando los estadios de gente afín con anuncios dedicados a los sectores de población más necesitados de estímulo para acudir a votar y depositar la papeleta del PSOE en la urna municipal y en la urna autonómica, se han diluido como por ensalmo y ahora solo queda la cruda realidad que se escapa de las previsiones de los expertos de campaña.

No ha tenido suerte en este aspecto el Partido Socialista. De hecho, no son exactamente cuestiones de mala suerte sino de hechos que le han salido al encuentro cuando menos se esperaban, pero son hechos provocados por los propios militantes del PSOE y en el caso de Bildu, por el propio presidente del Gobierno.

Sólo falta que esta tarde-noche, cuando esté Pedro Sánchez en el único mitin de la campaña que ha hecho en Madrid, caiga del cielo la mundial. Esa sí sería mala suerte.

Pero no ha sucedido y Sánchez ha podido acusar al PP de "embarrar la campaña" sin mencionar, eso sí, por qué razones la embarra.