El Rey Felipe VI hizo ayer el mejor discurso que cabía hacer después de haber oído el de Francina Armengol que más que un discurso institucional pareció una intervención de un mitin.

El Rey no lo tenía fácil porque lo ocurrido a lo largo de estos meses tras las elecciones ponía las cosas muy cuesta arriba. Empezó diciendo que las Cortes eran el símbolo de la soberanía nacional -no de la soberanía popular, como se ha dicho en numerosas ocasiones- y para la Corona simboliza la unidad de España y su permanencia.

Decir eso en un momento en que lo que se pretende es desgajar Cataluña de España es mucho decir pero nadie como el Rey para encarnar los valores constitucionales que él representa. Para a continuación agradecer a quienes le han facilitado la tarea que la Constitución le encomienda, que es la de proponer un candidato para asumir el poder.

No hizo mención alguna a todos los socios de Pedro Sánchez que no acudieron al palacio de La Zarzuela porque ellos no se sienten representados por el Monarca, pero en cambio sí toman posesión de sus actas de diputados haciendo guardar la Constitución con lealtad al Rey.

Después hizo una amplia mención a las responsabilidades asumidas por la princesa Leonor con motivo de su 18 cumpleaños. Dijo que todo lo sucedido era continuidad en el desempeño en el traspaso de padres a hijos de la monarquía parlamentaria prevista en nuestra Constitución. Es también para las instituciones la certeza de la continuidad en el leal desempeño de las funciones en la Jefatura del Estado.

Pero para afrontar el futuro con tranquilidad es preciso que se muevan dentro de un marco democrático que es lo que representa nuestra Constitución un marco que les permita convivir y prosperar, pero también necesitan recibir una España cohesionada y unida.

Para los jóvenes de ahora la democracia no es una aspiración, como lo fue para sus padres y abuelos. Ahora tenemos una democracia asentada y eso es lo que se debe preservar.

Pero eso trae causa del esfuerzo de muchos para construir el edificio de la democracia sustentada en el gran éxito de la Transición, que levantó el edificio jurídico de la Constitución, una Constitución que establece la libertad, la igualdad la justicia y el pluralismo político como ejes irrenunciables de su funcionamiento impecable.

La idea de que solo con entendimiento del diferente vamos a poder salir adelante es fundamental para entender la Constitución. Aquel momento histórico permitió abrir una nueva página en nuestra Historia común. Es un momento histórico que tiene que ver con la motivación para superar los malos instantes.

Reivindicar aquellos momentos no es absoluto mirar atrás, sí es en cambio una orgullosa y consciente reafirmación de nuestras mejores capacidades de nuestro país

Reivindicar aquellos momentos no es absoluto mirar atrás, sí es en cambio una orgullosa y consciente reafirmación de nuestras mejores capacidades de nuestro país. Y de lo que ordena nuestra vida: la Constitución para que se cumpla lo que dice en su articulado. Un estado democrático, social y de derecho.

La Constitución es el alma de nuestro estado con un espíritu inclusivo, cosa que jamás en nuestra larga historia habíamos tenido y debemos honrar ese legado, un legado de grandeza, de responsabilidad. Una España sólida y unida.

El Rey hizo una defensa de la Constitución y del tiempo en que fue posible elaborarla. Se centró mucho en los jóvenes y en la responsabilidad que tienen los diputados y senadores de esta legislatura concreta.

No podía hacer más y ya hizo suficiente.