Aunque Israel cuenta con el apoyo imprescindible de Estados Unidos y Alemania para llevar a cabo todos los pasos necesarios para restablecer la defensa y disuasión de Israel, "Hamas no desaparecerá", dice Mohamed Dahlan, la máxima autoridad palestina en seguridad antes de que el grupo fundamentalista se hiciera con el poder en la Franja de Gaza; y quizá uno de los pocos palestinos que tiene un plan para toda Palestina tras la guerra. Lo ha corroborado el ex jefe del MI6 británico John Sawers. Para cuadrar ese círculo, hace falta detenerse en los detalles porque el único camino hacia la paz pasa por neutralizar la actividad de Hamás, y desgraciadamente eso requiere la guerra. 

Si no se reduce drásticamente la capacidad militar y política de Hamás, no habrá paz de y volveremos a los ciclos de violencia que han atormentado esta región desde 1948. Al elegir asesinar a israelíes sin importarle cuántos palestinos morirán en Gaza, Hamás ha abierto las puertas del infierno que el mundo observa sobrecogido. La única posibilidad de frenar ese calvario pasa por eliminar a los dirigentes de Hamás que no han dudado en llevarnos al borde del abismo.

Aunque el presidente de EEUU, Joe Biden, habla diplomáticamente de punto de inflexión y todos los funcionarios estadounidenses tienen orden expresa de no hablar de desescalada, cualquier chispa puede hacer saltar todo por los aires y algunos historiadores están recordando los 13 días de octubre de 1962 con la crisis de los misiles en Cuba, que fue el momento histórico que más cerca estuvimos de una confrontación atómica. 

El 7-O Hamás hizo añicos el contrato social que Israel tiene con sus ciudadanos de mantener un país donde los judíos sepan que no serán asesinados ni perseguidos por ser judíos

Los terroristas de Hamás no han ocultado sus crímenes de guerra, los filmaron y han subido los videos a internet. En esa otra guerra, a través de las plataformas y las redes sociales, surge de nuevo el debate sobre compartir o no imágenes horribles de los actos de los terroristas para amplificar los efectos de sus acciones. El nivel de horror del 7 de octubre perpetrado por Hamás en el sur de Israel ha superado todos los límites y el número de víctimas nos ha retrotraído al recuerdo de los días más oscuros de la historia de los judíos. Fue salvajismo como estrategia, desencadenado para provocar una respuesta desmedida de Israel. Los terroristas llegados de Gaza asesinaron y secuestraron niños pequeños. Asesinaron a ancianas, atormentaron y violaron a mujeres jóvenes, asesinaron a sangre fría a jóvenes desarmados en un festival; quemaron viva a la gente; decapitaron bebes.

Ese día los terroristas de Hamás hicieron añicos el contrato social que Israel tiene con sus ciudadanos de mantener un país donde los judíos sepan que no serán asesinados ni perseguidos por ser judíos, debido a los pogromos y al Holocausto. La doctrina para defenderlo saltó por los aires ese sábado maldito. 

Como señala Anne Applebaum, los terroristas de Hamás no respetan ninguna norma, su objetivo es deshacer lo que queda de las reglas del orden mundial. Hamás y sus patrocinadores iraníes quieren bloquear el acuerdo de normalización diplomática que Estados Unidos ha estado negociando entre Israel y Arabia Saudí. Y no olvidemos que la crisis en Israel es también una crisis internacional, ya que decenas de ciudadanos de al menos 28 nacionalidades se encuentran entre los 241 secuestrados por Hamás. 

Y para complicar aún más las cosas le da a China la oportunidad de ofrecer a los países en desarrollo una visión alternativa de liderazgo global de Estados Unidos. 

Hamás, como todos los movimientos yihadistas, tiene profundas raíces culturales, sociales, religiosas y políticas en sus sociedades. Y todos tienen acceso a un sinfín de jóvenes humillados, muchos de los cuales son fáciles de movilizar para el caos. Ninguno de esos movimientos ha sido eliminado del todo. Pueden ser aislados y deslegitimados como ISIS y Al Qaeda. Pero requiere tiempo, aliados y sobretodo alternativas que tengan legitimidad en las sociedades de las que surgen. 

Mientras en las capitales europeas y los campus de Estados Unidos miles de personas claman por un alto el fuego o por que Israel abandone su invasión, señalando que las acciones de Israel son desproporcionadas e inmorales, los expertos en Oriente Próximo y los traumatizados ciudadanos de Israel indican que son argumentos que llevan a la conclusión equivocada. "Quien piense que la explotación del sufrimiento de los civiles nos atará las manos y salvará a Hamás esta vez, se equivoca. Para nosotros y para los palestinos, el sufrimiento sólo terminará con la eliminación de Hamás", decía Isaac Herzog, presidente de Israel, tras volver de visitar la zona afectada y señalar que había tenido que limpiarse los zapatos de la sangre de las víctimas de las peores atrocidades.

Israel ve a Hamás como una amenaza existencial, considera que erradicarlo es un objetivo crucial y está dispuesto a correr más riesgos

Estados Unidos e Israel divergen tanto a corto como a largo plazo, complicando el camino para poner fin a la guerra, pero los funcionarios estadounidenses se han cuidado de decirle a Israel lo que debería hacer. Se limitan a dar apoyo y sugerir. Israel ve a Hamás como una amenaza existencial, considera que erradicarlo es un objetivo crucial y está dispuesto a correr más riesgos. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha sido tajante al señalar que "responsabilizar a Hamás de atacar civiles israelíes y de utilizar civiles palestinos como escudos humanos significa no sólo dejar claro que ese uso es una táctica de guerra inmoral, sino asegurarse de que es una táctica ineficaz". 

Lo malo es que como ha señalado el máximo responsable de las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán David Petraeus, "destruir al ejército terrorista de Hamas será extraordinariamente difícil y muy costoso. No soy capaz de imaginar una misión más difícil que ésa desde la Segunda Guerra Mundial". 

Pero volvamos a diciembre de 2000, cuando se ofreció a los palestinos un camino para tener su propia nación en el 95 % de Cisjordania y el 100 % de Gaza. El impulso hacia esa oferta de paz comenzó en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991. Mientras nos siguen llegando imágenes terribles de lo que acontece en Gaza, y de lo que sucedió en Israel el 7 de octubre, debemos recordar que, aunque no son noticia de portada, ni lo más viral en redes sociales, miles de funcionarios, analistas, profesores, periodistas y economistas de distintos países occidentales y árabes, trabajan de forma discreta para que tengamos paz después de que los túneles de Hamás, que no han servido para proteger a los martirizados palestinos, hayan sido destruidos.

Esperemos también que Arabia Saudí y Qatar encabecen un plan Marshall para esa otra orilla del Mediterráneo. Tienen fondos suficientes para invertir, más y de otra forma, cambiando el curso de la historia para mejor.  


Cosme Ojeda es profesor de Periodismo y Opinión Pública en la Universidad CEU San Pablo.